Balance de 100 días de rebelión

GONZALO GONZÁLEZ
El régimen es el perdedor neto en este proceso, ha perdido toda clase de legitimidad y credibilidad adentro y fuera del país. Solo es apoyado por, a lo sumo, un 20% de la población y afuera por los autócratas de turno – algunos de manera muy tenue – y por gobiernos deudores y cómplices en variados delitos
A mi hermano Víctor Hugo D’Paola, luchador incansable por la libertad y la justicia social. Hombre culto, solidario, generoso y de quien –parafraseando palabras suyas pronunciadas en otra ocasión– puede decirse que no invento la amistad pero vivió para prodigarla.

La rebelión en marcha que puede, sí el régimen insiste en su política, devenir en revolución, es una acción constitucional, política y moralmente justificada. Es la respuesta adecuada al golpe de Estado por etapas concretado el año pasado con la suspensión del RR y la confiscación del derecho voto, así como por el incumplimiento por parte del chavismo gobernante de los acuerdos suscritos con la MUD en noviembre del 2016.

La respuesta del oficialismo a los reclamos de cambio y a las movilizaciones ciudadanas ha sido tratar de consolidar la naciente dictadura mediante la convocatoria a una Constituyente inconstitucional, ilegítima, fraudulenta, innecesaria y profundamente impopular; y por la brutal represión ejercida por la GN, la PN, los Colectivos y la militarización de la justicia.

La respuesta del gobierno, lejos de acabar con la rebelión la ha potenciado nacional y socialmente. Luego de más de cien días de protesta el régimen luce acorralado porque no tiene la voluntad ni la disponibilidad de resolver la crisis sistémica que padece su Proyecto. La percepción creciente de que ésta confrontación la tiene perdida estratégicamente es cada vez más sólida

En este contexto es en el cual se inscriben los últimos actos del gobierno, por demás desafortunados: la afirmación de Maduro de que usarán las armas si es necesario, el asalto a la Asamblea Nacional, el ilegal Antejuicio de Mérito a la Fiscal General y el cambio de status de la privación de libertad de Leopoldo López. Todas esas acciones han resultado fallidas en cuanto a los objetivos perseguidos, que barrunto son: demostrar fortaleza, ganar tiempo y apoyo y dar muestras de apertura.

La rebelión en marcha que puede, sí el régimen insiste en su política, devenir en revolución, es una acción constitucional, política y moralmente justificada.

El régimen es el perdedor neto en este proceso, ha perdido toda clase de legitimidad y credibilidad adentro y fuera del país. Solo es apoyado por, a lo sumo, un 20% de la población y afuera por los autócratas de turno –algunos de manera muy tenue– y por gobiernos deudores y cómplices en variados delitos. Por ahora se soporta básicamente en la FAN (a la cual ha convertido en fuerza de ocupación), apoyo nada desdeñable por cierto, pero la experiencia demuestra que apoyarse sólo en la razón de la fuerza siempre termina mal.

Con todo esto no quiero decir que el mandado está hecho para las fuerzas del cambio democrático. Todavía hay que presionar y mucho. Hay que hacer Política, sí con mayúscula, eso pasa por entender que la concreción de la victoria pasa por jugar con acierto en diversos tableros y con la flexibilidad que demanden los escenarios y que presión ciudadana y negociación no son excluyentes ni siempre concomitantes.

La percepción creciente de que ésta confrontación la tiene perdida estratégicamente es cada vez más sólida.

Los eventos del 16 de julio: la consulta popular convocada por la MUD y la votación del 30 inicio del proceso constituyente comunal deben ser abordados con la seriedad del caso. El primero para lograr que sea todo un éxito en términos de demostración de fuerza nacional. El segundo para que sea un rotundo fracaso en cuanto a participación ciudadana.

Al momento que pergeño estas líneas (martes 11/7), creo que el régimen tiene la capacidad de cristalizar el proceso de elección de los constituyentistas el domingo 30. Harán todo lo posible porque en ello se juegan buena parte de sus posibilidades. Esto lo digo porque todavía no se han producido los eventos de tal calidad que los obliguen a anular, suspender o posponer el evento. En todo caso la dirección política opositora debe prepararse para cualquier escenario post-30/7.

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