El derrumbe continuado

El derrumbe continuado - Sebastián de la Nuez
Foto/ Horacio Siciliano | Univisión

SEBASTIÁN DE LA NUEZ –

Uno puede preguntarse cómo serán estas noches de la patota chavista en el poder con tanto en juego, a estas alturas; noches de blanco satén en Miraflores o Fuerte Tiuna, o donde sea que pernocten Maduro, Flores, Cabello, Rodríguez, Jaua, Istúriz y los demás. En medio del derrumbe continuado, ¿serán agitadas estas noches o dormirá cada quien como un bebé, ajeno al ruido y a la furia? No sé por qué me he acordado de aquella película sobre el búnker de Hitler durante el asedio final a Berlín, La caída, de Bernd Eichinger (2004). ¡Ay, esa Magda Goebbels trayendo a sus seis hijos para ser crucificados…! Nada que ver con esto que se vive en Venezuela, desde luego. Es otra época, otro entorno.

Sucede, sin embargo, que el ejercicio del poder llevado hasta sus últimas consecuencias a veces produce unas distorsiones mentales suicidas.

¿Duerme usted, señor Presidente? ¿Sueña con un pajarito que le aconseja, mediante su trino, cómo proceder ante estas nuevas circunstancias? Son nuevas puesto que en la OEA jamás hubo hasta ahora veinte naciones resueltas a enfrentarlo, ¿verdad? Nuevas por Luisa Ortega Díaz, nuevas por culpa de Mercosur, nuevas por esa botija casi vacía, nuevas por la actitud del parlamento europeo y nuevas porque el mundo entero se ha dado cuenta, ahora sí… ¿Sueña usted, señor Presidente, que baila guapachosamente con su mujer al final de una cadena en la que ha repartido tarjetas de la patria a granel, mientras la emergencia por la falta de medicinas cobra vidas de compatriotas inocentes?

A cada venezolano el chavismo le ha robado algo en particular, además de lo robado colectivamente. Incluso después de dárselo en préstamo (una lavadora, una promesa de misión, un puesto burocrático, una vivienda), el chavismo se lo exige de vuelta al ciudadano en forma de genuflexión. Le quita su moral a cambio de lo otorgado parcialmente.

El chavismo en el poder roba porque, como diría Gonzalo Barrios, nunca ha tenido una razón para no hacerlo. En cada robo subyace el morbo de la impunidad. “Exprópiese” no es solo el alarido del macho cabrío que se coge algo porque le da la gana. En el acto hay pornografía. Es un espectáculo en plena Plaza Bolívar y significa un placer adicional para el ladrón exponerse desnudo en su vitrina triple X.

El chavismo sabe robar, nació con esa habilidad genética. Ha robado, más que nada, lenguaje, historia, valores, país, esperanza y futuro. A robar se aprende por televisión y en cadena, pero sobre todo capturan herramientas y mañas para el robo aquellos que se hallan más cerca del maestro. En un artículo de hace pocas semanas, el defensor en DDHH Héctor Faúndez calificaba al régimen de Nicolás Maduro como “liberticida”. Es decir, asesino de libertades. Sin embargo, a fin de cuentas la libertad en singular es algo imposible de robar o asesinar puesto que es una idea que nace y crece pero no muere. ¿Cómo ha sido posible tal nacimiento y tal crecimiento? Muy sencillo: los venezolanos llevan los conceptos de libertad y democracia cohesionados e internalizados desde 1945 gracias, en buena medida, a hombres como Rómulo Betancourt, Rómulo Gallegos y Raúl Leoni. Con todo y sus errores o limitaciones.

El chavismo es una cloaca con el morbo de la impunidad como dinamo. ¿Qué dicen, luego de las declaraciones de Luisa Ortega Díaz, gente como Luis Britto García, Luis Alberto Crespo, Román Chalbaud, Earle Herrera, Roberto Hernández Montoya? ¿El ratón les comió la lengua?

Uno se pregunta cómo serán estas noches de derrumbe continuado para los ungidos del chavismo en el poder. ¿Serán noches de desasosiego, angustia y grandes dosis de pastillas tranquilizantes? A fin de cuentas, sus inquietudes deberían ser tan humanas y terrenales como las de la gente normal. Pero quizás no hay desasosiego ni inquietud en ellos. Quizás el chavismo haya vivido en derrumbe continuo desde su nacimiento, de modo que esta situación, a pesar de las nuevas y acuciantes circunstancias, no ofrezca nada de verdad sorprendente, retador, amenazante.

Es una mala noticia para la sociedad venezolana, desde luego. Pero explica muchas cosas. Si el chavismo es, además de robo e impunidad, derrumbe continuado; si su alimento es el conflicto, la miseria, la violencia, el declive moral, la desesperanza… Si se alimenta propiamente de su propio derrumbe, ¿vivirá entonces para siempre, haciendo infinita la siembra aquella de la cual habla la propaganda?

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