El hombre que copulaba con su doble

El hombre que copulaba con su doble - MARIO SZICHMAN
MARIO SZICHMAN –

Según señaló el escritor Douglas Lain en su blog, el gobierno chino prohibió hace algunos años todos los programas de televisión y las películas que usaran como tema el viaje a través del tiempo. El organismo chino encargado de regular los programas de radio, cine y televisión, prescribió que la historia es un tema muy serio como para tolerar narraciones que “fabrican mitos, plantean temas monstruosos y extraños, usan tácticas absurdas, e inclusive promueven la defensa de nociones como el feudalismo, la superstición, el fatalismo y la reencarnación”.

Por cierto, colocar la reencarnación en la misma gaveta que el feudalismo y el fatalismo, es excesivo. Dudo que algún ser humano siga simpatizando con el feudalismo, y estoy convencido que el fatalismo suele ser alentado por los gobiernos totalitarios, a fin de convencer a los ciudadanos que es inútil rebelarse. Pero no conozco todavía un solo individuo enemigo de la reencarnación.

Quizás la prohibición de los viajes a través del tiempo aliente el surgimiento de un nuevo subgénero de la ciencia ficción, factible de combinar la literatura distópica -“1984” de George Orwell es un buen ejemplo- con la farsa. El viaje a través del tiempo se presta a toda clase de ironías. Permite también el surgimiento de historias alternativas, y brinda la esperanza de futuros diferentes.

El hombre que copulaba con su dobleEn el caso de The Man Who Folded Himself, de David Gerrold (1973) las autoridades de Beijing podrían tener un nuevo motivo de preocupación, por su franco contenido erótico. Y mencionar a las autoridades chinas la palabra procreación es como mentar la soga en casa de ahorcado.

Hasta octubre de 2015 China mantuvo la prohibición de concebir más de un hijo por matrimonio. Y la novela de Gerrold describe la actividad sexual del protagonista, Daniel Eakins, con alter egos tanto masculinos como femeninos. Algo así como el incesto llevado a la enésima potencia.

Pero el Daniel de la novela, o algunas figuras emanadas de Daniel bautizadas como Dan, Don, Dana, no solo es promiscuo con su propio cuerpo. Además de copular con distintas versiones de sí mismo, es un megalomaníaco.

“Estoy enterado de mi tarea”, dice el personaje central, o alguna de sus encarnaciones o reencarnaciones, “mi destino es gobernar el universo. Soy Dios”.

En sociedades totalitarias, es imposible satisfacer ese deseo, porque como se sabe, el ser supremo es el gobernante de turno. Mao Tse Tung, el padre fundador de la China moderna, fue uno de los beneficiarios del culto a la personalidad, como José Stalin, Adolf Hitler, y las tres generaciones de líderes norcoreanos, entre otros. Y es difícil que un líder que se considera el amo del universo, acepte a otros como sus iguales.

La novela de Gerrold alteró el territorio de la ciencia ficción no solo con su franqueza –el héroe es en ocasiones un homosexual, y en las partes donde alude a su elección de objeto, se convierte también en un propagandista- sino con sus hallazgos. Es una novela muy corta, tiene alrededor de 150 páginas, apenas un protagonista, y sus dobles, y una trama sencilla: Dan Eakins encuentra un timebelt, un cinturón del tiempo, que lo transporta a distintas épocas.

Se trata de un prolongado monólogo que nunca aburre, porque plantea fascinantes temas antes desarrollado por Robert Heinlein en « ’—All You Zombies—’ », la historia de un adolescente que retrocede en el tiempo, y deja embarazada a una joven, su alter ego femenino. El bebé surgido de esa relación es el protagonista, además de su propio padre y madre. Y a medida que Heinlein desarrolla la trama, se descubre que los principales personajes son siempre la misma persona, en diferentes etapas de su vida como hombre y como mujer.

CONSECUENCIAS

La vida sexual de Dan Eakins no muestra muchas sorpresas. Hacer el amor con distintas versiones de uno mismo tiene un lapso de interés limitado para cualquier lector. Pero el novelista juega con la aceptable noción de que hay tantos amoríos como parejas. Las distintas versiones de Dan reaccionan de manera diferente ante sus dobles. En ocasiones la pasan bien. Pero surgen las contrariedades de la edad, del envejecimiento, así como problemas mentales. Gerrold muestra una pareja perfecta, profundamente enamorada. Y luego otra que exhibe síntomas de locura, y es capaz de cometer un asesinato.

Más fascinantes son los experimentos de Dan para cambiar la historia. En una de sus misiones, decide asesinar a Adolf Hitler cuando aún es un bebé. Las consecuencias de ese homicidio se muestran recién en el año 2005. Son tan devastadoras que Dan debe resucitar a Hitler, y optar por la alternativa de que un general alemán prescinda del Führer en 1939, evitando así la segunda guerra mundial. El protagonista también frustra los asesinatos de John Kennedy y de su hermano Robert.

Más audaz es cuando Dan retrocede veinte siglos y elimina de un solo plumazo a Jesús de Nazareth y al Cristianismo.

Dan no es un inmortal. Envejece como cualquier otra persona. Y como está solo, ya que sus parejas son sus dobles, emerge una curiosa variante en su vida. Algunos de sus dobles mueren. Eso significa que debe acudir al sepelio de alguna de sus transfiguraciones.

Una cosa es ver morir a otra persona. Resulta distinto estar de duelo por la muerte de uno mismo. Pero además, ¿cuál es el verdadero Dan Eakins? Cada uno transita por un tiempo diferente. Aunque existe la identificación con el doble, las personalidades se van transmutando, de lo normal a lo patológico.

EXPERIMENTOS

El hombre que copulaba con su dobleAbundan los libros que tienen como protagonistas a viajeros del tiempo. Desde Un yanqui en la corte del rey Arturo, de Mark Twain, hasta The Door Into Summer, de Heinlein.

Diana Gabaldón ha hecho más que nadie para popularizar el género con su saga de Outlander.

Pero ese tipo de crónicas suelen obviar las mutaciones que debe sufrir el viajero del tiempo para ser aceptado en la sociedad de otra época. Revisando algunas de las novelas más famosas del género, puede verse que son desdeñadas evidentes dificultades. ¿Cómo consigue sus vestimentas la persona que se instala en algún otro momento del pasado? ¿Cómo se adapta a las costumbres locales a fin de pasar desapercibida?

Resulta claro que el lenguaje cambia con mucha velocidad, casi tanto como las costumbres. ¿Qué pasa si el personaje central usa palabras que aún no han sido incorporadas al diccionario? ¿O si comenta episodios históricos que aún no han ocurrido?

Tampoco el transcurso de los años es mencionado con asiduidad en las novelas sobre viajeros del tiempo. Se supone que el viajero tiene ciertas cualidades de inmortal. Si ha sido transferido a otra época y sigue vivo, es porque el proceso de envejecimiento es distinto. ¿Y qué sobreviene si una persona no envejece al mismo tiempo que quienes lo rodean? ¿Qué hace para disimular canas que no tiene? De repente, su cuasi inmortalidad es más una maldición que un beneficio. Como su cuerpo y su rostro se alteran menos que los de otros, le resulta imposible conservar prolongados romances o amistades. Si está casado, al cabo de unos años terminará pareciéndose el hijo, no el marido de su esposa. O lo creerán el hermano de su hija. También rechazará pociones que otros consideran milagrosas, y que él sabe que son venenos.

A comienzos del siglo diecinueve, una de las supuestas curas más famosas entre los millonarios era beber un supuesto medicamento que consistía en moler un diamante y mezclarlo con algún líquido. La ingestión de ese brebaje causaba la destrucción de la pared intestinal y una terrible agonía.

Tal vez habría que analizar al viajero del tiempo no desde sus logros, sino desde sus perpetuas dificultades. Conocer de antemano lo que ocurrirá en la historia, es la mejor manera de sumirse en la tragedia. Transportarse al pasado puede ser una experiencia aún más desoladora. Hay que aprender nuevas maneras de odiar al prójimo y de eludir sus acechanzas, o pasar días enteros intentando comprender el significado de las calumnias.

Gerrold logró eludir muchas de las dificultades con enorme pericia. Primero analizó todos los aspectos que organizan la trama de un viaje a través del tiempo: distintas tablas cronológicas, realidades alternas, distintos comienzos y fines, la reparación de acciones que pueden ocasionar calamidades, la comisión de otras que salvan a poblaciones enteras. Pero también, diseñó una ficción con gran sentido del humor.

Dan es un ser muy original, enfrentado a toda clase de conflictos, y también dispuesto a resolverlos. Y lo mejor del caso, Gerrold le dio tres dimensiones usando una prosa muy sencilla, y de gran belleza.

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