En la búsqueda de un activismo ambidiestro

FERNANDO NÚÑEZ-NODA

1. La gente que ve el mundo y la política en términos de derecha e izquierda se quedó en el siglo 20. No es que la dualidad derecha-izquierda no exista ni sea relevante, sino que desemboca inexorablemente en el dogmatismo y la polarización.

¿Por qué? Porque las ideologías están hechas para pertenecer, para plegarse, para adherirse a un pensamiento, a un ideario ¿de quién? De otros, de alguien que no es uno mismo. Tienen una sorprendente similitud con religiones y sectas.

2. Les daré dos ejemplos. Suponga que usted es conservador pero está de acuerdo con el aborto. ¡No, qué es eso! ¡Usted no puede, prohibido! Le caen encima, la sanción moral es aplastante. Un conservador, simplemente, NO puede, no debe, Dios y Karl Rove se lo prohíben y punto.

Veamos el caso opuesto, un «liberal» (vaya palabra desgastada que ya no significa mucho) que se opone al abuso de los «entitlement programs» (programa sociales). ¡Pues no, qué se cree, insensible, hasta Bernie Sanders y Manuel López Obrador vendrán a sacudir su conciencia burguesa egoísta!

3. ¿De dónde viene todo esto? Pues de revisar mis preferencias políticas. Económicamente soy conservador, abogo por disciplina fiscal (déficit no mayor de 3% del PIB); programas sociales cuidadosamente monitoreados, reducidos a lo esencial y temporales y sobre todo: «Estado tanto como sea necesario y empresa privada tanto como sea posible».

No obstante, tengo simpatías por causas que se etiquetan «liberales»: matrimonio igualitario, legalización del cannabis, igual pago por igual trabajo para la mujer y otros. ¿Qué soy: un monstruo, un loco o un traidor a la causa? ¿A cuál causa? Soy alguien que elige en qué creer, caso por caso, no por paquetes.

4. Lo peor de los populistas de ambos espectros, como Chávez, Trump o Sanders es que necesitan polarizar para poder operar. Son enemigos de la mano contraria pero también del centro político, de los moderados. Uno está favor o en contra. Punto.

El populismo es uno de los grandes enemigos de la democracia y del Estado de Derecho. En Venezuela los redujeron a cenizas, lo que queda es moribundo y frágil.

5. En fin, me he desideologizado desde hace tiempo. Apoyo a un funcionario por lo que hace, voto por ideas «de izquierda o de derecha» si las veo beneficiosas. Todo dentro de la democracia y las leyes.

Por eso detesto y combato al castrochavismo, porque aún ganando elecciones no son ni serán democráticos. Pura simulación. En el otro lado, Putin no es de izquierda y mantiene una dictadura en Rusia.

Quien es izquierdista o derechista se polariza, se vuelve militante, acepta prohibiciones y límites a sus ideas. Está obligado a hacerse el loco ante disgresiones de «su gente» y a demonizar a veces sabiéndose sin razón solo porque el otro se lee como «enemigo».

No discuto con esa gente ¿para qué? Pura emocionalidad, dogmatismo y ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.

6. Pero una razón superior me mueve a desideologizarme y ayudar al que quiera deshacerse de esa esclavitud: Alguna vez, hace años, hubo ideales en la política. Ahora son cada vez más escasos.

Observemos los dos espectros, concentrémonos en aquellos que parecen velar por sus propios intereses, corruptos la mayoría, malabaristas de la voluntad popular, carentes de mística, manipuladores y mentirosos. Da lo mismo que sean de izquierda o de derecha, los valores que alguna vez tuvieron ambas ideologías han cedido ante el interés propio o de grupos muy poderosos.

Berlusconi era de derecha. Chávez de izquierda. Ambos corruptos e ineficientes, no por ideología, sino por carácter. Chávez y los chavistas mucho más, obviamente, porque la sociedad les dio la patente de corso. Pero ésa es otra historia.

Luego escribiré un poco sobre la necesidad de recuperar el centro y el pragmatismo políticos, de desideologizar el debate para que salvemos las democracias, las que se puedan. Un activismo ambidiestro pues.

Me despido con ambas manos.

1 Comentario

  1. Todo radicalismo es negativo.
    Muy interesante punto el de “abogar por la disciplina fiscal”, abro paréntesis (qué bueno sería que se invirtiera una partida del presupuesto del estado en un programa donde visitadores sociales o representates del IRS visiten los hogares para constatar que lo “declarado” sea totalmente cierto). Una jornada de este tipo sería muy válida y justa. Por otro lado, el populismo es el nuevo “cancer” de los pueblos, con mucha metástasis por cierto.
    Yo también dejé de discutir con los demás, me agoté de tanto bla, bla, bla… Ojalá muchos se sentaran a hacer un análisis como el tuyo, te aseguro que más de uno despertaría del letargo en el que están sumidos y me uno a tu interés en “desideologizar el debate para salvar las democracias, las que se puedan”. Para finarlizar, te comento que tengo parte del camino andado en esto de la “búsqueda de un activismo ambidiestro”, soy ambidiestra por naturaleza, soy zurda, y los zurdos, somos muy ambidiestros de pensamiento, alma y acción.

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