Los ritmos visuales de Armando Barrios, en Madrid

Los ritmos visuales de Armando Barrios, en Madrid
La Aurora. 1961. Óleo sobre tela, 130 x 162 cm. Firmado abajo izquierda

 

Viernes 29 de septiembre – 7 de noviembre, en la calle Orfila 5, Madrid, la Galería Odalys presenta la exposición Armando Barrios: Ritmos visuales.

En esta oportunidad, la galería expone 28 obras (12 de ellas, pequeños dibujos) del maestro venezolano nacido en Caracas (1920-1999), que permiten transitar entre las diferentes etapas (estaciones), series, temas y problemas que el artista desarrolló durante su amplia trayectoria.

En su mayoría, las obras de esta exposición provienen de la colección de Fina Gómez (Venezuela, 1920- España, 1997), figura muy destacada en la fotografía y como coleccionista, promotora, editora y mecenas del arte venezolano en el mundo cultural francés entre los años cuarenta y setenta, con quien Barrios mantuvo una estrecha relación en cuanto a afectos y proyectos.

Según la curadora e investigadora de artes visuales María Luz Cárdenas en el catálogo de la exposición, Barrios construye un lenguaje único, despojado, que parece flotar calmadamente.

Distingue en esta muestra cinco estaciones que expresan al artista:

Armando Barrios: Ritmos visuales
El Monje
1949, óleo sobre tela, 73 x 60 cm, firmado al dorso.
Es una pieza destacada en el inventario catalogado del artista, por la imponente presencia y los cambios que introduce en la representación. El retrato fue realizado durante su permanencia en Florencia y se vincula con su afinidad con los espacios sagrados para la contemplación y sus vínculos con la música… La figura es austera y rotunda, y los colores –oscuros y sepias– dejan brotar la magnífica luz de la vestimenta en beige. Ese tratamiento de la luz, equilibrada por entre los pliegues de la composición, es precisamente uno de los elementos más característicos de su trabajo. La aparentemente simple solución del rostro es otro rasgo digno de atención en este retrato, pues la simplicidad de líneas no sacrifica el logro de la expresión austera del religioso.

– La primera estación comprende una serie de los retratos tan característicos en su espectro de intereses. El género cruza diametralmente su producción y, desde sus comienzos, se impone por el sutil tratamiento de los rasgos.

– El segundo núcleo contiene tres naturalezas muertas y composiciones realizadas entre 1959 y 1963. El tema lo acompañaba desde sus años de inicio, cuando Barrios orientó su trabajo, no hacia la exaltación del paisaje que dominaba en la época, sino hacia las figuras, los retratos y la construcción de formas y volúmenes.

– La tercera estación de la muestra comprende la representación de espacios intimistas como otra apreciable línea temática desarrollada por Armando Barrios. Estudio en rojo, 1961 y Estudio, 1962, son prueba del virtuosismo técnico a la hora de manejar el color y el espacio en equilibradas composiciones.

– La cuarta estación se detiene en los procedimientos asignados al trabajo con el paisaje, que ubican a Barrios como especial cultor del género. Desde sus inicios los paisajes formaron parte de su trabajo y en ellos mantiene el equilibrio y la transparencia de las composiciones y de nuevo se aprecia su capacidad de sintetizar la abstracción y la representación naturalista.

– En la quinta estación se encuentran las figuras, que constituyen el signo principal de su lenguaje. Luego de haber transitado el abstraccionismo geométrico, Barrios regresa al arte figurativo, pero mantiene sus mismas formas geométricas de largas curvas y de gran simplicidad. El artista libera a la figura de sus vínculos contextuales, deshistoriza las imágenes.

Los doce pequeños dibujos presentes en la exposición son escrituras ágiles, bocetos, trazos y proyectos de pinturas entre 1952 y 1959. Algunos anuncian obras claves como Contrapunto de 1955, el Espejo o el tema de las Planchadoras. El Boceto de 1959, a color, es apenas la marca de un futuro rostro. Las figuras y desnudos traducen el germen de lo que sería una de las señas más particulares de su producción. Son detalles crecidos a distancia, sugerencias de un lenguaje consolidado y armónico que ya en esos detalles cobra su fuerza total.

(Nota realizada a partir del texto de María Luz Cárdenas, para el catálogo de «Armando Barrios: Ritmos visuales«)

 

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