Venezolanos ponen sabor “chévere” al sur de la Florida

ARE01. CHARLOTTE (CN, EE.UU.), 14/09/2013.- El empresario Luis Colmenares y la presidenta de "Los venezolanos en las Carolinas" degustan arepas durante la celebración del II Arepazo Mundial hoy, sábado 14 septiembre de 2013, en el restaurante Arepa Grill, en Charlotte, Carolina del Norte (EE.UU.). EFE/Alexandra Vilchez
JOHANNA A. ÁLVAREZ/ El Nuevo Herald
Solo en 15 años, los venezolanos se han ido colando en Miami convirtiendo el mosaico cultural que define al condado, con restaurantes que ofrecen arepas, pabellón criollo y otras degustaciones del país que dejaron, al tiempo que se han asentado en Doral y Weston, conocidas como “Doralzuela” y “Westonzuela”

 

Cuesta creer que había una época en el sur de la Florida en la que conseguir una arepa, una cachapa, un cachito –y ni hablar de hallacas o el pan de jamón– se podía considerar un viaje de excursión y un completo lujo.

Los primeros inmigrantes venezolanos, como Ernesto Ackerman, que llegó a Miami en 1989, recuerdan que los antojos criollos se solían complacer en un solo restaurante cuyo nombre no da pistas a la nación de Simón Bolívar.

Los primeros inmigrantes venezolanos, como Ernesto Ackerman, que llegó a Miami en 1989, recuerdan que los antojos criollos se solían complacer en un solo restaurante cuyo nombre no da pistas a la nación de Simón Bolívar. European Corner abrió en 1993 por Carlos y Alba Tassi en el suroeste de Miami-Dade, y durante la primera década, no tuvo una competencia significativa en todo el condado.

“Había una comunidad venezolana muy chiquita en la zona de Kendall, no existían organizaciones de venezolanos, ni los venezolanos nos conocíamos entre nosotros”, cuenta Ackerman en el tono de quien recuerda un pasado tan remoto que parece ficticio.

Por su parte, Oscar Puig-Corve llegó al sur de la Florida con su familia en 1982 cuando tenía 14 años y recuerda que en su colegio de unos mil alumnos había solamente dos venezolanos: él y otro muchacho.

GLORIA AL BRAVO PUEBLO

. Aunque los restaurantes son los más notorios, la realidad es que los venezolanos han conseguido un nicho en todas las ramas.

Es evidente que, desde entonces, los venezolanos se han ido colando poco a poco en el sur de la Florida, transformando el mosaico cultural que define al condado Miami-Dade. Los restaurantes que ofrecen el “pabellón criollo” se han nivelado con los que dan “ropa vieja” y “bandeja paisa” y al mismo tiempo, han surgido dos fuertes comunidades en Doral y Weston, que le han valido a las ciudades los sobrenombres de “Doralzuela” y “Westonzuela”. Todo esto en 15 años.

Como lo resume el profesor de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales del Miami Dade College, Richard Tapia, “los venezolanos traen a Miami lo mismo que traen muchas comunidades hispanoamericanas: su gusto, su música, su cultura, que permite a Miami ser de verdad la capital de las Américas”.

Otro importante aporte de los venezolanos al condado es el tema económico. Esta es la nacionalidad que más ha comprado viviendas durante los últimos años, tendencia que sorprende a algunos ante la crítica crisis económica que vive el país suramericano. Pero los venezolanos también se han dedicado –por razones migratorias o personales– a abrir todo tipo de empresas en el sur de la Florida. Aunque los restaurantes son los más notorios, la realidad es que los venezolanos han conseguido un nicho en todas las ramas.

Ackerman y Puig recuerdan que las primeras empresas de sus compatriotas eran compañías dedicadas a carga, transporte y exportación. Pero en los últimos años se ha visto incluso sucursales de compañías reconocidas en Venezuela, como es el caso de la farmacia Locatel, de la tienda de construcción Prosein y hasta de la funeraria Vallés.

¡ABAJO CADENAS!

La primera ola migratoria vino en 2003, luego que 17 mil empleados de Pdvsa fueron despedidos por haber participado en el paro petrolero de 2002.

Para aquellos venezolanos que han sido testigos del cambio, la migración de compatriotas empezó a crecer proporcionalmente con la instauración del “socialismo del siglo XXI” del ex presidente Hugo Chávez. Anteriormente, como recuerda Alba Tassi, la fundadora del restaurante European Corner, los venezolanos no emigraban, sino que viajaban a todos lados con su popular frase: “Está barato, ¡dame dos!”.

La primera ola migratoria vino en el 2003, luego que unos 17,000 empleados de la empresa estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) fueron despedidos por haber participado en el paro nacional del 2 de diciembre de 2002 al 3 de febrero de 2003. Chávez incluso despidió en cadena nacional a los altos ejecutivos a quienes llamó por nombre y apellido, seguido de un grito de “Pa’ fuera”.

Publicado en www.elnuevoherald.com

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