AURORA SAMBRANO –
El pasado jueves 9 de marzo se realizó en París un acto sobre «Los tres discursos del latinoamericano», basado en el libro del pensador venezolano J. M. Briceño Guerrero «El laberinto de los tres minotauros». La antropóloga Cantaura La Cruz y el escritor Rodrigo Blanco Calderón tuvieron a cargo las ponencias. El acto fue organizado por la Asociación VSA (Aurora Sambrano y Juli Estrada) y por la Asociación Maestro J.M. Briceño Guerrero (Crsitina Briceño-Fustec). Escenario: Maison de l’Amérique latine (217 Bd St-Germain, Paris 7e)
Comencemos por enunciar el objeto de este acto citando palabras del autor:
«Tres grandes discursos de fondo gobiernan el pensamiento americano. (…)
Por una parte el discurso europeo segundo, importado desde fines del siglo XVIII… Sus palabras clave en el siglo XIX fueron modernidad y progreso. Su palabra clave en nuestro tiempo es desarrollo. (…)
Por otra parte, el discurso cristiano-hispánico o discurso mantuano heredado de la España imperial, en su versión americana característica de los criollos y del sistema colonial español. Este discurso afirma, en lo espiritual, la trascendencia del hombre, su pertenencia parcial a un mundo de valores metacósmicos, su comunicación con lo divino a través de la Santa Madre Iglesia Católica Apostólica y Romana …
…en lo material está ligado a un sistema social de nobleza heredada, jerarquía y privilegio que en América encontró justificación teórica como paideia y en la practica sólo dejó como vía de ascenso socioeconómico la remota y ardua tarea del blanqueamiento racial y la occidentalización cultural a través del mestizaje y la educación, doble vía simultánea de lentitud exasperante, sembrada de obstáculos legales y prejuicios escalonados…
[Este] discurso se afianzó durante los siglos de colonia y pervive con fuerza silenciosa en el período republicano hasta nuestros días, estructurando las aspiraciones y ambiciones en torno a la búsqueda personal y familiar o clánica de privilegios,
En tercer lugar el discurso salvaje; albacea de la herida producida en las culturas precolombinas de América por la derrota a manos de los conquistadores y en las culturas africanas por el pasivo traslado a América en esclavitud, albacea también de los resentimientos producidos en los pardos por la relegación a larguísimo plazo de sus anhelos de superación. Pero portador igualmente de la nostalgia por formas de vida no europeas no occidentales, conservador de horizontes culturales aparentemente cerrados por la imposición de Europa en América. (…)
El discurso europeo segundo gobierna sobre todo las declaraciones oficiales, los pensamientos y palabras que expresan concepciones sobre el universo y la sociedad, proyectos de gobierno de mandatarios y partidos, doctrinas y programas de los revolucionarios.
El discurso mantuano gobierna sobre todo la conducta individual y las relaciones de filiación, así como el sentido de dignidad, honor, grandeza y felicidad.
El discurso salvaje se asienta en la más íntima afectividad y relativiza a los otros dos, poniéndose de manifiesto en el sentido del humor, en la embriaguez y en un cierto desprecio secreto por todo lo que se piensa, se dice y se hace, tanto así que la amistad más auténtica no está basada en el compartir de ideales o de intereses, sino en la comunión con un sutil oprobio, sentido como inherente a la condición de americano. (…)
[Consecuencias]
La primera de orden práctico: ninguno de los tres discursos logra gobernar la vida pública hasta el punto de poder dirigirla hacia formas coherentes y exitosas de organización, pero cada uno es suficientemente fuerte para frustrar a los otros dos, y los tres son mutuamente inconciliables e irreconciliables. (…)
La otra consecuencia de orden teórico: no se logra formar centros permanentes de pensamiento, de conocimiento y de reflexión… el conjunto de la situación aleja al americano de la toma de conciencia integral de si mismo, de su realidad, social, de su puesto en el mundo… »
En Prólogo pp.7-10. El Laberinto de los tres minotauros. Monte Ávila. Caracas, 1997.
Resumen del acto
Abre el encuentro Gabriela Lázaro, joven licenciada en idiomas, para presentar su proyecto sobre la literatura venezolana publicada en francés: Entre sus palabras, recuerda que el filósofo Briceño Guerrero es un personaje icónico de su ciudad natal, Mérida.
Cristina Briceño-Fustec hace una introducción sobre Briceño Guerrero, su padre, dando detalles biográficos y destaca su dedicación a las letras desde muy joven Es autor de 35 libros: ensayos filosóficos y obras de ficción con la firma Jonuel Brigue.
Luego Cantaura La Cruz inicia su ponencia sobre el libro El laberinto de los tres minotauros y hace hincapié en fenómenos religiosos desarrollados en América hispana tras la importación de millones de esclavos, recordando siempre el fenómeno de los mantuanos (con un apéndice sobre esta apelación muy específica para la región). También señala la creencia venezolana en una diosa local llamada María Lionza, resultado de un sincretismo con base cristiana y de arraigo popular.
Inmediatamente después, Rodrigo Blanco Calderón ofrece una apreciación global sobre el libro, felicitando a Cantaura por su esmero en el ejercicio. Dice que está contento de haberlo vuelto a leer, ya que su primera lectura la hizo siendo muy joven sin darse cuenta de la profundidad de lo que allí se expresa, y pasó a detallar ciertos elementos relacionados con los principios de Europa (Europa y América en el pensar mantuano) que se transmitieron a América: cristiano, señorial, imperial y racional, la interacción de estos principios. Hace una analogía de este libro con el Manifiesto del partido comunista por el carácter profético de sus argumentos. Le asombra el hecho de que el libro comienza por un “salta a la vista que somos europeos” y que él, estando en París, por ejemplo, no se siente para nada europeo.
Hago una aclaratoria relacionada con el libro y es que, como me lo sugirió Cristina, cada discurso está escrito en su lenguaje propio, el europeo segundo, el cristiano hispánico y el salvaje, de allí que muchas veces se sienta la ironía en la escritura. Como si cada uno fuese escrito por alguien que justificara su existencia.
Para continuar, Cristina Briceño-Fustec inicia un diálogo con el público con ejemplos sobre los diferentes discursos, de los que destacamos uno, el del tío Nano (Dr. Yépez) que estaba diciendo que no debían haber elecciones porque eso lo ponía en el mismo plano que su chofer, el Cabeza, que no tenía estudios y este le dice:
– Doctor Yépez, yo sí sé por quién voy a votar…
-¿Qué vas a saber tú?, le dice tío Nano. A ver ¿por quién?
Y el Cabeza responde:
– Por el que usted me diga Doctor Yépez
Acto seguido, fue presentado el video “Soy América” (9 min.) de Alicia Fuenmayor y Laurent Moussinac, un trabajo que retoma también algunos conceptos de lo que fue presentado esa noche.