GERARDO GUTIÉRREZ –
En la ciudad de Corpus Christi (Texas, EEUU) reside la artista plástica y educadora Josefina “Chispa” Hernández de Bluntzer, última sobrina directa con vida del doctor José Gregorio Hernández, candidato a la beatificación.
Con 86 años de edad, custodia objetos y documentos que pertenecieron al médico de fe venezolano, los cuales son de gran valor histórico y patrimonial, de cuya vida ejemplar se espera sea elevado a los altares de la Iglesia Católica como el milagroso santo del pueblo venezolano.
Apenas 13 años después de ocurrida la muerte de “El médico de los pobres”, nacía el 31 de marzo de 1932 su sobrina en la clínica Luis Razetti de Caracas, fruto de la unión de Anita Espinal y José Benigno Hernández Escalona, quien era el menor de los hermanos varones de José Gregorio.
Desde muy pequeña conoció por medio de sus familiares, sobre los méritos académicos, científicos y sociales de su tío; así como sobre su trayectoria como fervoroso cristiano católico y hombre ganado a las causas más nobles.
NUEVOS AIRES PARA LA BEATIFICACIÓN
-¿Cómo recibió la noticia de la designación de la jurista argentina Silvia Correale, como nueva postulante para gestionar el proceso de beatificación de su tío?
-¡Ay, me encanta!, porque eso estaba como dormido durante tanto años, desde que el papa Juan Pablo II lo elevó de la categoría «Siervo de Dios» a «Venerable», había quedado en que nadie hacía nada; entonces ya veo que parece que hay un poco de movimiento. Quizá llegue a los altares antes de que yo pase a la otra vida.
Otra noticia que anima a la feligresía católica venezolana, es el hecho de que en octubre de este año el maracucho monseñor Edgar Peña haya sido designado jefe de la sección de Asuntos Generales de la Secretaría de Estado del Vaticano, custodio tanto del Sello de Plomo como del Anillo del Pescador, símbolos de la autoridad, autenticidad y omnipotencia del papa Francisco. Peña es ahora el tercer hombre más influyente de la Iglesia Católica Romana.
-Siendo Francisco el primer papa latinoamericano, ¿qué esperaría o le pediría, en relación con el proceso de beatificación de José Gregorio?
-Que cuando fuera a pensar en quién sería buen candidato para ser beatificado, piense en una persona de vida normal, de vida laica, no eclesiástica. En la generalidad de la humanidad se necesitan ejemplos de personas que llevaron una vida normal, siendo médicos, hombres de familia, con sus hermanos. Que den ejemplo de cómo se puede vivir en el mundo, sin necesidad de ser sacerdote o monja y llegar a ser santo.
-¿Cuáles recuerdos guarda sobre su tío, de acuerdo con lo que le comentaba su familia, de cómo era él?
-Desde que yo recuerde, de niña, niña, siempre en mi casa me decían por las noches: “ahora récele a su tío santo”; eso era a diario. Ángel de mi guarda… y después, “ahora récele a su tío santo”. Aunque no lo hubieran hecho santo, en mi familia y en muchas partes de Venezuela, ya se consideraba una persona muy santa, muy buena. Y, además de eso, mi mamá conoció a mi padre por medio de él; ya que mi padre era médico también y eran muy unidos. Fue José Gregorio quien lo entusiasmó para que hiciera Medicina. Y entonces, cuando fue él a ver a una persona enferma, amigo de mi mamá, mi tío llevó a su hermanito que se acababa de graduar de médico -mi padre- y allí se conocieron mi mamá y mi papá. Así que eso fue obra de José Gregorio.
-¿Qué representa el doctor José Gregorio Hernández para los hombres de hoy y qué podemos aprender de él en estos tiempos?
-Específicamente, y sobre todo para los médicos, que sean médicos dedicados, que respeten y quieran a sus pacientes. Y para todo el mundo, la caridad. Él fue lo más caritativo que existe, con todos. Por eso murió, porque cuando iba a comprar un remedio, porque sabía que su paciente no tenía con qué (pagar), fue a la farmacia a comprárselo y es allí donde ocurrió el accidente. Era muy caritativo, todo un señor discreto, con buen juicio. Él era medico en el Hospital Vargas, y cuando le pagaban el sueldo, pedía que se lo dieran en monedas, y desde que salía hasta que llegaba a su casa las iba repartiendo; porque pasaba por donde había gente pidiendo limosna en esos tiempos y los enfermos necesitados afuera del Hospital. Y cuando llegaba a la casa, ya había dado todo, ayudando a la gente. También era muy, muy religioso, tanto así que él trato de entrar a una orden de monjes, en una parte de Italia que era (de clima) muy frio. Allí se enfermó terriblemente. El frio le pegó y no estaba acostumbrado. Entonces el monje director le aconsejó: “Yo no creo que Dios quiera tenerlo aquí. Yo creo que Dios quizá quiera tenerlo en el mundo. Regrese a su país y busque que lo dirija un sacerdote, para que pueda hacer el bien del lado de afuera”.
PIEZAS DE MUSEO
Desde su infancia, Josefina “Chispa” Hernández aprendió el respeto y valor de la trascendente trayectoria de su tío, como hombre de ciencia, fe y amor al prójimo.
El cultivo de su legado lo lleva hasta nuestros días y con el pasar del tiempo la convirtió en custodio de piezas y objetos que hablan del paso de José Gregorio entre nosotros; tales como la silla que usaba en el comedor de la familia, un espejo del siglo XVIII que le trajo de regalo a sus padres desde Europa por agradecimiento, y una foto inédita.
Precisamente, la fotografía, en su formato original, presenta a José Gregorio de cuerpo entero, en la pose clásica, con la cual se le conoce; solo que en ésta, mira directamente a cámara. Usa un chaleco de cinco botones externos y el cuello de su camisa es de corte en “V” y no redondeado.
“Esa foto fue de mi papá y cuando él murió quedó en mi casa. Es la que recuerdo desde niña, a la cual le rezábamos en mi casa”, comenta la sobrina de El Venerable.
SU TÍO LE HIZO UN MILAGRO
Cuenta la única sobrina viva de José Gregorio Hernández que ella tuvo un accidente de tránsito, por el cual la movilidad de sus piernas quedó muy afectada. Los médicos no le garantizaban que volvería a caminar. Ella le pidió su intervención con mucha fe diciendo: “Mira, a ti te mataron en un accidente de carro. Yo no me morí. Entonces, por favor, cúrame estas piernas, por favor, tío José Gregorio”. Y se lo concedió.
Pues hoy «Chispa» es una abuela muy activa que sigue conduciendo su propio vehículo por las avenidas de la tierra natal de la artista Selena Quintanilla, para realizar su mercado e ir a misa religiosamente los domingos. Pinta cuadros y cuida a sus animales domésticos; además de contar con una claridad meridiana y hablar tres idiomas: inglés, francés y español.
Sigue conectada con su tierra y gentilicio a pesar de vivir en Estados Unidos desde hace 71 años y de no visitar a Venezuela desde hace más de 20.
-¿Qué le pediría usted al venerable José Gregorio de cara a la difícil situación de la nación venezolana?
-Que para quien sea que esté en el gobierno, que sea honrado, para que sea bueno con el pueblo, que respete la vida humana enormemente, y que nos de un gobierno del cual podamos estar orgullosos.
-¿Tiene algún mensaje final que quiera compartir?
-Que no pierdan fe. Que tengan conexión con Cristo en la eucaristía que es lo que mantuvo José Gregorio toda su vida. Es la manera en la que podemos estar más cercanos a Dios y que tengan fe, haciendo el bien.
Gerardo Gutiérrez, periodista venezolano. Escribe desde Bucaramanga, Colombia
Fotos/ Julio Leal @kantauro