FRANCESCO NIGRI –
El Festival Internacional de Poesía de Génova (7 al 18 de junio) fue un encuentro completamente dedicado a la tragedia del pueblo venezolano, afligido por décadas de una dictadura cada vez más asfixiante.
En el interior del Palacio Ducal de Génova, en la Sala del Menor Consejo, utilizada en el pasado para las reuniones del Senado y de las máximas magistraturas de la República de Génova, ha sido lanzado un único y apasionado grito de paz y denuncia por una Venezuela libre y democrática.
Un coro, ese de Armando Rojas Guardia, José Pulido y Hebe Muñoz, de voces nunca desentonadas aunque diferentes por formación y generaciones, fue un acontecimiento excepcional realizado gracias a la sensibilidad humana y poética del director del Festival Internacional de Poesía de Génova, el también poeta Claudio Pozzani. Y con la coordinación paciente y meticulosa de la traductora e intérprete venezolana Mayela Barragán.
En Venezuela a Rojas Guardia lo llaman “El Poeta“. Fundador del Grupo Tráfico, es también ensayista y coordinador de muchos otros laboratorios literarios venezolanos. Con elevada obra de pensamiento místico latinoamericano. Docente de Literatura en la Universidad Central de Venezuela e hijo de la Filosofía, Rojas Guardia es una de las voces fundamentales de la poética venezolana contemporánea. Además, es Miembro Honorario del Movimiento Poético de Maracaibo y miembro de la Academia Venezolana de la Lengua.
José Pulido, poeta, narrador, periodista y crítico. Ha emigrado a Italia por su desacuerdo con el régimen dictatorial venezolano, después de haber colaborado con numerosos periódicos y revistas, también como corresponsal de guerra. Ha fundado varios festivales y reseñas culturales. Además de haber publicado colecciones de poesías y novelas reconocidas a nivel internacional.
Y Hebe Muñoz, profesora de Lenguas y poeta. Nacida y crecida en Venezuela, ahora en Italia, país del cual ha adquirido la nacionalidad. Más allá de los muchos premios literarios, Muñoz ha publicado dos libros de poesías que distribuyen Feltrinelli y Amazon: Pegasa y Escuderos, ambos en italiano y español. Y su libro Escuderos de la Libertad, recién publicado, está dedicado a los jóvenes asesinados, presos y torturados durante el 2017 en Venezuela, solo por haber tomado las calles para protestar con escudos de cartón pintados. En defensa del pueblo venezolano llevado al hambre y a la negación de cada derecho civil y social por la dictadura de Maduro.
Han conmovido a todos, y también ellos tres, los poetas, se han conmovido.
Armando Rojas Guardia ha recitado apasionadamente y de memoria su poema Patria, una obra dedicada del alma a su país. A la “terquedad sombría” de su fuerza y al “trapo contumaz” de su bandera. Ha subrayado el dúplice aspecto del deseo de libertad y la sumisión, en algunos casos complicidad, con una “pátina absurda de grandeza”, su “horror” y “pesadilla.” Una sacudida al pueblo, aquel de Rojas Guardia. Un pueblo tomado por la “dificultad de sonreírse levantando los hombros, desganado” mientras se dice a sí mismo “con sorna, con ternura, mañana sí tal vez”. Y “quizá mañana” ha recitado en voz alta en el cierre, y en llanto, Rojas Guardia: esperanza, impulso final, sacudida a su pueblo.
José Pulido ha trazado una panorámica, en verdadera narración poética, de la situación en la que se encuentra el pueblo venezolano. Trama sutil el entretejerse constante de una tristeza individual y social nunca antes vista en Venezuela. Nos han inyectado “en la profundidad, en las venas del alma, una tristeza sin precedentes”, ha afirmado Pulido. Tristeza de no poder hacer nada concreto, que sea eficaz, por el respeto de la dignidad humana. Tristeza por una futura tiniebla, por un presente agotador. Porque agotador para la dignidad humana es comer de la basura, que no se puedan curar por enfermedades terribles o banales, mirarse con hostilidad o con sospecha, entregados al miedo. Tristeza individual y social que está convirtiendo en casi el rasgo característico de un pueblo, un genoma que mata desde dentro.
Y luego Hebe Muñoz ha recitado versos de Escuderos. De aquellos que le ha dedicado a los niños muertos por desnutrición, aquellos en honor de héroes como Óscar Pérez, masacrado a sangre fría apenas se rindió en manos de los cuerpos especiales armados de Maduro, como todos los civiles que quiso proteger. No tanto tiempo atrás: sólo el pasado año. Todos asesinados online, en directo por las redes sociales. Y los versos dedicados a quienes todavía están presos, perseguidos, torturados. Y a Antonio Ledezma, alcalde de Caracas que huyó rocambolescamente de su casa-cárcel y ahora desde el destierro organiza la diáspora venezolana.
En medio del silencio de la sala llena se hizo eco una trompeta. De un video proyectado en sala, otro Óscar Pérez, Medero, tocó el cuerno de llamada de los Escuderos. Recordando, entre imágenes verdaderas, sus hijos y sus salidas con escudos de cartón pintados. En medio a una absurda lluvia de proyectiles y bombas lacrimógenas de la Guardia Bolivariana. Entonces tres voces, tres vidas, tres poetas por un único grito vertido: una Venezuela libre y democrática.
Y cada rincón, cada tribuna, cada púlpito es ocasión de vida para este pueblo. Un pueblo que ahora está viviendo la imponente batalla mediática del régimen, después de las últimas elecciones presidenciales disfrazadas que han colocado de nuevo a Maduro en la silla del poder. Una batalla que aspira a confundir. A crear confusión entre los venezolanos y en el mundo entero. Porque la confusión es la madre de la rendición a la indiferencia, a la resignación. Pero no, los venezolanos no se rinden. Aquellos “quizá mañana” de Armando Rojas Guardia es la certeza de que éste es un pueblo que, como dice Muñoz, “en las venas tiene sangre buena.”
Publicado en francesconigri.it