ELIZABETH ARAUJO –
A punto de cumplir los 40, Isabel Osuna Gatty aterrizó en Sidney y se casó por internet, cuando esa práctica era desconocida. Para sobrevivir vendió productos Avon y contaba los tiestos de basura de un condado. Hasta que hizo suya la misión de alfabetizar en un país donde 46% de la población no sabe leer. En 2016 recibió el Australian Training Award por la Excelencia en Práctica de Lenguaje, Alfabetización y Numeración
De eso hace muchos años. Alumna de cuarto grado, utilizaba el patio trasero de su casa, en El Trigal, Valencia, Carabobo y con una pequeña pizarra les daba clases a niños vecinos que, debido al síndrome de Down los habían dejado fuera de la escolaridad, Fue así como quedó grabada en Isabel Osuna Gatty la determinación de que no tendría otro oficio que no fuera el de ser maestra.
Hay quienes salen huyendo del país por razones políticas; otros lo hacen por ambición, deseos de conocer otras culturas; e inclusive por deudas o por miedo, pero el caso de Isabel Osuna es distinto. “El amor me trajo a Australia. Conocí a mi esposo por Internet en 1999, cuando la gente no se conocía a través del computador. Menos mal que guardamos los emails y demostramos al Departamento de Inmigración que lo nuestro era en serio. Hoy conocerse por el internet es de lo mas natural. En verdad, yo no tenía ningún interés en emigrar a Australia. Mis planes eran ir a España, ya que mi papá nació en Madrid, y tengo familia allá. Lo único que quería era trabajar y estudiar en otro país”.
La familia de Isabel Osuna presentía que se acercaban tiempos difíciles para Venezuela, y de joven fue enviada a Estados Unidos. Allá sacó el bachillerato, y al regresar se inscribió en la UCV. Cuando la crisis asomó sus narices, tomó una maleta y compró el boleto de avión. “Quería comenzar otra vez”, nos dice en entrevista realizada por chats y correo electrónico.
EN TIERRA DESCONOCIDA
Llegó a Sidney cargada de expectativas pero sin miedo, porque siendo hija de emigrante, “uno va descifrando la clave del éxito, que no es otra que luchar y trabajar duro”. Isabel Osuna hizo de Australia su segunda casa. “Aquí tengo mi familia. Mi esposo Fraser Gatty, la gatita Millie Kat y una perrita llamada Pequis, que nos adoptó cuando fuimos a vivir a un pueblo aborigen en el Territorio del Norte y tuvimos que hablarle en Warlpiri, sobre todo la palabra NO. Cuando le decíamos NO en inglés y en español y nos seguía, hasta que le dijimos “lowa”, que es “no” en warlpiri (lengua aborigen que cuenta con un mayor número de hablantes) y se detuvo.
-Frasser me ayudó y me puso en contacto con los servicios comunitarios, y del resto me ocupé yo buscando información y las personas con el conocimiento necesario para ayudarme. Aún así debí dedicarme a buscar trabajo. Leí de todo, hice muchas preguntas y me conecté con gente que me pudiera ayudar dándome la información más precisa. No me quejaba. Trabajé en lo que conseguía. Durante muchos años tuve dos trabajos. Cuando empecé, tenia cuatro y hasta cinco trabajos a la vez. Lo hacía desde las 7 de la mañana hasta las 9 de la noche; de lunes a viernes, y trabajaba los sábados también. Solo, desde hace un par de años, que estoy en un solo trabajo. No te imaginas lo aburrida que me siento”.
-¿No obstante vivió los apuros por los que pasa todo inmigrante?
-Desde luego, como todo emigrante, fue bien difícil. La primera persona que conocí fue la señora que vendía productos Avon. Nos hicimos amigas, y fue ella quien me ayudó a conseguir otros trabajos, como ese de ir por un condado potes de basura. Tenía que encontrar y conectar los potes de basura con los negocios de la ciudad. Había que caminar y caminar por callejones desde temprano en la mañana antes de que los potes fuesen retirados de la calle. Te puedes imaginar los olores y los colores. Me topé con ratas y gatos. Mi proeza fue hallar un pote de basura que había estado perdido durante 3 años. Hice mi trabajo tan eficientemente que me ofrecieron un cargo fijo el área de aseo urbano, el cual decliné muy humildemente. La basura no era mi norte.
APRENDO DE TODO Y LUEGO LO COMPARTO
-Claro, porque lo suyo era la educación, pero también el diseño, la publicidad, el periodismo y la lingüística. ¿Cómo define usted ese entusiasmo por aprender y enseñar?
-Me apasiona aprender y quisiera que todo el mundo sienta esa pasión. Yo he estudiado un poco de todo: arte, diseño, publicidad, mercadeo, turismo, literatura inglesa, periodismo, producción de televisión, organización de eventos, gerencia comunitaria, idiomas, psicología y una lista larga que sigue. Eso me recuerda a mi papá, quien me preguntaba qué iba hacer con todo eso, y yo le contestaba “no sé, papa, a lo mejor algún día lo utilizo todo, Y así fue. Gracias a todos esos estudios, logré surgir rápidamente en el campo laboral en Australia.
-¿Qué experiencia, que desconocida de los australianos, le impactó más cuando optó vivir en ese país?
-La historia del Aborigen. No fue sino hasta 1967 cuando los aborígenes se convirtieron en ciudadanos australianos, y fue a mediados de los 70 cuando el gobierno dejó de robarles los hijos de raza mezclada a las madres para entregarlos a familias blancas que los tenía como sirvientes. Todavía los aborígenes no son parte de la Constitución australiana y viven en condiciones de miseria y pobreza, peores que mucha gente en países del tercer mundo. Por eso, he dedicado mi trabajo a ayudar a las comunidades aborígenes.
-Por otro lado ¿qué tiene Australia que seduce y hace que desde lejos se vea como una tierra misteriosa?
-A mí me seduce su cultura y el arte aborigen. Me encanta oír sus historias, y disfruto pasar tiempo jugando y conversando con los niños. Creo que el aislamiento de Australia es su bien y su mal. Es un país diverso que le falta crecer para convertirse en una nación multicultural. Le tiene que dar las gracias a Paul Hogan, el de Crocodile Dundee, por haberle hecho la mayor publicidad turística al país.
-El Australian Training Award es el máximo premio que se concede en Australia a la excelencia educativa ¿Qué hizo usted para merecerlo?
-Me he dedicado a ayudar a la comunidad desde que llegué aquí hace 15 anos. Luché muy duro para que las comunidades aborígenes tuviesen el derecho a programas educativos. Elaboré una serie de materiales y videos para sembrar conciencia sobre la necesidad de saber leer y escribir. Viajé por todo el país llevando mi mensaje sobre la importancia de la educación.
-Más que un oficio, es su pasión…
-Yo dedico cada momento de mi vida a enseñarle algo a alguien. Hago las cosas de modo diferente y trato de plantar semillas por donde paso. Utilizo cada encuentro, sea con alguien a quien conozco o a un desconocido, para explicar algo o enseñarle algo nuevo. Yo digo que no conozco el “no” como respuesta. Ante un problema, me planto y digo: tiene que haber alguna solución.
-¿Qué significa para usted la educación?
-Es lo más importante para el ser humano después del techo y la comida. Sin educación no tenemos acceso al empleo y a los servicios. Con educación inspiramos a las nuevas generaciones y le cerramos la puerta a la ignorancia. Ella me ha dado la mayor satisfacción: que la mayoría de mis alumnos siguen la carrera de Educación y se mantienen en contacto conmigo.
-¿Qué aconseja a los venezolanos que están emigrando hacia Australia?
-Que vengan con el inglés aprendido. Aquí solo el 0.5% de la población habla español. Hay que venir dispuestos a trabajar duro. Aquí te puede tomar mínimo 3 a 6 meses, o más, hallar trabajo. Pero el idioma es lo esencial. Es difícil pero no imposible.
-Hoy, posiblemente, le lleguen noticias de Venezuela que no son nada alentadoras. A su juicio ¿qué debería hacer en Venezuela para retomar el camino del progreso y la paz?
-Solo cuando haya verdadera unidad, habrá cambio. En Venezuela, todavía hay mucho egoísmo. Solo cuando todos se sientan afectados, entonces se podrá dar un paso adelante. Acaban de llegar a Australia noticias de los eventos recientes en Venezuela. Pero lamentablemente el mundo tiene puesto los ojos en Siria. Entonces, creo que los venezolanos tendremos que ayudarnos a nosotros mismos. Si pudieron hacerlo en 1958, lo podrán hacer otra vez.
-¿Cuál es la clave para mantenerse activa y trabajar con entusiasmo?
-Vegetarianismo, positivismo, humildad, perseverancia y hacer el bien por donde vayas.
-¿Qué es lo que más añora y recuerda con nostalgia de Venezuela?
-Venezuela es un país muy hermoso geográficamente. Extraño el Ávila, las guacamayas, esa manera de ser del venezolano y, particularmente, la comida.
-¿En qué medida considera que esta nueva generación de estudiantes y profesionales jóvenes que abandonan el país aportará algo positivo para cuando regresen a su patria?
-Todos tenemos la esperanza de regresar y volver hacer de Venezuela el gran país que fue. Las experiencias vividas en el exterior enriquecerán las vidas de todos, y afrontarán los retos de manera diferente, lo que nos ayudara a mejorar los recursos y los sistemas existentes y crear muchos empleos.
-Y usted ¿piensa regresar a Venezuela?
-No he ido más. En eso soy como Celia Cruz: regresare cuando Venezuela sea libre otra vez.