JOSÉ PULIDO –
Cuando Pericles naufragó en una desconocida playa, dijo: “He sido la pelota con que los vientos y las aguas han jugado en esa gran cancha de tenis que es el mar”.
Esa voz que permite imaginar a Pericles, es obra de William Shakespeare, cuya pluma no dejaba perecer a ningún personaje. El párrafo también le otorga un rol protagónico al juego de tenis, esa acción alucinante que sin embargo exige una perfecta concentración. Dicen que en el fragor de tal deporte surge una especie de música profunda, que solo comparten los contrincantes, porque las raquetas terminan siendo una prolongación del corazón; de su ritmo, de su necesidad de sentir lo bello y lo desastroso.
Pensaba en este tema, mientras me dirigía a una entrevista con la narradora genovesa Bárbara Garassino. Desde niña se dedicó a jugar tenis y obtuvo grandes triunfos en ese deporte. De igual manera, desde la infancia leía y escribía y deseaba ser escritora y se convirtió en una narradora de alto vuelo.
Ella es admirable por su escritura y por su personalidad, que parece el resultado de una armonía feroz y una tempestad parsimoniosa. Es una persona muy agradable y se corre el riesgo de que parezcan piropos o alabanzas exageradas estas frases, pero el asunto es que Bárbara Garassino es así y no es posible hablar de ella sin mencionar su carisma.
Avanzaba hacia la entrevista y también pensaba que Lord Byron caminó por este lugar, con su preciosa osadía, convirtiendo en poesía todo lo que miraba; Percy Shelley y Mary Shelley también recorrieron, con sus talentos profundos, este centro de la ciudad que ya era histórico en aquel entonces. Gustave Flaubert se asombró ante tanta belleza y se la llevó para describirla con su encumbrado genio.
EN LA STANZA
En el presente y un poco al margen de todo eso, inagotables jóvenes suben y bajan por las escalinatas del Palacio Ducal de Génova; varias parejas se sientan en los escalones de mármol a conversar. Y a unos pasos está la puerta de los torbellinos esenciales: la Stanza de la Poesía.
En ese escenario cálido y emocionante se mueve Bárbara Garassino, la narradora genovesa. Una mujer esbelta, navegante de su interioridad: ella parece un pensamiento. No desarticula nada en su entorno, no desacomoda el ambiente. Es totalmente serena. La gente que comienza a llegar para alguna de las actividades de la Stanza de la Poesía, la saluda con familiaridad.
Si está leyendo o escribiendo en la Stanza, sentada en su escritorio, se nota la disciplina que despliega en lo que hace.
Afirma que no es poeta, pero todos los años lee en público una gran cantidad de poemas de otros autores.
La mayoría de los poetas invitados al Festival Internacional de Poesía de Génova, expresan sus poemas en el idioma que escriben. Y las traducciones al italiano, generalmente son leídas por los organizadores del evento: el poeta Claudio Pozzani y la narradora Bárbara Garassino. Ambos le ponen calidad y vehemencia a lo que leen. Eso no significa que no tienen otros invitados que ayudan a leer los textos. Pero Claudio y Bárbara se esmeran y terminan agotados cada día. Aunque contentos por el trabajo que realizan.
Es muy activa y dinámica. Ella aplaca con su presencia cualquier asomo de pesimismo. Nació en Génova el 9 de mayo de 1972 y desde la escuela primaria se guió por dos pasiones, según ha dicho: deseaba ser maestra y leer todo lo que pasara ante sus ojos. A los nueve años de edad comenzó a entender cuánto le pertenecía el tenis, como deporte preferido y practicado por su familia.
-Me encontré muy dotada para eso y empecé a vivir una especie de doble vida. En la escuela era una estudiante modelo, muy apasionada de la historia, de la literatura y la poesía. Y en el campo era una determinada jugadora, impulsada por una carga agonística fuerte e indispensable-, dijo en una entrevista.
Ella conquistó en el tenis un ranking en el ámbito nacional, logrando tres triunfos en la Liga de Campeones y una posición de clasificación para la justa mundial.
Entonces empezó la Universidad, en la Facultad de Letras, pero luego descubrió que sus dos pasiones podían convivir: se transformó en maestra de tenis y tuvo tiempo de leer mucho y de escribir. Leía a Proust, Dostoievsky, Hesse, Svevo, Nabokov, Fallaci. En el año 2011 nació su primer libro: Pasos en las sombras, una novela que tuvo prólogo del destacado periodista, crítico literario y docente Cesare Viazzi. Son once historias las que enriquecen ese libro. En esa ocasión ella lo comentó así:
“…Podría decir que contiene once historias, nacidas de mi gran amor por la escritura y centradas en la vida y el amor, incluso a menudo hablan de la muerte; Podría decir que estas historias contienen mis miedos, mis sueños, mis rebeliones y también puedo decir que Sally es la mujer que soy, Rachel Bardi es la chica que fui y Elena es la mujer que nunca seré…”
LA ENTREVISTA
La conversación se desarrolló en la Stanza de la Poesía, antes de que se iniciara una de las tantas actividades que se realizan allí, en torno a la poesía, el arte y el conocimiento.
-¿Qué es lo que más te satisface de la poesía y de la narración?
-Creo que la poesía es la más noble de todas las artes. Es un resumen de la música, la forma, el contenido. Es el lugar donde la palabra asume su mayor valor significativo. El verdadero poema debe ser un medio de humanización, nos debe dar esa mirada hacia arriba, que nos empuja hacia el aire, dantescamente «en lo amplio y en la altura» (donde lo alto es lo profundo). Yo diría, en resumen, que la poesía es el lugar y la expresión del espíritu.
La narrativa siempre ha sido una gran pasión para mí, como lectora y escritora. Lo que más me atrae y me fascina es la «otra mirada» del narrador, la capacidad de separarse de la realidad para contarla, la creación de historias, dar vida a los personajes. Hay en mí la percepción inquieta de que una vida es insuficiente para agotar la necesidad de experimentar, de saber, de soñar. A través de la narrativa puedes tener innumerables vidas, puedes ser quien quieras, puedes viajar a cualquier lugar, puedes crear mundos fantásticos. En resumen, considero que el espacio de lo que se relata, de la historia, es un verdadero paraíso de la imaginación.
(Su voz es como un imán. Un ciego con la sensibilidad de Homero podría sacar conclusiones completamente épicas. Es una voz de mujer irreductible, luchadora).
-¿En qué sentido te ha cambiado la poesía?
-Yo diría que más que cambiarme, la poesía y la literatura en general me han acompañado en lo que yo llamaría un crecimiento del alma. En una época, la de mi niñez y de mi juventud, en la que la familia no era lo usual para abordar cuestiones relacionadas con la interioridad -algo muy difícil si eres particularmente sensible-. el único refugio posible y el único lugar de aprendizaje y reconocimiento eran los libros.
(Cuando habla o lee poesía en un escenario, se desplaza de una manera muy particular. Por supuesto, ya lo han advertido: el tenis modela los gestos del cuerpo. El tenis hace que el jugador se exija hasta el límite sin perder la conciencia y la sindéresis. Ningún deporte se acerca tanto al arte).
-¿Hay muchas diferencias entre la poesía escrita por un hombre y la poesía escrita por una mujer?
-Dado que cualquier tipo de generalización tiene en sí una aproximación peligrosa, por mi experiencia, yo diría que encuentro la escritura masculina más imaginativa y tendencialmente conceptual, mientras que detecto, en lo femenino, más sobriedad y una mayor adherencia a la experiencia vivida.
(Koïchiro Matsuura, quien se desempeñó como Director General de la UNESCO hasta el año 2009, ha dicho esto: “la poesía ocupa, entre las diferentes formas de expresión humana, un lugar importante y particular… la poesía es algo más que un género literario establecido y codificado: alienta todas las otras formas de expresión literaria y artística… la poesía es poco exigente: una voz o una hoja de papel bastan para darle vida. La encontramos en todas las épocas y en todos los lugares, prueba de su universalidad y de su naturaleza trascendental. Una cultura se reconoce en sus poetas porque son ellos quienes consiguen dar forma concreta a sus pulsiones más secretas, a sus sueños más íntimos y a sus aspiraciones comunes…”).
-Escribir sobre el sexo, sobre el amor, ¿te ha afectado de alguna manera?
-El amor y el sexo son partes muy significativas de la vida de cada uno de nosotros. Son el motor de nuestro ser en el mundo. Por lo tanto, para aquellos que quieran contar una historia, se encuentran entre los «ingredientes» indispensables. Todo lo que es movimiento interior me golpea y me estimula y es una fuente de inspiración continua.
(De pronto se queda en silencio, pensativa, sin un asomo de sonrisa. Basta el más leve movimiento para que retorne a la cancha de la conversación. Todo lo que dice es certero, sin banalidades, como un revés. El corazón es una raqueta)
-¿En cuál de tus libros trabajaste más para decir lo que querías?
-Puesto que soy fundamentalmente narradora y no poeta, el libro en el que me reconozco más, aunque ahora me aparece antiguo, es seguramente Pasos en las sombras. Fue mi primer libro. El primer libro es aquel en el que percibimos más la urgencia-enemiga de quien trata de ser un «verdadero» escritor para liberar el sufrimiento, para contar experiencias, para evocar sentimientos que han habitado su vida, en una especie de proceso de purificación. El experimento ciertamente ha tenido éxito, acompañándome para un largo tramo del camino, en la profundización del conocimiento de mí misma. Y fue fundamental, al hacerme entender la distancia necesaria desde donde debemos mirar, para poder escribir.
-¿Hay un futuro claro y cierto para el Festival Internacional de Poesía?
-En el mundo que veo y percibo, tengo dificultades para imaginar un futuro claro y seguro para cualquier cosa… Sin embargo, creo que todos, indistintamente, incluso los que no lo sienten con total claridad, necesitamos de la poesía, de lo que la poesía nos debe decir, de lo que debe implicar la poesía. Firme en esta convicción, el Festival Internacional de Poesía de Génova, en el que colaboro durante años, es un fenomenal contenedor de poesía y, gracias a su director artístico Claudio Pozzani, es también uno de los raros oasis de pureza y honestidad que han permanecido intactos ante los juegos del poder y de los lobbies de todo tipo.
(En su literatura, Bárbara usa las palabras con la responsabilidad de quien ama lo que quiere decir. Y en la vida real también. Para ella la escritura y la lectura multiplican los valores de la existencia, las emociones de la vida. La poesía es un sabor de sabores).
-¿Cuál debe ser, según tu sueño, el futuro del Festival Internacional de Poesía?
-El Festival Internacional de poesía de Génova podría ser una encarnación, y un retorno a la reflexión, a la época del pensamiento, a la sedimentación de la experiencia. Es un renacimiento de la pasión, de la curiosidad intelectual, del hambre de conocimiento. Es una isla cubierta con palabras, las correctas, las que no son abreviadas o distorsionadas, las más atentas, las curadas. Es un oasis en el que la fuente a ser regada son los poetas y escritores que han hecho una gran tradición de maestros capaces de afectar, incluso más allá de la literatura en el sentido estricto, señalando un camino e iluminando el camino.
(Ya la Stanza se ha llenado y la conversación termina. Se dará inicio a una conferencia sobre Michel Houellebecq. El público es excelente: muchos lectores. Bárbara Garassino se sienta como un espectador más. El mar ruge cerca. Olas reverdecidas y frías. La gran pista de tenis de William Shakespeare).
José Pulido es poeta y periodista venezolano. Escribe desde Génova, ciudad de Italia.
Fotos/ Gabriela Pulido Simne