MILAGROS MATA GIL –

I.

Cuando César Franco tenía doce años, quería ser jockey. Tenía la menudez y la estructura física que respaldaban esa aspiración. Tenía la flexibilidad requerida (Un jinete profesional monta con las piernas recogidas en el estribo: no es fácil). Y tenía, además, la pasión por el hipismo, cultivada en ese kiosco que recuerda detrás del INCE de la Nueva Granada, en Caracas, por un habitual que también era jinete, Néstor Luis Romero. En ese mundo del hipismo aprendió a admirar al gran jinete chileno Balsamino Moreira.

-Yo lo llegué a conocer unos años después. Tenía una habitación como de 6 metros por 8 dedicada a guardar todos los trofeos que había ganado a lo largo de su carrera, acota. Fue un gran jinete que obtuvo 2.046 victorias a lo largo de su carrera.

Este hombre de 64 años habla con amena elocuencia de su vida, va desgranando sus recuerdos con voz firme, sin titubeos y sin ambigüedades. Hijo de Olga Franco con César Augusto Mucherino, obrero petrolero, nació en El Tigre, por allí mismo, por Pueblo Nuevo. Su abuela Belén Rivas lo crió y a ella llama mamá.

-Yo iba con mi mamá a lavar la ropa en El Tigrito. Esperábamos el autobús, que era un camastrón verde, y ella llevaba una olla grande con la ropa y los aperos de lavar. Cuando llegábamos a El Tigrito, nos quedábamos en la última parada y de allí nos íbamos al río, porque en aquel tiempo todo el mundo iba a lavar al río. Yo estudiaba en la escuela “Simón Rodríguez” y allí estuve hasta tercer grado. Entonces, una hermana mía, Gracia Teresa, me tomó a su cargo, porque quería que yo estudiara, y nos llevó para Caracas, donde estudié primero en la escuela “Tomás Aguerrevere”…

(No escuchó César mi exclamación de asombro: antes de la emigración a Guayana con mis padres yo estudié primer grado en esa misma escuela, que recuerdo muy vagamente con pasillos amplios abiertos a un patio central. Las líneas de los destinos se cruzan y entrecruzan sin cesar)

-y después en el liceo “Key Ayala”. Eso quedaba por allí, por la avenida Victoria, o cerca de la Nueva Granada, ya no me acuerdo. Mi hermana puso por cerca del INCE ese kiosko para ayudarse y ahí fue cuando se inició mi pasión por los caballos. Yo me fugaba del liceo para aprender a jinetear. Pero mi hermana no estaba de acuerdo con que me hiciera jockey, no quiso firmar la autorización y después nos vinimos para El Tigre, donde entré al liceo “Rojas Paúl”. Allí estudié hasta tercer año.

-¿Su abuela también quería que estudiara?

-Ella quería que estudiara, pero que también fuera jinete…

César FrancoII.

Hacia 1974, con apenas la edad para votar, su vida dio varios vuelcos: en primer lugar, se estableció en lo que después sería el sector 12 de marzo y junto con otros vecinos se dedicó a luchar por la consolidación del lugar: consiguió la tubería de agua y la luz eléctrica del sector. Y se casó en 1976 con Dilia Piñero, con la que tuvo 4 hijos: una hembra y tres varones. Ese matrimonio duró casi 40 años (…pero aún conservamos la amistad, porque después de todo formamos una familia, tenemos esos hijos y 8 nietos hasta ahora y mantenemos buenas relaciones con nuestras respectivas familias de origen)

Antes de eso, Valentín Gutiérrez lo introdujo en la política, viendo su capacidad para liderar los procesos y su forma de expresión. Se formó ideológicamente dentro del socialcristianismo y llegó a ser Secretario Juvenil de COPEI en El Tigre, Secretario de Actas, Secretario del Frente de Profesionales y Técnicos y Secretario General del Frente de Trabajadores Copeyanos. Viajaba con frecuencia a Barcelona y Caracas y conoció de cerca a Abdón Vivas Terán, Arístides Calvani y Luis Herrera Campins, entre otros.

-Pero el sindicalismo era lo que me llamaba la atención. Era el campo donde yo veía que podía servir mejor a la gente.

(Como hago con frecuencia cuando entrevisto, miro las fotografías que tengo del personaje, trato de imaginarme su ámbito. Luce difícil de creer que este hombre vestido con pulcrísima modestia: camisa azul claro, pantalones vinotinto, gorra de visera azul oscuro, tapaboca que oculta parcialmente la cara cuidadosamente rasurada, lentes de extravagante montura a rayas, lo único extravagante, si se descarta el llavero que sale del bolsillo del pantalón. Este hombre de contextura media, más bien exiguo, que se planta con tranquila sobriedad entre los del equipo cercano del alcalde Raydán, haya podido ser durante casi 28 años la cabeza de uno de los sindicatos más duros: el de la construcción)

En este puesto de jefe del Sindicato de Trabajadores de la Construcción, sustituyó a Eduardo Williams. Llevaba el registro, una especie de base de datos manual que contemplaba a más de 3 mil hombres, a los que asignaba a las obras según un criterio de estricta justicia. Había comenzado como delegado de Seguridad Industrial, pues fue el curso que había realizado. Les hizo internalizar a los obreros la importancia de la Seguridad Industrial mediante charlas y cursos. Y logró ganarse el respeto y el respaldo de los trabajadores.

Se enorgullece al decir que nunca hubo durante su gestión un solo muerto por pleitos internos. Se alegra al decir que les preparaba fiestas de cumpleaños, de bodas, bautizos y navideñas. Más aún: se jacta de no beber, ni fumar (-Bueno, en realidad tengo 30 años que no bebo, después de un fuerte problema de salud que tuve y que me hizo operarme de emergencia. A raíz de eso, no fumo, ni bebo, ni siquiera cerveza, que era lo que yo bebía siempre porque no me gustan el anís, el ron, el güisky) En realidad, oyéndolo hablar uno piensa en esos líderes naturales estilo Vito Corleone, un héroe de Mario Puzo: un padre protector que cuida su familia, está presto al consejo y a la reconvención, y permite ampliar los horizontes (-Siempre les recomendé que hicieran su casa, que invirtieran y ahorraran) En NYC hubiera sido un jefe de Brooklyn. En El Tigre, fue una fuerza considerable. Y tanto el manejo de esa fuerza como su propia actitud disciplinada, organizada y aparentemente tranquila, le granjearon un fuerte sentimiento de respeto entre la población.

-¿Usted es un hombre violento? ¿hay una veta de violencia debajo de su ecuanimidad?

Sólo soy violento cuando me atacan. Me enfrento y eso basta para que los enemigos se desbanden. Mucha gente me conoce y dice: -ah, no, no vamos a meternos con el viejo César. Ni siquiera cuando algunos oficialistas han buscado pleitos y se han presentado malandreando y armados ha pasado algo. Porque mucha gente me respeta y recuerda que no he hecho mal a nadie. En alguna oportunidad me tocó emplear lotes de parientes de los pranes de Puente Ayala, que me solicitaban esa ayuda. Pero por recomendación de los mismos pranes se portaban bien. Y si alguno se salía del carril, ellos mismos se encargaban de encarrilarlo.

Durante la gestión de Ernesto Paraqueima en la Alcaldía de Simón Rodríguez, éste impulsó el auge de la construcción en El Tigre: se construyeron centros comerciales, urbanizaciones, agencias bancarias y boulevares, porque la política municipal se basó en favorecer el ingreso de inversores mediante un sistema de flexibilidad tributaria.

-Nosotros colaboramos en esos proyectos. Paraqueima se apoyaba en el sindicato y todos salíamos beneficiados.

Luego llegó la gestión del chavista Carlos Hernández, que desplegó fuerzas de amedrentamiento contra César Franco y su familia.

-Entonces, vista la situación y el riesgo que corrían los míos, decidí convocar unas elecciones. Unas elecciones en forma, con la convocatoria y el apoyo del Consejo Nacional Electoral. Todo correctamente. Y entregué eso.

-¿Qué hizo a continuación?

-Me dediqué a la actividad política. Fueron años difíciles, de muchas transformaciones, pero aquí estoy. Más fuerte que nunca.

III.

Derivó hacia Primero Justicia, donde trabajó más o menos bajo la dirigencia de José Brito. Llegó a tener 220 casas políticamente activas, en el Norte solamente. Pero no le gustaban muchas cosas y se fue retirando y toda esa estructura se fue viniendo abajo ¿Un tránsfuga, quizás, pienso, suspicaz? No. Porque está muy lejos de haberse enriquecido: sus amigos son sus viejos amigos. Su casa, la misma casa. Como muchos, andaba en busca de un lugar para servir y anidaba allí donde le parecía bien. Pero su raíz primordial está en las tríadas Tradición, Familia y Propiedad/ Dios, Respeto, Servicio. Actualmente trabaja en otro sector difícil y poco atendido: es el director de Saneamiento del Hospital General de El Tigre, y allí organiza y coordina a 62 personas, la mayor parte mujeres, que trabajan como camareras.

-Es un trabajo terrible, licenciada. Esas personas, sobre todo en estos tiempos de pandemia y contaminación, trabajan con las uñas, sin la protección adecuada, y por el sueldo mínimo.

-¿No tienen acceso al comedor?

-No: la cocina atiende a los pacientes y al personal médico. Nosotros tenemos que traer nuestra comida y yo personalmente he prohibido al personal que vaya a pedir a la cocina. Pero esta gente cumple con su trabajo. La anterior directora, la doctora Yendry, me felicitó tanto por el manejo disciplinado del personal como por el desempeño. Me dijo que cuando me dio el trabajo pensaba que yo no aguantaría más de tres meses, y ya ve, tengo un año.

-Tengo una curiosidad: usted es un hombre joven y aún bien plantado. Tomando en consideración que los políticos adquieren bastante poder, y que usted lo ha tenido y aún lo tiene ¿cómo ha manejado las embestidas de las damas?

-Con mucho respeto. Ninguna dama puede decir que yo la he chantajeado o me haya aprovechado de ella. Mantengo siempre un respeto que me parece saludable para que no se compliquen las cosas.

IV.

-¿Cómo llegó al equipo de Ernesto Raydán y, de hecho, a Acción Democrática?

-Cuando me alejé de Brito y sus componendas y exigencias personalistas, después de que perdiera las primarias donde se eligió al candidato, me llamó Raydán, que ya había ganado la nominación, para que me integrara a su equipo. Lo que me gustó de Raydán es que escucha cuando uno habla y le señala las cosas que están mal y que no marchan. Además, su equipo es de gente joven que acepta de buen grado mi experiencia, mi formación en la práctica política.

-¿Usted tiene aspiraciones políticas?

-No, licenciada: hay gente joven y mejor preparada que yo que puede ocupar esas posiciones. Mientras me permitan servir a otros, que es lo que me ha motivado siempre, yo prefiero estar en esta posición.

-¿Dónde se ve dentro de diez años?

-Más viejito, pero sirviendo.

Milagros Mata Gil, narradora y periodista venezolana. Reside en El Tigre, estado Anzoátegui.

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