Luis, Mauricio, Jorge, Leander y César integran el grupo musical Malay que a inicios de año decidieron dejar atrás su familia, amigos, un país, en busca de mejores oportunidades en Perú. ¿Pueden estos chicos representar el drama que hoy viven miles de sus compatriotas?
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RODRIGO CRUZ – EL COMERCIO – LIMA –
El empujón que necesitaban llegó en diciembre del año pasado. El padre de uno de ellos les dijo que estuvieran tranquilos, que se había enterado que Perú estaba dando un permiso especial migratorio a los venezolanos para que puedan trabajar, sin inconvenientes, por el plazo de un año, prorrogable por un año más.
El padre también les dijo que la economía en Perú era estable, si se comparaba, claro, con la realidad que vivían día a día en Venezuela. Y lo más importante para ellos: que en Perú existían las condiciones para que puedan seguir con su ansiado proyecto musical.
Pero había un detalle: tenían que llegar a Lima antes del 3 del febrero, de lo contrario no podían aplicar al permiso migratorio ofrecido. Tuvieron que correr y hacer todo lo que estuviera a su alcance para conseguir el dinero del pasaje. No podían perder esa oportunidad.
A pesar de la tristeza, la decisión de marcharse no fue difícil. Salir de Venezuela significaba escapar por fin de ese clima asfixiante. Su país ya no era el lugar que habían conocido en su infancia. Era un sitio hostil y violento, con una profunda crisis económica y social, en la que las principales víctimas eran jóvenes como ellos.
Mauricio Gascón, César Monceratt, Jorge Guios, Luis Mendoza y Leander Raschieri son un grupo de músicos venezolanos, de un promedio de 23 años. A fines de enero llegaron a Lima en busca de mejores condiciones de vida y de un trabajo estable que les permitiera ayudar a sus familias que se quedaron en Venezuela.
Llegar a la capital peruana significó un viaje por carretera de seis días. Cruzaron la mitad de su país, Colombia, Ecuador y el norte de Perú. Hoy se ganan la vida en Lima trabajando como mozos o ayudantes en una panadería. Cualquier opción es más rentable a lo que tenían.
Estos jóvenes son integrantes de un grupo de música reggae llamado Malay, fundado en Caracas en el 2015. Al comienzo, se ganaban la vida tocando en bares de la capital venezolana. Sin embargo, a medida que se acentuaba la crisis veían cómo su país se iba apagando.
Venezuela ya no era un país para músicos y mucho menos para jóvenes como ellos. Las prioridades de sus compatriotas eran otras. Conseguir alimentos, por ejemplo. O cuidarte que no te robaran o mataran en la calle. Perú se presentaba como una oportunidad.
Los músicos de Malay estuvieron en la redacción de El Comercio y contaron cómo es escapar de la Venezuela de Nicolás Maduro y qué significó para ellos llegar a Lima en busca de trabajo.