CHIPILO PULIDO –

En medio de la campaña electoral de las primarias de la oposición, el PSUV, con la absoluta connivencia del gobierno venezolano, promueve y organiza emboscadas que son cada vez más frecuente e ignominiosas. Ya lo han dicho con claridad: Maduro quiere conservar el poder, al costo que sea. Para ellos, el fin (permanecer en el poder) justifica los medios (violencia electoral contra Machado y Capriles).

Estos ataques muy premeditados nos traen a la memoria los escuadristas de la Italia de Benito Mussolini. Una violencia que parece inscrita en el ADN del PSUV que pilotea Diosdado Cabello, partido bien adiestrado por los instructores importados de Cuba para alimentar un clima preelectoral de hostilidad y odio.

Es una exhortación a la inquina que revela una violencia planificada (política de Estado) ejecutada y promovida desde el vértice del partido de gobierno con instituciones del Estado que se hacen de la vista gorda. Son las Camisas Negras vernáculas (Camicie Nere) de un aclimatado neofascismo que enfila su acción siniestra contra algunos de los precandidatos presidenciales de la oposición en Venezuela. Candidatos que recorren el país para preparar civilizadamente la contienda electoral del 2024. ¿Qué pueden hacer unos aspirantes indefensos de la oposición para protegerse de violentos grupos de motorizados armados con instrucciones de golpear?

Las Camisas Negras

Es una peligrosa animosidad que más allá de las cobardes agresiones físicas, pueden tener también un desenlace infeliz en la supresión de una vida. De toute évidence, son una provocación que busca promover caos social para impedir la celebración de las primarias, y llegado el 22 de octubre, impedir que los electores puedan ir a los numerosos centros de votación. Desde ahora se desatan las violentas intimidaciones como parte constitutiva de una estrategia. No son irrupciones espontáneas. El mensaje es claro: sembrar miedo.

Y esto ocurre en un momento donde todas las fuerzas políticas de la oposición no desean otra cosa que acercarse pacíficamente a las elecciones presidenciales del 2024. Este deseo político compartido de sufragar en las primarias y más tarde (2024) para las presidenciales tiene nervioso a Maduro y sus adláteres.

Tantos precandidatos -bajo el impulso y la motivación de las primarias- recorriendo ciudades, pueblos y regiones del país, es un asunto que pone intranquilo a Maduro y a sus servidores frente a una probable tormenta electoral. Retomar la ruta pacífica y electoral en una coyuntura que pone en contra de Maduro más del 80% de la población venezolana, es también un asunto que no augura nada bueno para la permanencia del madurismo en Miraflores.

El desafío frente a esos reiterados hostigamientos -que por cierto no son nada nuevos-, es doble: la oposición debe evitar y no enredarse en  el escenario de una  agitación socio-política violenta y no debe volver a transitar por el espejismo del inservible e inútil abstencionismo. Dos escenarios donde siempre gana el oficialismo. La oposición no tiene, de nuevo, que pisar ese doble peine y deslizarse otra vez en esas arenas movedizas.

Como bien lo comenta nuestro amigo Gustavo García, “estos sabotajes son absolutamente despreciables y creo que los factores políticos de la oposición no han sido lo suficientemente fuertes en la condena de estos hechos y deberían hacerlo en conjunto con la Comisión Nacional de Primaria como denuncia pública de instigación al odio y a la violencia…”.

Chipilo Pulido, sociólogo venezolano. Reside en París, Francia.

 

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