Eleazar Díaz Rangel falleció en estos días (24-4-2019) y alguien puso en su muro de Facebook el enigma que encerrará en la eternidad: tenaz luchador por las grandes causas del periodismo, como la libertad de expresión, para terminar cohonestando, precisamente, al régimen más diestro en asesinar libertades públicas que haya existido en Venezuela. ¿Con cuál Díaz Rangel ha de quedarse uno?

SEBASTIÁN DE LA NUEZ – @sdelanuez –

No, no había explicación plausible para que el diario Últimas Noticias en noviembre de 2004 brindara de manera tan parcial la información sobre el atentado contra el fiscal Danilo Anderson. En su edición del 19 de noviembre, mientras otros diarios daban la identidad de la víctima, el de los Capriles se conformaba con esta perla: “Explotó camioneta en Bello Monte”.

O sea, ¿había explotado una camioneta en Bello Monte porque se le incendió el motor, quizás, y por suerte no había nadie ni adentro ni en los alrededores? ¿Y para qué titular con ese “caliche” en primera página, entonces?

Así de absurda era la sumisión de Díaz Rangel —y de la Cadena— a Miraflores. Simplemente no había todavía una versión oficial del asesinato y por lo tanto no se atrevían a decir nada. La peor de las censuras, la autocensura.

Posteriormente el caso del fiscal volado fue tratado en la página El País, bajo coordinación de Sucesos, privilegiando la información meramente circunstancial (es decir, el curso de las averiguaciones según reporte oficial) en desmedro de los elementos políticos y de la trama de corrupción que ya comenzaba a aparecer y en la que Anderson se hallaba, evidentemente, involucrado.

Ese fue el modus operandi del director Díaz Rangel durante su desempeño en Últimas Noticias, seguir la versión del chavismo en cada caso. Y sin embargo el periódico, bajo presión de los profesionales que laboraban en Redacción, publicó reportes y notas (seguramente, incluso, a despecho de las propias convicciones de EDR) sobre casos que constituían una alerta sobre el carácter corrupto, inescrupuloso, militarista y criminal del régimen.

Por eso Díaz Rangel fue un enigma.

Pero ya con Maduro dejó de serlo, a partir de 2013 no hubo espacio para las medias tintas ni necesidad de darle más vueltas al personaje puesto que entregaba lo que le quedaba de periodista para ser, simplemente, el operario de engrase y cambio de filtro. En el programa dominical de su compinche José Vicente Rangel manifestó, en enero de 2015, con su cara bien maciza, que sí, que Maduro tenía razón, que hay una terrible guerra mediática contra el país. No sin cierto sufrimiento, esbozó algunas ideas, ayudado por extractos de sus columnas en Últimas Noticias que José Vicente tenía en sus manos. Entre los dos construyeron, en Televen, ese lugar recóndito donde el mundo te lo despachas en blanco y negro, con los malos muy bien definidos y señalados. Un mundo domesticado a su imagen y designio. Ya la Cadena Capriles había sido vendida, el diario El Universal había cambiado de manos y Globovisión también para convertirse en brazos dóciles de la hegemonía comunicacional y sin embargo estos dinosaurios en Jurassic Park TV parloteaban sobre esa debilidad, chico, que tiene este gobierno, que no se sabe defender informativamente. “Sí, el madurismo necesita hoy en día un mejor manejo del asunto informativo”, decía uno mientras el otro asentía. “Verdad que sí, chico”.

Atrincherado tras su yelmo y su peto elaborado con el acero de los equívocos, las tergiversaciones o las mentiras por todo el cañón, Díaz Rangel vivió estos últimos años dentro de ese mundo cómodo y limitado donde debe haberse repetido una y otra vez los mantras y dogmas que alguna vez aprendió leyendo el Qué hacer de Lenin.

No hay enigma. En una misma persona conviven varios mundos y al final uno termina prevaleciendo sobre los otros.

En lo particular, igual me queda el recuerdo híbrido e incluso agradecido de este personaje que me contrató como Defensor del Lector en Últimas Noticias y me prestó libros de los que llegaban todas las semanas a su escritorio. Y cuando hablaba de béisbol era entretenido y didáctico escucharlo.

Sebastián de la Nuez es periodista venezolano. Reside en Madrid.

 

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