RAFAEL OSÍO CABRICES –
Salvo al malandrato, ya a nadie le conviene que sigan muriendo venezolanos y que el país siga siendo destruido; lo que nos conviene es detener la matanza e iniciar la reconstrucción económica, sanitaria, social, política, cultural y física de Venezuela
No solo no le debemos tener asco a la idea de la negociación: hay que desear que haya una negociación verdadera, cuanto antes. Porque mientras no la haya, el malandrato seguirá actuando como un ejército cercado, que pelea hasta morir, y que por tanto no tiene limitación alguna para la violencia que emplea y para la destrucción física que practica.
Y a nadie le conviene que sigan muriendo venezolanos y que el país siga siendo destruido; lo que nos conviene es detener la matanza e iniciar la reconstrucción económica, sanitaria, social, política, cultural y física de Venezuela.
Así que hay que salirse del inútil complejo heroico y aceptar la realidad tal cual es, porque no vivimos en un mito cursi de Eduardo Blanco ni en un cuadro de Arturo Michelena, sino en el mundo real de 2017.
La negociación produce las dos posibilidades que han estado cerradas y que necesitamos que se abran: una, que Maduro vaya siendo abandonado por quienes lo sostienen en sus anillos más cercanos, gente que lo traicione a cambio de salir bien parados de esta humareda, y dos, seguir dividiendo al chavismo: estimular las deserciones, las acusaciones mutuas, tanto en el sector civil como en el policial y militar.
Todo conflicto termina en una negociación. Sea al cabo de un millón de muertos o de cien. En la negociación hay perdedores y ganadores, y hay bichos espantosos que salen indenmes. No es justo, pero el mundo no es justo. No es bonito, pero es mejor, mucho mejor, que seguir matándose hasta que no quede nada ni nadie. Se podrán reventar de arrechera los radicales de las redes sociales, pero esto tiene que ir a una negociación, y sí, la negociación implica sentarse a hablar con gente que ha hecho cosas espantosas, justamente para que no las siga haciendo.
Habrá victimarios que caerán presos y victimarios que saldrán libres, pero a cambio de que no haya más víctimas y de que podamos iniciar la colosal tarea de reconstruir a Venezuela. Y esa negociación ya empezó.