El calvario de los manifestantes detenidos
ALEXANDER MARTINEZ – AGENCIA AFP –
En lo más bajo después de haber dominado la política venezolana desde hace 18 años, el «chavismo», fundado por el fallecido Hugo Chávez, busca salvarse modificando la constitución para gobernar sin límites y aumentar su poder de negociación, juzgan analistas.
Al apostar a su mejor carta, ¿qué busca el impopular presidente Nicolás Maduro? ¿Cuáles podrían ser las consecuencias de la violenta crisis política que padece el país, en la que ha habido más de un centenar de muertos en cuatro meses?
EL COLAPSO
Sin el liderazgo ni el flujo de petrodólares que disfrutó su mentor Hugo Chávez, el presidente Maduro ha sido cuestionado desde que llegó al poder en 2013.
El país, donde el petróleo representa el 96% de sus ingresos (25.14 mil millones de dólares en exportaciones de petróleo en 2016, según la OPEP), ha visto su economía rodar ante la caída de los precios del oro negro.
Después de una ola de protestas en 2014 en la que murieron 43 personas, la crisis se aceleró en 2015, entre la escasez de alimentos y medicinas y la victoria abrumadora de la oposición en las elecciones legislativas, poniendo fin a la hegemonía chavista.
Este cambio llevó a un choque de poderes, en el que el legislativo ha sido paralizado por el poder judicial, el Tribunal Supremo acusado de servir al chavismo a través de decisiones que han llevado a la oposición a la calle.
La tasa de aprobación del Jefe del Estado socialista es de 20,8%, de acuerdo con la encuestadora Datanálisis, muy lejos del 71,5% alcanzado por Chávez en 2006, en el pico de su popularidad.
SALVAVIDAS
Maduro acusó a la oposición de conspirar con Estados Unidos para derribarle mediante una «guerra económica» y avivando la violencia.
A su vez, para justificar la Asamblea Constituyente, Maduro promete el regreso de la paz y la recuperación económica.
Sus 545 miembros serán elegidos el domingo 30 sin la participación de los candidatos de la oposición, que habla de «fraude» y llama a elecciones generales.
El proyecto Constituyente es rechazado por el 70% de los venezolanos, según Datanálisis.
La Asamblea Constituyente es «un salvavidas para evitar una elección que perdería y para gobernar sin los límites que impliquen instituciones autónomas», tales como el Parlamento o la Fiscalía, dijo el analista Benigno Alarcón.
La elección presidencial está prevista para finales de 2018, pero la oposición teme que la futura asamblea, que se define como una «superpotencia» por el gobierno, cambie las reglas.
«La ha concebido para aferrarse al poder. El chavismo es un fenómeno sectario que no admite competencia», dijo el politólogo Luis Salamanca.
Maduro puede contar con el apoyo de los militares, a quienes ha confiado vastos poderes, así como con la justicia y la autoridad electoral.
NEGOCIACIÓN
El líder venezolano podría aprovecharse de la Asamblea Constituyente, que comenzará su labor el 2 de agosto, para aumentar su capacidad de negociación.
«No descarto que el régimen está tratando de buscar, con este proyecto autocrático tan extremo, negociar mejores condiciones para una salida a la crisis», juzga Michael Shifter, presidente del círculo de reflexión Diálogo Interamericano, con sede en Washington.
A fines de 2016, un intento de conversaciones entre el gobierno y la oposición resultó en un fracaso.
«La Asamblea Constituyente es un activo político. Después de su instalación, el gobierno podría empezar a negociar», señala la analista Colette Capriles.
FUTURO INCIERTO
La disidencia chavista, que se ha expresado en las últimas semanas, califica a este proceso de ilegal, que traiciona al espíritu del fundador de la «revolución bolivariana», que en 1999 promulgó la actual Constitución.
«Esta es la puntilla (daga corta utilizada para terminar de matar al toro), como dicen los seguidores de la tauromaquia. Esta es la segunda muerte de Chávez», dijo el exministro Héctor Navarro, quien critica a Maduro que no haya consultado al pueblo mediante referéndum antes de llamar a la elección.
Benigno Alarcón anticipa «grandes conflictos internos» en el lado del poder.
Sin embargo, «va a ser muy difícil enterrar el chavismo como un todo, es por eso que tomamos nuestra distancia», argumenta Ana Elisa Osorio, otro exministro.
Sin embargo, Shifter asegura que la «revolución bolivariana ha terminado», ya que sus programas sociales son demasiado dependientes de los altos precios del petróleo.
«La Asamblea Constituyente es la expresión política radical de un fracaso económico integral», concluye.
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