Juan Rafael Pulido (Chipilo), Leonardo Vivas, Tomás Páez, Gustavo García Osío, Carmela Garipoli, Consuelo Iranzo (Tetelo), Pedro Alzuru, Omar Pineda, desde cualquier parte del mundo

 

El 28 de julio próximo la gran mayoría de venezolanos en el exterior no podrá votar. Son más de 5 millones de ciudadanos mayores de edad excluidos de ejercer ese derecho consagrado en la Constitución Nacional. Haciendo uso de toda suerte de subterfugios, en una grave violación a las disposiciones electorales, las representaciones consulares venezolanas complicaron ex profeso los trámites para impedir el ejercicio del derecho a sufragar.

No hay sorpresa. Desde su llegada al poder, día a día el chavismo ha convertido las leyes y sus disposiciones en una carrera de obstáculos. En esta ocasión al consuetudinario juego chavista de «este coroto es mío y no lo suelto», se agregaron múltiples artimañas administrativas para entorpecer el derecho de los venezolanos en el exterior a elegir y ser elegidos. Una vez más la arbitrariedad y el abuso de poder quedó al desnudo pero el resultado es el mismo: cientos de miles de venezolanos no podrán votar en los países donde viven en las venideras elecciones presidenciales del 28 de julio. Al final prevaleció el propósito de convertir las embajadas de Venezuela en territorios confiscados, en apéndices del partido de gobierno. Para el vértice del poder los ciudadanos que residen fuera del país son poco menos que parias.

LA DIÁSPORA, UN PORTENTOSO ACTIVO

El éxodo masivo de estos últimos años es la consecuencia directa de un país que constantemente niega oportunidades a sus ciudadanos y que sistemáticamente viola toda clase de derecho humano. En este cuarto de siglo de gobierno chavo-madurista, cerca de nueve millones de venezolanos han emigrado. Un porcentaje de ellos son profesionales, en muchos casos altamente calificados, emprendedores, integrados social y económicamente en las localidades de los países que los reciben. La diáspora, que es un portentoso activo político transnacional, es ignorada y hasta despreciada por el gobierno de Nicolás Maduro.

El Estado y las familias venezolanas han hecho una gran inversión en la formación del capital humano de manera directa y a través de los recursos que aporta al Estado. Hay un trabajo que hacen organizaciones de la diáspora para evitar el desaprovechamiento del capital humano. No obstante, los ciudadanos que integran la diáspora son agentes activos de cambio y no están a la espera de que sean otros los que se encarguen de sus problemas. La solución de tantas calamidades, la defensa de la democracia y las libertades se nutren constantemente de esos individuos y organizaciones que forman parte de esa nueva geografía.

Colombia es un excelente ejemplo de cómo la industria petrolera naciente de ese país captó para su propio desarrollo los cuadros venezolanos despedidos de PDVSA. La empresa Total en Francia tiene en su seno importantes profesionales que fueron expulsados de la industria petrolera venezolana. En Chile, Argentina y España nuestros médicos se han integrado con éxito en el sistema de salud de esos países. A esa oleada profesional se han sumado millones de compatriotas de bien que por una u otra razón no pudieron tolerar permanecer y han huido, sufriendo muchos de ellos terribles percances en sus travesías por el mundo.

No han sido solo circunstancias económicas las que han expulsado a cientos de miles de compatriotas. El inicio y persistencia de brutales violaciones de los derechos humanos (asesinatos, torturas, violaciones, persecución, uso de la “justicia” como arma política) se ha convertido en una segunda naturaleza del régimen, por lo cual ha sido condenado una y otra vez por organismos internacionales. Pero a Maduro y sus acólitos no les basta ser responsables de las causas del éxodo de tantos venezolanos. Una vez fuera del país el gobierno se empeña en tratarlos como ciudadanos de segunda. Seguramente desconoce que el formidable capital cultural que acumulan esos expatriados—que sin duda aprovechan la vida en democracia de esas naciones—potencia su compromiso político con Venezuela. Estar afuera no significa dejar de estar adentro. Una memoria encendida y continua nos recuerda a cada instante los lazos profundos con la tierra de origen. Esa primera identidad no se desdibuja. Mas bien refuerza, protege y amplia los nexos de nuestra diáspora con el país. En esa “nueva geografía” se reinventa permanentemente la condición de ciudadanos.

PIEZA CLAVE EN LA RECONSTRUCCIÓN

En las actuales circunstancias de convulsión social que vive el país, ese sentimiento de arraigo representa un poderoso resorte interno en busca de un mejor acercamiento a la patria que pareciera haber perdido su razón de ser como nación, o al menos rasgos decisivos de una república. Comunicación permanente con familiares y amigos a través de todos los medios… trabajo sistemático que evidencia su compromiso con el país con hechos y palabras. Para el poeta martiniqués Aimé Césaire, los individuos pueden perderse en “la segregación amurallada de lo particular o en la desilusión de lo universal”.

Diseminada por el planeta, la diáspora tendrá un rol primordial que jugar en la reconstrucción de Venezuela. El país va a necesitar de todo ese vasto universo humano que en su contacto con otras sociedades ha incorporado conocimientos y experiencias, nuevas redes personales, empresariales e institucionales, nuevas competencias y habilidades que en su momento serán de gran utilidad para salir de la crítica situación que atravesamos.

CONTRIBUCIÓN AL TRIUNFO DE LA UNIDAD DEMOCRÁTICA

Por lo pronto una idea rectora es lograr que cada venezolano en el mundo se convierta en un “vector”, en un “embajador” de la política internacional de un nuevo gobierno que facilite los intercambios económicos, comerciales, culturales y políticos entre Venezuela y el mundo. En términos electorales, se estima en poco más de 100.000 el número de compatriotas inscritos en el registro electoral de los venezolanos fuera de Venezuela, es decir, que la gran mayoría de los potenciales electores no podrán sufragar fuera de sus fronteras. ¿Está todo perdido, entonces? ¿No hay otra manera de ejercer el derecho a sufragar? Creemos que no. Queda un gran recurso: que cada uno de los millones de venezolanos dispersos en el planeta conquiste el corazón y la consciencia de un familiar, de un amigo o de un chavista desilusionado en Venezuela para que salga a votar el 28 de julio por el candidato de la unidad democrática.

Imaginemos por un instante que cada uno de los millones de expatriados que somos, nos fijemos como objetivo convencer una o dos personas que viven en Venezuela para ir a votar, ese sería nuestro resarcimiento ciudadano. Ese sería nuestra peculiar manera de impedir la prolongación del nefasto gobierno de Maduro. Para lograr este objetivo hay que crear un movimiento planetario, producir un electroshock en la conciencia íntima de los venezolanos en el exterior para lograr acercarlos a través de un «voto sustituto» que contribuya a un cambio de gobierno. Hay que impedir que la abstención, principal aliado del candidato Maduro, inmovilice a potenciales electores en sus domicilios.

En Venezuela son muchos los que pueden contribuir con esta propuesta de activación de la diáspora: Primero, y por razones obvias, el candidato Edmundo González Urrutia, quien podría enviar su mensaje de reconciliación a los venezolanos en el exterior. Este podría ser reforzado por la principal lideresa de la reconstrucción democrática, María Corina Machado y los lideres de la Plataforma Unitaria, así como otras organizaciones —políticas o no— y líderes que quieran suscribirlo. Tales mensajes deberían tocar ese sentimiento de arraigo a un territorio que muy bien expresa un miembro de la diáspora: “No sé si algún día volveré a Venezuela, pero tampoco sé si alguna vez me he ido.” Finalmente, estamos nosotros, los expatriados, con nuestra propia voz.

Queridos amigos, que esta diáspora alce su voz briosa para emprender la reconstrucción de Venezuela con una victoria clamorosa el 28 de Julio.

Firmado el 16 de mayo de 2024 por:
Juan Rafael Pulido (Chipilo)
Leonardo Vivas
Tomás Páez
Gustavo García Osío
Carmela Garipoli
Consuelo Iranzo (Tetelo)
Pedro Alzuru
Omar Pineda

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