Entre los primeros escollos que deberá sortear la nueva Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la dos veces presidenta de Chile Michelle Bachelet, se encuentra el tratamiento urgente a la crisis humanitaria y de suspensión de derechos que vive Venezuela. Su antecesor en el cargo, el príncipe jordano Zeid Al Hussein, le ha dejado algunas tareas en la mesa de trabajo que deberá ocupar el uno de septiembre en Ginebra, entre ellas programas para refugiados, asilados y perseguidos y la realización de dictámenes periódicos sobre la situación interna venezolana, que la nueva funcionaria deberá resolver su continuidad, so pena de dar mayor pábulo a las sospechas de grupos no gubernamentales de defensa de los DDHH que sostienen que la señora Bachelet nunca se ha pronunciado cuando se trata de violaciones en Cuba, Nicaragua o Venezuela. Su nombramiento por el secretario general de la ONU, António Guterres, ha sido puesto en solfa por Estados Unidos, cuyo enfrentamiento con Al Hussein le hizo renunciar a presentarse para un segundo mandato de cuatro años y a EEUU a retirarse del Consejo de los DDHH el año pasado.
En el caso venezolano, la embajadora de EEUU en la ONU Nikki Haley visitó la semana pasada el paso fronterizo con Colombia, el puente Simón Bolívar, y allí declaró que el gobierno de EEUU ampliará la provisión de fondos para ayuda humanitaria y de paso lanzó un úkase: «El mundo tiene que darse cuenta de que Maduro es un dictador. Tiene que irse». La primera tarea de todo dictador es violar los derechos humanos, mientras que la primera de quien vigila la vigencia y respeto de tales derechos es hacer respetar la dignidad humana. Y la vida de la nueva Alta Comisionada está signada por la detención, tortura y muerte en cautiverio de su padre, el general Alberto Bachelet, a manos de la dictadura de Pinochet en Chile. En ocasión de la plenaria del viernes 10 de agosto de la Asamblea General de la ONU que ratificó su nombramiento por aclamación, el secretario general Guterres recordó: “En su país, (Michelle Bachelet) ha conocido las alturas y las profundidades al ser la primera mujer en servir como presidenta del país, pero también como superviviente de la brutalidad por parte de las autoridades que la atacaron a ella y a su familia hace muchas décadas”.
Sería muy notoria la contradicción si organismos de la ONU, como ACNUR y la Oficina Internacional de las Migraciones, desplegaran planes de asistencia a centenares de miles de refugiados en los países fronterizos con Venezuela, mientras que la Alta Comisionada eventualmente calle ante los sobrados expedientes y sanciones internacionales a consumados violadores de los derechos humanos en Venezuela, o se niegue a emprender nuevas investigaciones.