«Me parece imprescindible que los factores políticos se sienten en la mesa para pactar una salida electoral. Si no, el horizonte de violencia, de uno y otro lado, crecerá», dijo el periodista de la revista The Economist Michael Reid, en breve entrevista con David Placer, en Madrid, en ocasión del Spain Summit – The innovation economy.
El pasado 9 de marzo, en su columna Bello (en honor a Don Andrés Bello), Reid se pregunta si sobrevivirá la dictadura en Venezuela, y consideraba dos alternativas trágicas: o se consolida la dictadura o habrá derramamiento de sangre a gran escala.
Decía:
«La mejor opción es que Estados Unidos se una a otros países latinoamericanos para presionar al régimen (de Maduro) para que acepte dialogar. El año pasado Luis Almagro, secretario general de la OEA, invocó la Cláusula Democrática del grupo para pedir la suspensión de Venezuela. No consiguió suficiente respaldo. Ahora puede intentarlo de nuevo. El cambio político en América del Sur, combinado con la decisión de Venezuela de moverse hacia una dictadura, ha dejado al señor Maduro más aislado que en el pasado. La presión diplomática por sí sola no será suficiente para cambiarlo. Pero ayudará. También es necesaria una oposición más eficaz: ya es hora de que sus grupos dejen las disputas y se unan en un solo partido con un líder. Las alternativas son duras: la consolidación de una dictadura latinoamericana, o la posibilidad de derramamiento de sangre a gran escala. La región debe hacer todo lo posible para evitar ambas cosas.»