ANDREINA MUJICA/Texto y fotos
La periodista venezolana María Carolina Piña acude a la cita del Festival de Biarritz de nuevo como presentadora. Un reencuentro donde se pone al día con el cine latino, un renglón que Europa ha otorgándole el valor que se merece, justo cuando del otro lado del charco hay un territorio de revoluciones y contrarrevoluciones
El cine es su pasión, por eso se le ve en cuanta muestra, festival o sesiones de películas anuncien por estos lados de Europa. Y para ello se necesita la resistencia y la audacia de una periodista que, tras veinte años de estudios musicales, abandonó su puesto de primeros violines de la Orquesta Sinfónica Nacional de Venezuela y se fue a Francia donde se casó y dio a luz dos niñas, y ha sobrevivido gracias a su talento.
Hoy María Carolina Piña trabaja tanto para Radio France Internacional como para el canal France 24, lo que, según sus palabras, no le quita el orgullo de su venezolanidad, tan representativo como la arepa, ya no rellena con queso llanero, pero hoy más que nunca ella misma es una reina pepiá, aunque su modestia le impide reconocerlo. Esta entrevista fue realizada en el marco del Festival de San Sebastián.
–Repite como presentadora en la edición 27 del Festival de Biarritz ¿Qué significa este privilegio para su carrera?
–Sí, efectivamente, por segunda vez he sido invitada para presentar el Festival. Desde la entrega número 20 no he dejado de venir al festival para dar cobertura; de manera que esta sería mi sexta vez, pero ahora como presentadora en la inauguración y en el cierre donde se entregan los premios. El año pasado fue distinto, como decíamos en Venezuela, era mi “debut”, para mi esa palabra es casi criolla, pensar que es “inicio”» en francés, qué risa! Pero el año pasado me lo pidieron y fue un honor. Hay que llevarlo en francés y español, un reto inmenso. En esta segunda ocasión me siento más cómoda, más tranquila, pero aún más contenta porque siento que conozco al equipo del Festival, me siento muy cercana al público, ya tengo 20 años en Francia, cada abril se cumple un año. Esta segunda cultura y esta segunda lengua ya son parte de mi. Sentir que acá en Francia aprecian el esfuerzo, la constancia, es sentir que también pertenezco. Además en Biarritz se aprecia todo lo que viene de América Latina, y ese querer descubrir al extranjero es emocionante, muy apreciable, de lo cual yo estoy infinitamente agradecida.
–En año pasado ganó La familia», ópera prima de Gustavo Rondón Córdova y La soledad, de Jorge Thielen Armand. Este año no habrá películas venezolanas en competencia. ¿Cómo observa esta ausencia, tendrá que ver mucho con la situación del país?
–Si, es una ausencia bastante sentida, no solo por ser venezolana, porque en las cinco últimas ediciones del Festival de Biarritz hubo una representación venezolana. Seguramente, con estas urgencia sanitaria, millones de nuestros compatriotas huyendo por las carreteras hacia otros países, en lo que se considera el éxodo más grande en la historia del continente, preocupa que no haya imágenes que nos recuerden esa presencia de la Venezuela actual, y eso es triste. Igualmente la poca presencia de producciones nacionales en festivales dada la crisis se entiende. Pero tengo esperanzas de que la producción del cine venezolano retorne a los festivales. Sé que habrá que esperar pero tengo esperanzas. Familia, Soledad y Pelo Malo, también El Amparo, son pruebas del esfuerzo estético y de un compromiso mayor hecho en Venezuela. Los creadores están trabajando desde allá y sé que serán capaces de mostrar la realidad actual.
–Desde esa mirada latinoamericana ¿cómo observa el Festival de Biarritz?
–El de Biarritz es un festival apasionado por el cine latinoamericano. La gente del Festival me encanta, y lo que más me ha sorprendido es discutir y ver a personas en el público desde hace 30 años, porque el Festival tiene mucho mas años que celebran bajo ese nombre. Me conmueve la cantidad de gente que se amontona para entrar a las películas. Un público que repite y que ya conozco. Luego como latinoamericana me impresiona ver cómo compartimos un continente y sin embargo este festival nos une. Digo que es más fácil ver Star Wars en Chile que cine argentino, porque nos han educado poco para apreciar el cine que se hace en países vecinos. Guatemala me ha marcado, la película que ganó hace dos años fue impresionante, se llamaba Ixcanul (Volcán) una historia muy dura de una familia maya, dirigida por Jayro Bustamante.
-Ha hecho cobertura de otros festivales ¿Qué tiene el de Biarritz que lo hace especial o qué espera de este evento?
–Cine Latino en Toulouse, el de cine latino que se hace en Paris, y el de Cannes, el de Biarritz es el primer festival que cubrí. Aún no era periodista de plantilla de la radio (RFI) y allí estuve yo, lo que fue para mí una oportunidad única. Este es un Festival, como dicen los franceses, de talla humana. Son unos monstruos de mil cabezas, son como la pantalla de la bolsa de Nueva York, mucha información. En Biarritz surgen al mismo tiempo varias competencias, muestras por países, rescate de cine histórico, muestras literarias y exposiciones. Yo soy del Caribe y el mar siempre me llama.
–Existen otros festivales donde se premie el cine Latinoamericano como éste? ¿Cómo puede ayudar el cine a un continente que está tan golpeado y convulso?
–El Cine Latino es uno de los más importantes, pero en general hay mucha presencia de nuestro cine. En París asistimos a muchos festivales especializados por países, como cine colombiano, peruano, argentino, entre otros. Para los artistas participar en Biarritz es un gran honor, y claro en el festival de San Sebastián destaca la sección Horizontes Latinos, algo que le hace bien a la industria en general. Por supuesto que para el séptimo arte el hecho de que las distribuidoras francesas se interesen es garantía que se verá en las pantallas de toda Francia. Gustavo Rondón fue seleccionado y apoyado por su filme Familia, después de 4 años que lo conocí en Cannes. Esa película fue seleccionada y se vio en Cannes en la Semana de la Crítica. Lo digo con gran orgullo. Cuando se da todo esto lo convertimos en un jonrón con bases llenas.
Andreína Mujica es periodista y fotógrafa venezolana. Reside en París, Francia.