Así como la caracterización del gobierno de Maduro ha mutado de «régimen autoritario» heredado a «dictadura» pura y dura, la calificación de «crisis» al trastorno terminal de la economía venezolana ha dejado de tener vigencia por cuanto no ilustra con suficiencia lo que ha estado pasando en Venezuela en los últimos cuatro años.

Cuando se habla de catástrofe, no se trata de un pronóstico. Cuando se califica de desastrosos los índices macroeconómicos, no se atiende a la alineación ideológica o política de quien analiza el fenómeno. Incluso entre quienes hablan de colapso, algunos dudan sobre si considerar que el país «va rumbo al colapso» o si el país «ya se encuentra en fase de colapso».

El economista egresado de la UCV José Manuel Puente, actualmente en el IESA y en la Blavatnik School of Government de la Universidad de Oxford, asume el caso como colapso en toda regla, en el entendido de que esta es una fase superior a una crisis macroeconómica.

La semana pasada disertó sobre los problemas macroeconómicos de Venezuela (y su receta para la superación) en la sede la Fundación Uslar Pietri, en Caracas.

MACROECONOMÍA DE LA REVOLUCIÓN

1 – Boom: Entre 1999-2014, Venezuela vivió el choque petrolero más fuerte en intensidad y duración de su historia contemporánea. Si se suma el ingreso entre 1999 y 2015 tenemos que a Venezuela le han ingresado 879 mil millones de dólares por concepto de la factura petrolera. Este es el cañonazo petrolero más fuerte que ha vivido Venezuela desde 1917, fecha de inicio de la Venezuela petrolera.

2 – Desequilibrios: A veces veíamos desabastecimientos puntuales, brotes de inflación, años recesivos, pero esos desequilibrios no eran constantes. Hasta que llegó la fase del colapso.

3 – Colapso: Esta fase comienza en 2014, y persiste hasta nuestros días. El país pierde 34.98% del PIB.

4 – Ajustes: La fase del colapso inevitablemente termina en una fase de Ajustes, como ha sido la experiencia empírica en América Latina, Asia o Africa. Se trata de un programa de reformas. Ese ajuste podría ser ortodoxo o no, auspiciado o no por el Fondo Monetario Internacional, o auspiciado por Rusia o China, yo no lo sé. Pero es inevitable porque es la única manera de que Venezuela recupere la senda del crecimiento, del abastecimiento y sistemático control de la inflación.

PUNTOS NODALES

Es una economía postrada, en un ciclo recesivo que por primera vez en su historia contemporánea acumula cuatro años consecutivos de recesión. Entre 2014 y 2017 ha perdido más de un tercio de su Producto Interno Bruto; es decir, han desaparecido 35 por ciento de sus bienes y servicios. Eso nunca había ocurrido, y es muy posible que este ciclo continúe en 2018 y más allá.

De Venezuela hemos estado analizando data desde 1950 hasta ahora, y también la del FMI en 192 países en los últimos 40 años. Encontramos que, en términos del PIB per cápita, Venezuela se encuentra hoy en los niveles de 1957-1958.

Venezuela no exagera: Colapso en desarrolloLa pérdida de 35% del PIB es la mayor que haya vivido cualquier país de América Latina en los últimos 40 años. Es superior a la recesión que vivió Bolivia entre 1981 y 1985. Es superior al ciclo vivido por Nicaragua entre 1984 y 1988. Es casi el doble a lo que vivió Argentina entre 1988 y 2002 («Corralito»). Es decir, esa catástrofe no es comparable con ninguno de los ciclos recesivos que haya vivido América Latina en los últimos 40 años.

Fuera de América, esta sería la crisis más aguda que haya vivido algún lugar del planeta en los últimos 40 años. Venezuela se encuentra en el puesto 8 del ranking mundial de países con el mayor decrecimiento durante 4 años consecutivos. Las peores tasas las han tenido Libia y Ucrania, países que vivieron guerras. Venezuela es la economía con peor desempeño en los últimos 40 años.

En los últimos 18 años, la de Venezuela ha sido la economía de peor desempeño en Suramérica, siendo la más dinámica Perú, que creció 140 veces más Venezuela en ese período.

En el ranking de inflaciones más altas del mundo, en los últimos 11 años, Venezuela siempre ha estado allí, muchas veces en el primer lugar, otras veces en el segundo o en el tercero, pero siempre ha estado allí.

CUÁNDO COMENZÓ EL COLAPSO

Venezuela no exagera: Colapso en desarrolloAlgunos analistas, sobre todo aquellos cercanos al gobierno, y la propaganda, nos quieren hacer pensar que la crisis y el colapso llegaron con la caída de los precios del petróleo. Hasta ahora, no he conseguido evidencias, ni correlación ni causalidad, entre las dos variables.

El ciclo recesivo en Venezuela se inicia en el 2014 cuando los precios del petróleo estaban cercanos a los 90 dólares el barril. Es decir, el ciclo de contracción comienza con precios del petróleo muy altos. Por supuesto, la caída de los precios en los próximos 3 años agudiza y exacerba el colapso, pero no es el origen del problema.

El origen del problema se encuentra en la adopción de un modelo de desarrollo equivocado, que puede ser resumido en controles de precios, controles de cambio, controles de tasas de interés, controles de la movilidad laboral y las famosísimas expropiaciones y nacionalizaciones que tuvieron un impacto devastador sobre las decisiones de inversión y sobre los flujos de inversión de las empresas extranjeras en Venezuela. Es decir, la tormenta que vivimos hoy es producto de lo que fue sembrado hace 18 años atrás. Hay que decirlo. El padre de la criatura es Hugo Chávez. Que ahora haya un presidente que no sabe cómo atajar la crisis o qué medidas instrumentar para suavizar o revertirla, esa es otra discusión.

SALARIO Y POBREZA

Eso lleva a la pulverización del salario. Hoy nadie está bien remunerado en Venezuela, si cobra en bolívares. Es el menor de los últimos 26 años, y el menor de América Latina, incluyendo Haití. Por ejemplo, Ecuador, que es una economía intermedia, tiene un salario mínimo de 640 dólares, mientras que el de Venezuela puede ser de 15 dólares a tasa oficial o de 40 dólares a tasa Dicom. Vivir con un dólar al día es vivir en pobreza extrema. Un 50% o más de los venezolanos viven hoy con un dólar al día.

En 17 años la pobreza ha pasado de 45% en 1998 a 82% en 2016. Es decir, se ha duplicado la pobreza.

ESQUEMA CAMBIARIO EQUIVOCADO

El tipo de cambio paralelo es 1.500 veces el cambio oficial. Con esa brecha cambiaria, la asignación de recursos para el aparato productivo es muy ineficiente, muy distorsionada y se generan todos los incentivos para la corrupción.

Esto hay que decirlo con responsabilidad y contundencia. Comprar un dólar a diez bolívares y venderlo por lo que vale, es mucho mejor negocio que el narcotráfico. Esto explica por qué el control de cambio difícilmente va a ser desmontado. Existen grupos de poder que capturan la renta y por ello se hace casi imposible desmontarlo y generar un esquema cambiario que beneficie a la mayoría. Ese pequeño grupo y las altísimas rentas son la pobreza del 98% de la población.

Quienes dicen que el dólar paralelo lo maneja una página web están errados. El problema es que el Banco Central abandonó su potestad de determinar tipos de cambio de equilibrio.

SIN RESERVAS

Otro grave problema es el nivel de reservas internacionales. El actual es el más bajo de los últimos 18 o 20 años. Para agosto pasado estaba en 10 mil millones de dólares, pero cash, operativas, estaba en apenas 500 o 600 millones de dólares. Es decir, Venezuela también está al borde del colapso en el sector externo de la economía.

Venezuela no exagera: Colapso en desarrolloEsos dos factores combinados, más la Asamblea Constituyente que aterroriza a los mercados y la conflictividad en la calle, hace que no se pueda estabilizar el cambio paralelo, que seguirá creciendo como la espuma. En agosto de 2016 el cambio paralelo estaba en Bs 1.000 por dólar. Es decir, la devaluación del cambio paralelo ha sido de 1.200% intermensual promedio.

Todo ello hace que el riesgo-país suba también como la espuma. El riesgo-país es la brecha que el mercado le asigna a los bonos venezolanos con respecto a los de la Reserva Federal de EEUU. Venezuela, en este momento, tiene el riesgo país más alto de su historia, y probablemente el más alto del mundo. Son 3.000 puntos básicos, que es 15 o 20 veces lo que tiene Chile, por ejemplo. Cuando Chile emite deuda a 1.5% de interés, Venezuela tiene que pagar 30% para que le compren la deuda.

El resultado en cuanto a inversiones extranjeras es que Venezuela es el país de América Latina con el menor flujo de inversiones extranjeras directas en los últimos 18 años. Si Brasil captó 649 mil millones de dólares en ese período, Venezuela captó apenas 26 mil millones, la mayor parte en petróleo.

ÍNDICES

Nadie sabe exactamente qué puede pasar en Venezuela. Ante el nivel de incertidumbre, lo que dice la teoría, lo conducente es que se construya lo que se llama una «proyección de consenso». Es decir, tomar a los 12 o 14 actores más importantes en el análisis de Venezuela (en este caso los internacionales) y con ellos se construye esa proyección de consenso. Una vez hecho esto, lamentablemente lo que podemos ver es que nadie es demasiado optimista para el 2017-2018. En 2017 el promedio de inflación es de 682%. En este momento el FMI proyecta una inflación de 1.133%. Y como van las cosas, el pronóstico del FMI es uno de los que está más cercano a la realidad. Para el año que viene se proyecta una inflación mucho más alta (el FMI la proyecta en más de 2.000%).

De manera que la caída del PIB continuará, y será el quinto año consecutivo de recesión.

PARA LA REVERSIÓN DEL DESAJUSTE

Líneas básicas, entre muchas más, que servirían para comenzar.

1- Desmontaje del control de cambio, que es la principal camisa de fuerza, y llegar a una transición con un solo tipo de cambio. Hay diferentes arreglos: algunas economías han dolarizado (Ecuador), otras tienen su propia moneda (Chile, Perú, Brasil).

2.- Eliminar los controles de precios.

3.- Ayuda internacional. Ello no significa únicamente ir al FMI y firmar una carta de intención. Otra opción, por ejemplo, es la que está intentando Mauricio Macri en Argentina, que sin firmar ninguna carta de intención ha buscado ayuda financiera en la comunidad internacional y el FMI ha apoyado el programa de reformas.

4.- Programas de emergencia social. En términos de economía política, este punto es central. Se manifiesta en forma de subsidios focalizados que beneficien al 50-60% más humilde de la población para que pueda tener acceso a los alimentos y medicinas básicas. Ello no es solamente un mandato moral, que creo es suficiente, sino que es un mandato de sostenibilidad. Solamente si hacemos eso vamos a conseguir el apoyo de las grandes mayorías para que el programa tenga larga vida y puedan llevarse a cabo las reformas que esta economía ha pedido a gritos durante muchos años.

Video en Youtube.com montado por Antonio Ecarri, presidente de la Fundación Uslar Pietri.

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