VÍCTOR SUÁREZ
El corresponsal del diario ruso Komsomolskaya Pravda, Alexander Kots, ha dejado el pelero. No logró el objetivo que se propuso hace más de un mes: entrar victorioso en Kiev a bordo de un tanque del ejército de Putin. Dolido, fracturado, desilusionado, vuelve a Moscú, sin casco, sin pechera y con el honor deshilachado.
Este propagandista irrefrenable cesó de reportar su realidad circundante tiempo ya, puesto que las columnas de blindados en las que confiaba se convirtieron en ese tipo de jarrones que estorban donde los pongan. Todo el arsenal que portaban para la toma y conquista de la capital de Ucrania, fue silenciado. Los misiles se les engatillaban, los transportes de combustible se quedaron vacíos, a los artilleros les entró calambre, los aviones llegaban una vez por la cuaresma. No podían avanzar.
Alexander no tenía nada interesante que reportar, y aún así su cuenta en Telegram pasó de 172 mil a 250 mil seguidores. Recorría de arriba abajo o a trancos los 60 kilómetros de tanques alineados en las afueras de Kiev, y solo encontraba oficiales y soldados jugando a las cartas o sorbiendo vodka para apaciguar el frío.
Comenzó a matar el tiempo rebotando mensajes originados, bien desde fuera de Ucrania, bien desde otros frentes de lucha. Alexander, muy pronto, dejó de ser original. A veces le daba por teorizar sobre el arte de la guerra, otras veces recordaba experiencias de una de las guerras en Chechenia o de cuando llegó a la zona de Donbás el 24 de febrero, cabalgando la primera ola de la invasión.
Cuando le dijeron que Kiev caería en dos días y que estaría allí en primera fila, Alexander se alistó como si fuera Pecos Bill, el vaquero más auténtico que existió. La gloria, la foto, la medalla, la pensión, la prebenda, el sahumerio, ¡ay bendito!
Según el cantante argentino Luis Aguilé, en un momento dado Pecos Bill se moría de sed y le abrasaba el sol.
Y cuando estaba medio muerto
Hizo un tajo en el desierto
Y allí mismo el río Bravo construyó.
Alexander no lo pudo imitar, tal vez se lo atribuya al General Invierno. No había manera de llegar a Kiev, ni de pasearse por sus avenidas con la enseña imperial.
En todo caso, había dejado de ser periodista. Por ello no escribió la noticia que tenía en las manos mucho antes de que llegara la orden de retirada. Intuía el resultado. Sus noches de cavilaciones le llevaban a la conclusión de que el ejército ruso, allí a tiro de piedra de la ciudadela, había sido derrotado.
He aquí su carta de despedida, emitida el 1-4-22 a las 4 pm (GMT+2):
NOS VAMOS DE KIEV
«Me tomó mucho tiempo llegar a esta publicación. Primero, porque durante las hostilidades existen ciertas reglas para la difusión de información. Luego porque no pude encontrar respuestas a las preguntas de los suscriptores. Y que también me hago.
«Cuando comenzaron a aparecer fotos de banderas amarillas y negras donde estábamos hace unos días, se volvió inútil negar lo obvio. Nos vamos de Kiev. Retiramos nuestras unidades «por la cinta». No soy un político ni un general, no tengo el panorama completo ante mis ojos. No sé por qué se tomó esta decisión.
«Soy un reportero de guerra. Y todo este mes y medio estuve con mi ejército. Y estoy orgulloso de haber tenido el honor de cubrir las heroicas batallas, primero cerca de Mariupol. Luego cerca de Kiev. Estuve en Gostomel y estreché la mano de verdaderos héroes rusos. Nadie ni nada les quitará su hazaña. Y no se depreciará. No podían ser tomados en batalla. Ya está en la historia. Como la fuerza de desembarco de Pristina, que más tarde también abandonó Slatina.
«La guerra apenas comienza. Entonces vamos a averiguar quién tiene razón y quién está equivocado. Hay que sacar conclusiones y seguir adelante. Para terminar: Me quedo con nuestro ejército. Apóyalo ahora.»
@sashakots
(Post Scriptum: Poco después del repliegue del ejército ruso de la región de Kiev, el diario Komsomolskaya Pravda destacó a su corresponsal Alexander Kots a la ciudad de Járkov, a 40 km de la frontera con Rusia)
Víctor Suárez, periodista venezolano. Reside en Madrid, España.