VÍCTOR SUÁREZ –
Este hombre si camina. El Día de San José, lunes 19 de marzo, el editor David Malavé hizo un llamado al amanecer: “I’ve started raising money for ´Venezuela Diplomacia 1958 1998´ – Donate Now!”. Había montado una campaña profondos en la plataforma digital GoFundMe con el objetivo de obtener al menos 2.000 euros para pagar la impresión de su nueva producción editorial.
Tres días antes, en Casa de América, se realizaba un foro importante (“Venezuela como problema”), en el que las estrellas principales eran Luis Almagro, secretario general de la OEA, y Mario Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura 2010. En medio de empujones y pisotones, logró llegar hasta donde estaba Almagro en una sala Gabriela Mistral abarrotada y le contó que estaba editando un libro sobre la experiencia diplomática venezolana durante los 40 años previos al chavismo. “Qué bien, lo espero”, dijo el dignatario más contumaz de cuantos se hayan visto en la OEA.
Hacía bastante rato que el compilador Fernando Gerbasi había entregado los originales de los 16 ilustres coautores y el equipo editorial dirigido por Carmen Verde Arocha había culminado su trabajo de puesta a punto.
El 26 de marzo volvió a despertar eufórico: “Comienza a salir la primera hornada del año. Salen los primeros libros de Kalathos con la primavera”. Lanzó otro anglo latigazo: Coming very soon out of print…
El viernes 30 silbó de nuevo su clarín: “Calentito, recién salido de la imprenta. La semana que viene llegará a los distribuidores en Madrid”. El Sábado de Gloria dejó ejemplares en el restaurant La Candelita y en Nakama Libros, en Chueca. En la librería del Centro de Arte Moderno y en Unión Editorial, el tomo de unas 340 páginas ya estaba en las estanterías. Se encontró con el Premio Cervantes 2018, el nicaragüense Sergio Ramírez, y le regaló el libro. Se presentó en una conferencia sobre G. K. Chesterton en Forum 2000, capítulo Madrid, y mostró su último hijo de papel.
El optimismo ancestral del director general de Kalathos le hacía decir: “Vaya, me levanto de una corta siesta luego de muchas diligencias pendientes, y me encuentro la sorpresa de nuevos apoyos y donaciones”. En realidad la campaña profondos había recaudado apenas 25% del objetivo mínimo: 530 de los 2.000 euros esperados. Al revisar la página de GoFundMe supo que una docena de donantes habían ingresado entre 10 y 100 euros. Con sus nombres y apellidos, y algún anónimo. Varios autores incluidos en la compilación también dejaron su grano en ese enjuto botijo. De todos modos, Malavé, públicamente, les agradecería después, pero sin mencionar cifras. Y la topa siguió su curso.
La experiencia anterior con este tipo de plataforma había sido mucho más exitosa, aunque no hubiese recabado el monto deseado. Logró 1.255 euros de un mínimo de 3.000, que servirían para costear la publicación de Siete Sellos: Crónicas de la Venezuela revolucionaria, libro que fue presentado en Madrid en junio del año pasado en el restaurant La Candelita y con mayor bombo nuevamente en Casa de América en febrero de este año.
Entretanto la actividad de David Malavé se cruzaba con el bautizo el 12 de junio, en la Asociación de Escritores y Artistas de España, de la segunda edición (versión completa) de El crepúsculo del hebraísta, del académico hispano-venezolano Atanasio Alegre. Esa tarde fue de total éxito. La calidad y enjundia de los ponentes fue altísima.
En mayo comenzó la promoción directa del gran acto de presentación del libro sobre la diplomacia venezolana. Casa de América había sido el lugar escogido. Ese emblemático altar de las cuitas iberoamericanas exige al menos tres meses de antelación para que sean presentadas solicitudes para realizar cualquier evento privado, y las exigencias serían mucho más rigurosas si se pretendía ocupar la sala Simón Bolívar. Tenía en contra, sin proponérselo, que en esa misma fecha, el 27 de junio, Día del Periodista en Venezuela, se sucedería casi en paralelo el tercer acto anual de Venezuelan Press, la asociación de periodistas venezolanos en España. En efecto, muchos tuvieron que salir corriendo desde la Fape, en calle María de Molina, para llegar aunque con retraso a Plaza de Cibeles. Algunos no pudieron entrar porque «oficialmente el acto ha terminado», según reiteraba el sereno.
Uno de los textos del libro (La Doctrina Betancourt y la defensa de la democracia venezolana, de la internacionalista María Teresa Romero), fue publicado el domingo 13 de mayo en el Papel Literario del diario El Nacional, en Caracas. Ese ensayo, según reveló Malavé, fue rápidamente distribuido entre las representaciones diplomáticas en la OEA.
Los organizadores se habían asegurado de contar para la fecha con la presencia del embajador Diego Arria, habitual de Nueva York, del embajador Fernando Gerbasi, exiliado en Madrid, y del investigador principal del Real Instituto Elcano, Carlos Malamud, quien fungiría como relator del foro.
Y luego se dedicó a convocar, a convocar, todos los días, a cada rato, a través de las redes sociales, especialmente en Facebook, que es donde nada con mejor soltura. La periodista Marianela Durán ayudó bastante con sus notas de prensa.
A partir de las siete de la tarde del Día D, en una sala Simón Bolívar abundosa de españoles y criollos, el director de programación de Casa de América Fernando Fernández-Arias, ofreció la bienvenida, Gerbasi dijo luego que el consenso privó durante 40 años, Diego Arria describió cómo fue que patentó la Fórmula Arria en el sistema de Naciones Unidas y Carlos Malamud se excusó por haber asistido sin corbata.
En el brindis final David Malavé y su esposa Artemis suspiraban. Habían logrado en muy corto tiempo bordar, imprimir y presentar tres libros en Madrid: el de Atanasio Alegre, el del poeta Carmelo Chillida y la recopilación de Fernando Gerbasi.
Víctor Suárez, periodista venezolano. Escribe desde Madrid, España.
Querido Víctor, algo generosamente hiperbólico este artículo! lo agradezco y tomo como una muestra de aprecio! Como dicen mis amigas las poetas Yolanda Pantin, Maria Antonieta Flores, Carmen Verde y Edda Armas, se agradece y recibe con humildad! Me hizo reir la frase «ese hombre si camina» que describía a uno de nuestros locos ilustres de cuando éramos felices y no lo sabíamos!