Al embajador venezolano en España, Mario Isea, le han estado pisando los talones dondequiera que porte. La cancillería española le llama a responso cada vez que a Maduro se le ocurre insultar al presidente de gobierno Mariano Rajoy, ha tenido que viajar Bruselas para responder al test universal de la ONU sobre derechos humanos en Venezuela y los pensionados y jubilados le han estado persiguiendo para que sirva de puente levadizo ante sus demandas por impago durante 16 meses consecutivos. Esas son gestiones que debe encarar de mala gana, en tanto representante de un país desbordado por una crisis terminal.
Pero a este maracucho sin carrera diplomática que le acredite, le gusta mucho más derrochar su molicie en propagar un mensaje que ya ha sido sepultado por la historia y que cada día encuentra menos devotos. La revolución bolivariana ha fracasado, aunque algunos, como el presidente colombiano Juan Manuel Santos, se haya percatado de ello hace apenas 6 meses.
Esta semana tenía dos citas públicas en su agenda. Una en Oviedo (Asturias) y otra en Aranjuez (Madrid), ambas organizadas por el menguado Partido Comunista de España y el encaratado Podemos, la formación de Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero.
EN OVIEDO, POR LA PUERTA DE ATRÁS
Poco antes de asistir a la reunión de Oviedo, en la que disertaría sobre ‘La dimensión histórica de la Revolución Bolivariana’ el jueves 20, cumplió con la asociación de pensionados venezolanos en Asturias (Asopeve), que le había solicitado una audiencia a fin de entregarle en mano un pliego de exigencias al gobierno de Nicolás Maduro.
Pero al presentarse en la biblioteca «Ramón Pérez de Ayala», en El Fontán, el embajador Isea sabía de antemano que no la pasaría bien. Un grupo de venezolanos con banderas, gorras y pitos le esperaba a las puertas del local. Adentro, los grupos de apoyo y rechazo estaban perfectamente delineados. El diario El Comercio, tituló: «Venezuela parte a Oviedo en dos – Defensores y detractores de Maduro se enfrentan ante una charla del embajador». Reseña el diario que «con la Policía Nacional vigilante, el embajador Mario Isea entró en la biblioteca aclamado por unos y abucheado por otros».
En momentos en que la represión gubernamental ha sido utilizada en Venezuela a una escala nunca vista, el embajador aseguró que «no se está usando la violencia» y son «integrantes de la oposición quienes provocan a las fuerzas del orden para que intervengan y decir después que el Gobierno ha matado a la gente».
Según El Comercio, «tras alguna pregunta incisiva durante el coloquio, y algún ‘rifi-rafe’ entre el público, el momento más delicado se produjo a la salida de la biblioteca, cuando los detractores del líder venezolano reclamaban libertad al grito de «asesinos» y los organizadores del acto comenzaron a vitorear a Maduro. El embajador salió por la puerta de atrás de la biblioteca para evitar que pudiera producirse alguna situación más delicada».
Rodolfo Núñez, residente en Oviedo, dejó un comentario en Facebook: «Hoy estuvo en Oviedo y a la salida estábamos esperando en la puerta de la Biblioteca de El Fontán y salió por la puerta de atrás. No tuvo ni el coraje ni la valentía para darle la cara a los venezolanos que aquí vivimos. Salió como un cobarde, que no tiene ni palabras ni argumentos para enfrentar la realidad»
EL CONCIERTO DE ARANJUEZ
El viernes 21 Isea se topó con un nuevo contratiempo. Debió haberlo sabido puesto que el joven venezolano Wilmer Baute había anunciado que estarían presentes en el centro cultural Isabel de Farnesio, en Aranjuez, al sur de Madrid, a las 7 de la tarde. A esa hora, Alberto Casillas, el español que se ha especializado en convocar marchas y manifestaciones en contra del régimen venezolano en Madrid, se plantó con un grupo de venezolanos en la acera de enfrente.
A diferencia de Oviedo, en Aranjuez a los opositores no les fue permitido el paso al pequeño local donde el embajador disertaría, ante un público raquítico, flanqueado por los dirigentes del PCE Antonio Segura (abogado especialista en derechos humanos, imagínese usted) y Libertad Jiménez (también abogada, responsable de antirepresión del Comité Central del Partido Comunista de Madrid). La reseña del portal OKdiario.com hace notar que «a su llegada al centro cultural, Isea ha sido recibido con una sonora pitada por un nutrido grupo de opositores venezolanos».
Cuando el dirigente del partido Ciudadanos en la localidad David González, reclamó la negativa de acceso a un espacio público, los organizadores comunicaron que “se reservaban el derecho de admisión”. Pese a tal imposibilidad, los venezolanos mantuvieron la protesta en las inmediaciones del centro cultural.
La noche había caído con frescor primaveral. Esta vez no había puerta trasera. El embajador debía salir por donde entró. Y entonces comenzó el martirio de lo que en España llaman «escrache«. OK Diario resume la escena así: «Una vez acabado el acto, el embajador Isea ha tenido que ser escoltado por agentes de la Policía Nacional y Municipal de Aranjuez hasta su coche oficial entre insultos de los opositores que pedían a gritos respeto a los derechos humanos. Cuando el embajador ha alcanzado su vehículo ha salido a toda velocidad escoltado por un coche policial.»
El lujoso coche negro, con placas CD 76 001, arrancó con brío de corcel pero a pocos metros debió sortear una frenada de burro. Los manifestantes observaron que en la esquina el semáforo se había puesto en rojo y trataron de alcanzarlo. Pero Isea ordenó «Arranca Berroterán» y se «comió» la luz roja, que quizá sea el símbolo de la última multa que deba pagar como embajador en España.
La protesta, encabezada por Alberto Casillas,a las puertas del acto en Aranjuez
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Mario Isea sale escoltado por la policía y personal de la embajada