Enrique Viloria Vera – Impotencia y nostalgia del exilio

Enrique Viloria Vera – Impotencia y nostalgia del exilio

 

JOSÉ PULIDO –

Una vez al mes, en su casa de la Urbanización Miranda, se reunían narradores, poetas, músicos, médicos, arquitectos, politólogos, amigos en general. Cada quién llevaba algo para la parrilla o el sancocho; se comía y se bebía y se hilaba fino cuando surgían los temas políticos. Se especulaba en relación con el acontecer nacional que poco a poco se fue transformando en barranco, sumidero, despeñadero y en caminerías quejumbrosas, ideales para que el Dante y Virgilio echaran una conversadita. O para que cantaran su rivalidad Florentino y el diablo.

Todas las tendencias se reunían ahí sin echarse cuchillo y surgían libros interesantes, proyectos de buena cepa, música del alma auténtica, como las propuestas que nacían emocionando en la bandola del maestro Saúl Vera. De repente aquello se convirtió en la imagen de la soledad total, como quien mira un descampado en plena sequía.

Hablo de la casa de Enrique Viloria Vera, profesor universitario, ensayista, poeta y editor, quien después de publicar una respetable cantidad de artículos contra el régimen venezolano actual, se mudó a España. Vive en Salamanca desde hace dos años y medio, ciudad a la que está vinculado desde 2002 por invitaciones de la Universidad de Salamanca.

Enrique Viloria Vera nació en Caracas, en 1950. Posee una maestría del Instituto Internacional de Administración Pública (París, 1972) y un doctorado en Derecho de la Universidad de París (1979). Es profesor jubilado de la Universidad Metropolitana, donde desempeñó los cargos de Decano de Economía y Ciencias Sociales, y Decano de Estudios de Postgrado, así como el de Director fundador del Centro de Estudios Latinoamericanos “Arturo Uslar Pietri”. Ha sido profesor invitado por las Universidades de Oxford, St. Antony’s College, Cátedra Andrés Bello, (Inglaterra 1990-1991) y por la Universidad de Laval (Canadá 2002).

Es autor y coautor de más de ciento treinta libros sobre temas diversos: gerencia, administración pública, ciencias políticas, poesía, artes visuales y humorismo.

Su obra escrita ha sido distinguida con el Premio de la Academia Venezolana de Ciencias Políticas y Sociales.

En 1998, la Universidad Metropolitana le otorgó el Premio al Mérito Académico en el área de Ciencias Políticas, Sociales y Administrativas.

Viloria publica ensayos en varios medios de comunicación de España y en Colombia lo hace con exclusividad para Ideas de Babel.com, el prestigioso espacio digital de Alfonso Molina.

Enrique Viloria Vera – Impotencia y nostalgia del exilioHa sido editor de poemarios, de libros sobre artistas plásticos y se podría decir que se ha mantenido veinte años sintiéndose doliente por la situación del país. No pasó ni un solo día de esas dos décadas sin escribir algo en oposición al gobierno venezolano. Ahora, fuera del país, se le hacen unas cuantas preguntas, porque está punto de publicar el libro Poemas de la ignominia. El título ya es, de por sí, una declaración.

¿Cómo te sientes viviendo fuera del país?

-Ya te puedes imaginar: contento y resignado, nostálgico e impotente, en espera de que volvamos a ser un país para querer y no para sufrir, sin innecesarias divisiones entre los venezolanos.

¿Qué es lo que más añoras?

-Muchas y variadas son mis añoranzas: mi familia, mis amigos entrañables, mi casa, la biblioteca, mi colección de arte, mi hamaca, el Ávila, y, sobre todo, la libertad, la seguridad personal y la tolerancia, y, por supuesto, algunos sitios para comer: el Da Guido en la Solano, la arepera Canaima, Pollos Arturo y los pollos en brasa El Carmen y sus hallaquitas, y la alegría y jocosidad del venezolano.

¿Cuántos libros has escrito sobre el tema Venezuela?

-Muchos y de todo tipo; al voleo te diría nueve de humor, cuatro de historia, 30 de artes plásticas, 4 de crítica literaria, y unos 10 en materia de derecho y economía. Soy un venezolanista a ultranza; en la UNIMET concebí y promoví un Diplomado de Altos Estudios de la Venezolanidad que tuvo gran éxito; con satisfacción veo que lo retomaron. Igualmente, fui Director Fundador del Centro de Estudios Latinoamericanos “Arturo Uslar Pietri” y Coordinador de la Cátedra Venezuela “Ricardo Zuloaga”.

¿Se compara el sufrimiento del que se queda con el sufrimiento del que se va?

-Es el mismo, es una tristeza, una impotencia bifronte, de dos caras: una que da a lo conocido y otra a lo ignoto.

¿Alguna vez se podrá cuantificar el daño producido a Venezuela y a los venezolanos?

-Ya lo están haciendo, no es tan complicado, los resultados son monstruosos, la marabunta socialista roja – rojita devoró todo. El más difícil de calcular es el cualitativo, el daño inconmensurable causado a la estima del venezolano, a su salud mental, su desconsuelo y desesperanza.

Tú, que fuiste seguidor de Rafael Caldera ¿no le reclamarías su actitud con el golpismo?

-Es difícil, creo que hay que entender al personaje y la realidad del país. Caldera siempre fue un pacifista, un promotor de la paz y de la convivencia, sobreseyó a los golpistas -no los indultó-, en un deseo -vano por lo demás-.de suprimir fuentes de conflicto, prefirió que fueran héroes y no mártires, como en Queimada de Pontecorvo. Recuerda que la situación que enfrentaba al llegar al poder con su chiripero, era desastrosa: Baja pronunciada del precio del petróleo; Crisis bancaria, que se inició con la intervención del Banco Latino, según dicen en un ajuste de cuentas entre Caldera y Pedro Tinoco; bipartidismo en declive; desvalorización de la política y de los políticos, la llamada Anti política; surgimiento de nuevos líderes sin experiencia política, incluyendo a una reina de belleza; medios de comunicación convertidos en partidos; y periodistas opináticos y alejados de su misión de informar objetivamente.

Los que no repudiaron a los golpistas fueron los votantes que llevaron al poder al nefasto Teniente Coronel con una ingente cantidad de votos, incluyendo a empresarios, artistas, periodistas, intelectuales, al pueblo llano. Y a todo quisque.

Lo que si le reprocharía a Caldera es, por un lado, la castración de la Generación del 58, que dejó sin posibilidades a los sucesores naturales para dirigir Copei, y, por el otro, que, como el Dios Cronos, le haya echado los últimos puñados de tierra al ataúd que contenía los restos del partido que, con denuedo, fundó -y luego consolidó-, en la vieja Tintorería Ugarte.

¿Qué opinas de ese momento en que Chávez le dijo a Caldera y al país “Juro ante esta Constitución moribunda…”

-No me extrañé, ya venía analizando la calaña del oportunista militar, quien, con el apoyo de juristas venezolanos y españoles, ya tenía en mente el despeñadero al que llevaría al país. En 2004, muy prontamente escribí un libro sobre Chávez y sus motivaciones utópicas y decimonónicas, titulado: Neopopulismo y neopatrimonialismo: Chávez y los mitos americanos, ciertamente premonitorio y desafortunadamente acertado.

La poesía ¿cómo se comporta en esta situación?

-Tú lo sabes bien: es un refugio y una motivación, un bálsamo contra la soledad y el aislamiento, Te insufla ánimo y esperanza, es una válvula de escape y un arma contra la ignominia.

Tu familia ¿está muy dispersa ahora?

-Tendría que enviarte un mapamundi con indicación de los múltiples países y ciudades, donde viven hijos, hermanos, primos, sobrinos, ahijados, y amigos entrañables como tú.

José Pulido es poeta y periodista venezolano. Escribe desde Génova, ciudad de Italia.

 

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