CARLOS MORENO –

Cuando Mariano Rajoy, presidente del Gobierno español, con todos sus matices, opta por conceder nacionalidades a políticos, periodistas o empresarios calificados en un concierto internacional como perseguidos políticos, expresa, quiérase o no, un acuerdo común europeo.

Y eso descoloca al Gobierno de Nicolás Maduro más que el recordado “¿Por qué no te callas? del rey emérito Juan Carlos a Hugo Chávez en 2007, tanto por la espontánea reacción como por la falta de una capacidad de respuesta con respaldos automáticos.

Si aquella frase entre el monarca y el fallecido mandatario quedó más como un espectáculo de micrófonos que como brecha con la Unión Europea, el escenario de hoy sí radiografía la fractura, aunque el manejo diplomático tienda siempre a suavizar la herida.

Febrero de 2014 cambió rumbos, y la detención de Leopoldo López, líder de Voluntad Popular, más el sometimiento a un juicio cargado de penumbras, testigos encapuchados y una sentencia a 14 años de cárcel que sería incluso revelada como “amañada” por el triste fiscal que huyó para luego cantar desde la comodidad de EEUU, tejieron relaciones en el viejo continente y América para encender nuevamente las alarmas sobre la represión y persecución por los revolucionarios en Venezuela.

España torcía la cara y lo hacía en coro con la UE, que por lo pronto se le notaba menos. Las prácticas de Maduro de perseguir y encarcelar a opositores, a editores de medios y otras figuras fue su promesa electoral traducida en hechos, la radicalización de la revolución, entendida más como un giro de tuerca para cargar de espantos y aplacar movilizaciones.

Pero la Unión Europea respondería a través de Mariano Rajoy y España, cosa que sigue haciendo hasta hoy al nacionalizar a los perseguidos que llegan. Maduro se voltea y ofende al ibérico, pero no ve más allá. No es capaz de olfatear que, pese a ser una decisión soberana del Estado Español está tomada desde una abierta consulta con todo el gabinete ministerial, con la corona, y claramente con tutores de la UE que defienden las normas del club.

Maduro no descifra que la comunidad europea deslegitima desde hace rato a la justicia venezolana y su Gobierno al votar en Bruselas (501 a favor, 94 en contra y 73 abstenciones), por la libertad de los presos políticos venezolanos, o al permitir desde el bloque supranacional la protección con la nacionalidad española, a hombres como Miguel Henrique Otero, presidente editor del diario El Nacional; Leopoldo López Gil, padre del dirigente político Leopoldo López y miembro del Consejo Editorial de El Nacional; Lester Toledo, diputado zuliano y dirigente de Voluntad Popular; y hasta Guillermo Zuloaga, que figuró en las primeras actas constitutivas del canal Globovisión antes que pasara a manos afines del Gobierno tras negociaciones hostiles contra el manejo editorial de Alberto Federico Ravell, otro editor perseguido, pero que logró un exilio a tiempo. Suerte contraria a la de Teodoro Petkoff, de Tal Cual, que ya no pudo salir del país.

Y entonces Maduro promete a Rajoy que se le “reventarán los dientes” si se mete con Venezuela. El Presidente se aferra así a una lucha casi personal, al mejor estilo de su predecesor, buscando el enemigo que todo lo justifica, desde los golpes de Estado hasta el hambre.

Mientras, la Unión Europea escolta a su estado miembro que a lo interno busca quitarse manchas de corrupción salpicadas por su partido, de una política económica que aprieta y empieza a cumplir las exigencias del bloque, aunque a grandes sacrificios, pero que además tiende una mano a perseguidos venezolanos que califican para ser miembros de la UE pese a las sentencias, órdenes y descalificaciones de la justicia venezolana, incluyendo al mismo Maduro.

Si el bloque europeo considerara como duda razonable el argumento de la justicia revolucionaria en sus acusaciones de conspiración, difamación y agravio, al menos Miguel Henrique Otero y Leopoldo López Gil entrarían a revisión en España, pero la ayuda fue automática, aún más sabiendo que la causa por la que se les dictó prohibición de salida del país representaba un ataque directo a la libre prensa y también al liderazgo de Leopoldo López desde la cárcel.

Diosdado Cabello, quien la impulsó, copó centimetraje en el diario El Nacional, La Patilla, Tal Cual y otros medios regionales, como miembro de un cartel de droga administrado desde el poder del Gobierno venezolano. La investigación estallaba por el Diario ABC de España y los medios en Venezuela replicaban. El escenario daría incluso para analizar la posición del concierto europeo sobre la figura de Cabello. Dan protección a los acorralados por el señalado internacionalmente como narcotraficante. En pocas palabras confían primero en ABC antes que en los jueces venezolanos.

España y la UE tampoco consiguen solidez en la causa contra el legislador zuliano Lester Toledo y se le otorga la nacionalidad. No valen ante Europa las acusaciones de terrorismo diseñadas en Venezuela. España acoge a otro perseguido y Rajoy dice que es parte del carácter protector de la democracia y las libertades que profesa su país. De hecho, lo nombra y describe su caso en artículo publicado en el diario El País de Madrid. Los partidos PP, PSOE y Ciudadanos dan tribuna en el Congreso de los Diputados, a él, al joven Gabriel San Miguel, también líder perseguido de VP, y a Leopoldo López Gil, los escuchan y apoyan, salvando el voto de los morados de Podemos, aliados y negociantes con Chávez y Maduro.

La UE hace coro al darle palabra a Toledo en el Parlamento Europeo y hasta la ONU que lo recibe en Ginebra como perseguido político. Antes lo ha hecho Almagro en la OEA y también Washington que abre puertas.
Pero Maduro no interpreta la lectura, lo circunscribe a una España contraria y poco amigable, refuerza su sentimiento anti hispánico y anacrónico nutrido de historias de la colonia y eso vende al pueblo, sin perderle pisada a Chávez, que usó ese discurso más como efervescencia nacionalista sin efectos en la hipocresía de la diplomacia. El Rey Felipe estuvo en su funeral.

Maduro no desgaja el todo de un bloque europeo que recibe y potencia a los venezolanos que persigue y que, sencillamente, no cree en sus causas montadas de terrorismo. Y así va Europa con respecto a Venezuela, y Maduro solo quiere reventarle los dientes a Rajoy.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.