ROBERTO GIUSTI –
Autor de una enjundiosa historia de la poesía en Venezuela y actualmente Profesor Visitante Distinguido de la Universidad de Oklahoma, EEUU, Arturo Gutiérrez Plaza se pregunta, dejando atrás manidos enfoques políticos y remontándose a experiencias como la chilena y la española “¿cómo quedaremos los venezolanos, la oposición y la comunidad internacional si Maduro entrega el poder a al exgobernador de Lara dando inicio así a un proceso de transición a través de la vía electoral?”

 

—¿En qué posición te ubicas ante el dilema que divide a venezolanos entre votar o no votar?
—Como venezolano que vive fuera del país pero permanece vinculado a la pesadillesca cotidianidad que lo azota, me siento atenazado por la duda, tal y como le ha ocurrido a los electores en los últimos veinte años. Pero la decisión sobre ese dilema está sujeta, todavía, al desarrollo de esta coyuntura.

—¿No crees, luego de veinte años, que hay suficientes datos de la realidad política y electoral como para decidirse a no votar?
—Venezuela es un país secuestrado por una cúpula militar corrupta que cooptó todas las instituciones. En consecuencia, cualquiera elección supone hacerle el juego al régimen. Esa es mi primera postura: no votar e insistir en una salida por la vía de la presión internacional y de la interna. Creo, sin embargo, que se hace necesaria una actitud más comprensiva del momento actual.

—¿No resulta ya demasiado sobada la prédica del cambio por la vía democrática, constitucional, pacífica y electoral?
—Luego de las elecciones para elegir gobernadores, alcaldes y la asamblea constituyente, signadas por el fraude sin disimulo, la poca confianza que se podía tener en el poder electoral se acabó. Pero dentro de esa realidad hay otros elementos que se deben considerar. Me refiero a la necesidad analizar la posición del otro, es decir, del gobierno, para determinar si sigue siendo la misma.

—Por encima de todo eso, ¿no persiste el objetivo supremo de mantenerse en el poder?
—Este es un régimen cuyo único propósito es permanecer sin importarle la miseria, la desesperación y el hambre que ha provocado. Pero hay algo que comenzó a cambiar el año pasado y lo rescato como el único acierto de la dirección política de la oposición luego de las protestas ocurridas en todo el país y que costaron tantas muertes: haber logrado cambiar la percepción del régimen a escala mundial, algo que no había pasado antes. Así, los grados de presión que sufre el régimen lo están asfixiando financieramente, al tiempo que la industria petrolera se encuentra quebrada por obra de la ineptitud y la corrupción. En síntesis, la situación política del régimen es desesperada y no tiene a la mano una fórmula de supervivencia inmediata.

—En otras palabras, este gobierno se cae independientemente de lo que haga la oposición.
—Han convertido a Venezuela en un nuevo Haití y siguen allí. Pero cada día se les hace más difícil. Pese al fracaso del diálogo este sigue siendo necesario en una situación como la que vive el país.

—Descartado el diálogo y la salida electoral, lo único que queda es la violencia.
—La guerra civil tiene diversos escenarios, desde la intervención militar hasta el golpe de estado y ya hemos visto las purgas y el encarcelamiento de eventuales líderes militares.

—Mientras eso ocurre marchamos hacia una elección presidencial, en la que participará un sector político que se dice de oposición.
—El caso de Henri Falcón, de difícil lectura, sigue generando una gran incertidumbre y por eso demanda analizarlo en tres dimensiones. Primero, lo veo como una suerte de Sancho Panza porque sigue creyendo en una vía (la electoral) en la que nadie cree ya, como Sancho, quien aspiraba ser gobernador de la Ínsula Barataria. Ingenuo, Falcón piensa que él puede cambiar las cosas cuando todos sabemos que este gobierno jamás entregará el poder, tal y como lo advirtió la misma Delcy Rodríguez.

—No aparece en la segunda dimensión el fantasma de otro personaje de novela (aunque todavía no se ha escrito) llamado Francisco Arias Cárdenas.
—La segunda configuración sería la del tonto útil o, en todo caso, el cómplice, que le hace el juego al régimen en unas elecciones que ganará Maduro a cambio de alguna prebenda que por ahora desconocemos. Esa es una de las tesis que se maneja en la MUD, también mayoritaria entre los sectores más radicales de la oposición.

—El mismo Falcón ha advertido que él es un chavista light.
—Sí. Pero cuando se está creando un Frente Amplio, que propicia la captación de los chavistas disidentes, resultaría una contradicción atacar a Falcón por chavista.

—¿Cuál es la tercera dimensión?
—Sería la figura del elegido para la transición, el único que puede abrir el espacio para el cambio.

—Es decir, Falcón.
—Visto como una posibilidad.

—Para que haya una transición hace falta la disposición por parte de un chavismo cuyos dirigentes han sido muy claros a la hora de expresar su intención de permanecer indefinidamente en el poder.
—Ese es el discurso del gobierno. La realidad es otra. Hay circunstancias que presionan al gobierno para que acepte negociar las mejores salidas posibles. Está demostrado que la realidad política se impone. Hay experiencias, en otros países, que vale la pena revisar

—¿Te refieres, por ejemplo, a la forma en que operó la salida de Augusto Pinochet en Chile?
—Pinochet perdió, contra todo pronóstico, una votación que lo sacó del poder. Entre otras razones gracias a la presión internacional. Y fueron los miembros de la cúpula militar quienes lo obligaron a aceptar el triunfo de la oposición.

—Lo que vino luego fue la democracia tutelada.
—Efectivamente. Accede al poder el ala política más cercana a Pinochet, que era la Democracia Cristiana, mientras él continúa en el juego como senador vitalicio y bajo el mandato de su propia Constitución. Como consecuencia la D.C. tuvo un margen de acción restringido a la hora de cambiar las condiciones impuestas por el dictador. Fenómeno que todavía se hace sentir, al punto de que el socialismo, que llegó al poder diez años después, no pudo modificar en áreas tan sensibles como la economía. Pese a esas circunstancias, a nadie se le ocurrió llamar “pinochetistas light” a los dirigentes de la transición chilena.

—Insisto. ¿Estás sugiriendo que Falcón, de común acuerdo con el chavismo, ganaría las elecciones y se convertiría en el adalid de la transición?
—En el entorno más íntimo de Maduro están conscientes de que la figura de su jefe, como presidente, seis años más, resulta insostenible. Tanto adentro del país como en el ámbito internacional, donde representa el aislamiento absoluto del país. Por eso no resulta extraño el hecho de que los chavistas no postularan a otro dirigente. Se podría aducir que no había mejores opciones o simplemente que ese no era el punto a resolver.

—Entonces el verdadero candidato del chavismo no es Maduro sino Falcón.
—Supongamos, por un momento, que Falcón gana las elecciones. Es evidente que el país entrará, de nuevo, en una etapa de incertidumbre porque su juramentación sería en diciembre y no sabemos cómo se desarrollarán los acontecimientos a lo largo de todo ese tiempo. No obstante podríamos vislumbrar negociaciones que implican….

—¿La impunidad para los responsables de los crímenes y la corrupción acumulados durante veinte años?
—Lo que ocurrió en Chile, en España y de alguna manera, luego de la muerte de Gómez, en Venezuela.

—Es decir, Maduro estaría pactando su tranquilidad y libertad luego de dejar el poder.
—No se debe descartar la lectura del caso Falcón, una posibilidad que el régimen está valorando como su mejor salida. Preferible, para la dirigencia chavista, a su captura y enjuciamiento en tribunales como el de La Haya. Está visto que, incluso el ex Secretario de Estado, Rex Tillerson le dijo a Maduro que lo mejor que podría hacer es renunciar e irse a una playa cubana a tomar ron con sus amigos. No debe dejarse de lado este escenario en el cual aparece Falcón como figura de transición.

—-¿Lo dices como un escenario positivo?
—Para nada. No celebro esa posibilidad. Solo la asomo, incluso, con indignación. Pero debe ser tomada muy en cuenta a la hora de decidir si con tu voto vas a propiciar un probable proceso de transición o con tu abstención no entrarás en ese terreno y te limitarás a esperar hasta que el régimen sea derrotado por cualquier vía distinta a la electoral.

—Las encuestas dicen que es apreciable la ventaja de Falcón sobre Maduro. De manera que si el chavismo quiere que gane Falcón no tendrá que hacer fraude.
—Hay varios escenarios. Uno, que Falcón gane y que se respeten los resultados. Dos, que Falcón pierda pero el gobierno lo ponga a ganar, (insólita pero posible circunstancia). Tercera, que Falcón gane y el gobierno no acepte los resultados, con lo cual se colocaría, ahora más que nunca, en una fase terminal.

Roberto Giusti, periodista venezolano. Escribe desde Oklahoma (EEUU).

 

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