MACKY ARENAS/Aleteia Venezuela
Para el 2016, el 88% de los muchachos ya quería marcharse del país, según estudio del Departamento de Migraciones de la Universidad Simón Bolívar. Se trata, según los expertos, en una de las peores secuelas de la crisis porque afecta el futuro de las nuevas generaciones
En el foro Deserción Estudiantil Entre Perseverar y Rendirse, realizado en la UCV (Universidad Central de Venezuela), Lucy Pires, secretaria de la Universidad Simón Bolívar, explicó que de 24.318 estudiantes analizados como muestra desde 2010 hasta 2017, 2.987 dejaron de inscribirse durante 4 trimestres consecutivos entre 2016 y 2017.
Para el 2016, el 88% de los muchachos ya quería marcharse del país, según estudio del Departamento de Migraciones de la Universidad Simón Bolívar, la casa de estudios científica por excelencia del país. Hay que señalar que en 2013, 73% no tenía la intención de emigrar. Tres años más tarde las expectativas juveniles cambiaron drásticamente y las razones para irse del país aumentaron.
El objetivo del joven es tratar de ejercer su profesión o hacer un posgrado a través de becas. Canadá tiene más de 15.000 becarios venezolanos y no regresarán, dijo el profesor Iván de la Vega, quien dirigió la investigación del Laboratorio Internacional de Migraciones.“La intención de migrar significa que algo muy grave está pasando en una sociedad”. Precisó que en términos generales la emigración en el siglo XXI se ha ido modificando. “Del patrón migratorio de 2010 que era calificado, ahora emigra todo tipo de venezolanos, y prefieren irse de cualquier modo antes que padecer la inseguridad y la escasez. Se están yendo a Guyana, Trinidad y Tobago, algo nunca visto”.
Venezuela, país esencialmente joven, está viendo como en Caracas los adultos están superando en número a los jóvenes porque estos se van al exterior, indicó el profesor Carlos Pino, coordinador de un equipo de estudiantes de sociología cuya tesis de grado, presentada en 2016, planteó que Venezuela se quedaba sin jóvenes. “Estos emigran del país por la crisis económica y por las muertes prematuras en hechos asociados a la violencia”.
“Los jóvenes de Venezuela no están muriendo por la independencia de la patria, como ocurrió en esa batalla de La Victoria el 12 de febrero de 1814, sino en las calles y en el transporte público, víctimas del delito y la desprotección. Cada semana en Venezuela mueren más jóvenes víctimas de la violencia que los que fallecieron en la batalla que hoy se conmemora”, señala el OVV.
Cerca de 9 de cada 10 víctimas son varones. Son también pobres y muchos dejan a sus hijos huérfanos. Pero también 72% de los victimarios tiene menos de 35 años y casi la mitad tiene entre 20 y 24 años de edad. “Las dos grandes fuentes de integración a la sociedad, la educación y el trabajo, se han visto debilitadas como mecanismos de esperanza en el futuro”, consta en el informe al tiempo que destaca la brecha entre lo que el joven quiere y lo que puede alcanzar en un país en crisis.
En el foro en cuestión se expuso que, de la cantidad de los casi 3.000 jóvenes que dejaron de inscribirse en las universidades, el 67% poseía un índice académico sobresaliente de entre 3 y 5 puntos. “Nuestros mejores estudiantes están perdiendo su cupo por irse a otros lados”, dijo. Las cifras de este nuevo período académico son igual de alarmantes. El número de alumnos inscritos para el trimestre abril-julio de 2018 no supera los 3.000 estudiantes, mientras que otros 111 alumnos que tienen más de 4 trimestres sin inscribirse perderán su oportunidad de reingreso.
El informe presentado durante la disertación también arrojó que 30% de quienes interrumpieron su formación académica lo hicieron casi con la totalidad de las materias aprobadas, en el transcurso de los últimos semestres escolares. Magaly Vásquez, secretaria de la UCAB, coincidió con Pires y señaló que el número de estudiantes preinscritos para 2018 en esa casa de estudios fue de 4.000 alumnos, lo que representa una reducción de 50% con respecto al año 2016.
Amalio Belmonte, secretario de la UCV, explicó que el fenómeno de la deserción estudiantil está vinculado al alto índice de pobreza que vulnera la calidad de vida de la población. Indicó que la tasa de abandono de las aulas se incrementó 20% en 2016, a 29.1% en 2017.
Publicado en https://es.aleteia.org