Irse, y volver con las tablas en la cabeza

CARLOS CARREÑO ZABALA –

Me fui para Nueva York//En busca de unos centavos//Y he regresado a Caracas//Como fuete de arrear pavos//El norte es una quimera//¡Que atrocidad!//Y dicen que allá se vive//Como un Pachá, reza la letra de una canción de Luis Fragachán que ilustra la difícil situación por la que atraviesan muchos emigrantes criollos.

Y es que aunque cerca de 1,8 millones de venezolanos han cristalizado su propósito de emigrar durante los últimos 15 años -según datos del Informe sobre las Migraciones en el Mundo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)- no todos han corrido con la suerte de “pasarla bomba” en el exterior. Por el contrario, más de uno ha regresado a Venezuela con las tablas en la cabeza.

El sociólogo Miguel Blanco explica que “el éxito o fracaso depende tanto de las capacidades de la persona que emigra como de las oportunidades del contexto”.

“Hemos visto que en Venezuela en proporción con una tasa creciente de emigrantes, hay una tasa de retornos que está aumentando también. Las razones son muchas. Algunas tienen que ver con la imposibilidad de mantenerse fuera del país por la normativa jurídica o laboral en los países receptores”, sostiene Blanco.

DESESPERACIÓN

La ola de emigraciones que se ha producido en el país constituye, en parte, una salida desesperada de muchos venezolanos ante la crisis que presenta la nación.

“El problema es que cuando no se emigra por gusto sino por desesperación u obligación muy difícilmente se tendrá éxito afuera”, explica el sociólogo Francisco Coello.

Evidentemente, irse sin un plan concreto para establecerse en el exterior es un riesgo que para muchos de los que lo asumen termina siendo un regreso seguro al suelo patrio.

“Cuando la emigración se constituye no en un proyecto sino en una salida desesperada representa un problema para el emigrante quien irremediablemente va a tener que volver al país del que estaba huyendo”, dice Blanco.

EXPECTATIVAS ROTAS

Quienes deciden emigrar lo hacen con la esperanza de encontrar mejor calidad de vida y mayores oportunidades en otros territorios. No obstante, muchos se encuentran con una realidad completamente distinta a la que soñaron.

“Las personas que conozco que les va mal en Estados Unidos o en donde sea es porque pretenden llegar a otro país a darse la vida que se daban en Venezuela. Esos son los primeros que regresan con las tablas en la cabeza. Una cosa es ir de vacaciones y otra ir a vivir a ese lugar”, señala una fuente anónima que se fue a Miami a vivir durante tres meses y volvió al país.

Los destinos elegidos por los emigrantes también pueden mediar para que éstos fracasen. No es lo mismo irse a vivir a Nueva York que a Ciudad de Panamá. Los contextos son distintos y los costos de vida también.

“Estar en Estados Unidos no era fácil para mi familia y para mí, sobre todo conseguir trabajo. En ningún momento estuvimos ilegales, pero no teníamos permiso laboral. Igual, siempre se encontraba algo. Yo trabajé lavando carros”, cuenta la fuente que prefiere dejar su nombre en reserva.

Cuando un emigrante llega a otro país puede encontrarse con pocas posibilidades de empleo o con una barrera jurídica para conseguir el estatus legal. Otra variable que influye, según los expertos consultados, es el hecho de que actualmente el venezolano que se va tiene un nivel socioeconómico más bajo.“Mucha gente se va y no tienen un colchón económico y, si no encuentran trabajo, entran en picada y les toca regresarse”, afirma Francisco Coello.

OTRAS CAUSAS

El perfil profesional del emigrante venezolano también es determinante para que tenga éxito o no allende las fronteras nacionales. “Muchos emigrantes se están yendo con un perfil muy básico y solo están dispuestos a trabajar en ciertas áreas y aspiran a salarios altos. Eso a veces no se consigue al inicio, por lo que algunos fracasan y terminan volviendo al país”, manifiesta Miguel Blanco.

La nostalgia y otros sentimientos pueden ocasionar retornos. “Hay casos en los que sólo un integrante de determinado grupo familiar se va a vivir al exterior, muchas de esas personas no aguantan la preocupación por los suyos y se devuelven”, indica el sociólogo Coello.

FRUSTRACIÓN

Tener que regresar a Venezuela, después de tomar la decisión de irse definitivamente, puede ser un choque para todo aquel que lo ha experimentado.

“La gente cuando decide irse, muchas veces es por la situación del país, y la misma está agravada actualmente. El que se devuelve va a estar doblemente frustrado porque no consiguió instalarse en otro país y porque este está mucho peor”, señala Coello.

“La única razón por la que me regresé fue por mi carrera. Siempre lo tuve claro y era lo que quería. Vale acotar que la Venezuela de 2013 cuando emigré no es ni la sombra de la de hoy. La cosa ya estaba dura pero no tanto. Hubiese sido como la de ahorita y ni de broma me regreso”, señala el emigrante anónimo.

Publicación original en 2001.com.ve

 

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