GABRIEL ALBIAC, filósofo, novelista y ensayista (Utiel, Valencia, España, 3-5-1950). Doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid, profesor desde 1974 y catedrático desde 1988. Fue Premio Nacional de Literatura en la modalidad de ensayo en 1988. Premio González Ruano de Periodismo, 2009. Premio Samuel Hadás, 2012. Premio Samuel Toledano, 2013.

Extracto de entrevista realizada por Fernando Palmero en el diario El Mundo, 21-10-2017.

P.–¿En qué medida el populismo de Podemos es heredero de los gobiernos de Zapatero?

R.– Rodríguez Zapatero ha sido el mayor imbécil de la política española; utilizo el término imbécil en su sentido etimológico, débil. Es un viejo dilema que se estudia en teoría política: ¿Qué es peor a efectos de gobierno, un malo o un tonto? Éticamente tenderíamos a decir que un malo, pero desde el punto de vista de los efectos materiales de un país, no hay nada peor que la estupidez, y la estupidez de Zapatero fue el origen de todo lo que vino a continuación. Lo fascinante es que grupos como estos chicos de Podemos que se presentan a sí mismos como la forma hipermoderna de la vieja izquierda revolucionaria, busquen la identificación en Cristina Kirchner, por un lado, y por otro, en la prolongación del peronismo en Venezuela, es decir, en movimientos abierta, descarada, explícita, inocultablemente fascistas. Creo que es un grave error hablar de Podemos como una organización comunista. No, Podemos es una organización fascista clásica.

P.–¿Cómo se explica que surjan de la Universidad?

R.– El destino del 80% de los alumnos de la Facultad de Filosofía o de Políticas, que es donde surgen, es estar allí para acabar la carrera y seguir viviendo a costa de sus padres. Es una tragedia. Y esto crea un estado de desequilibrio mental extremo. Por tanto, la posibilidad de ofrecer a estos chavales una nueva sacralidad, un universo sacramental que los libere, es tentadora. Estos de Podemos utilizan la vieja jerga religiosa y evangélica (el asalto a los cielos, el hombre nuevo…), hablan como San Pablo, literalmente, y cuando lo que tú tienes delante es gente muy desesperada, funciona. Igual que funcionó en los años 30. Toda la Universidad alemana fue nazi, desde los profesores más brillantes hasta los alumnos más preparados.

Publicado en el diario El Mundo, España.

 

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