MARIO SZICHMAN –
En junio de este año cumple 80 años de vida, y aunque ha sufrido numerosas reencarnaciones, Superman sigue siendo el rey de los comics.

 

¿Sería Superman tan famoso y admirado de no ser por Clark Kent? ¿Quién tuvo la genial idea de crear ese tímido reportero de periódico que todos suponían gay? ¿Hubiera llegado el Hombre de Acero a convertirse en la mayor celebridad de los comics de no ser por la metáfora de la debilitante kriptonita y sus temibles secuelas?

La kriptonita, lo sabe cualquier estudiante de psicoanálisis, es una alegoría de la impotencia sexual. Pero en Superman al insulto se añadía la injuria. Pues había dos kriptonitas, una exterior, y otra interior. Cuando era afectado por la kriptonita exterior, Superman se convertía en una piltrafa humana. Pero la tímida, irresoluta figura de Clark Kent, demuestra que la kriptonita interior era peor, y afligió todos los días de su eterna vida. Sí, un terrible secreto afectaba al reportero.

A veces, para conjurar insistentes rumores en la redacción, Clark Kent mostraba fotos de Lori Lemaris, su novia de la adolescencia. Una bella muchacha, es cierto. Pero el retrato sólo exponía su rostro. ¿Dónde estaba el resto de su cuerpo? Clark Kent prometía a sus compañeros de redacción que conseguiría otras fotos de Lori de cuerpo entero, sabiendo que ese juramento era imposible de cumplir… porque Lori Lemaris era una sirena. Debajo de su grácil cintura estaba la cola de un pescado. Y de esa manera, surgió el más perfecto héroe asexuado de la era moderna. Al fin y al cabo, Batman tiene a su Robin, una pareja que ha causado toda clase de murmuraciones, pero la vida cotidiana de Superman/Clark Kent es peor: un infierno de deseos imposibles de consumar.

¿Alguien sabrá por qué Clark Kent hacía tan frecuentes escapadas a una cabina telefónica cerrada?

EL SECRETO DE LA CABINA TELEFÓNICA
¿Alguien se ha preguntado por qué Clark Kent hacía tan frecuentes escapadas a una cabina telefónica cerrada? Está bien, los seres cándidos dicen que era para dar unos giros espectaculares y emerger con el uniforme de Superman. Pero ¿no habría algo más? Y después figura el elenco estable de quienes secundaban a Clark Kent.

En la redacción del periódico tenía como compañeros a la bella e insolente Loise Lane y al jovencito Jimmy Olsen, un fotógrafo con pecas en el rostro y que hablaba tartamudeando.

Esa pareja era el Scila y Caribdis de los insatisfechos deseos de Clark Kent. También estaba Perry White, el editor de The Daily Planet, un hombre que parecía respetable pues lucía una abundante cabellera blanca y aseguraba contar con una familia bien constituida. Y finalmente, en el apartamento del periodista vivía Krypto, el Super Perro, un perfecto cancerbero.

¿Eran seres normales los personajes que habitaban el mundo de Clark Kent? ¿Qué hacía Jimmy Olsen en sus ratos libres? Nunca se le conoció pareja. Siempre andaba con impermeable. ¿Sería un exhibicionista? Y en cuanto a la familia de Perry White ¿estaba bien constituida? Y si eso era cierto ¿por qué nunca la presentó a sus colegas?

Otro misterio es el de Lois Lane. Parecía sólo interesada en Clark Kent. No se le conocían amantes. ¿Una mujer de esa osadía y de esa belleza no podía conseguir amantes? En realidad, lo más parecido a esa pareja es la integrada por J. Edgar Hoover, quien fue director del FBI durante 48 años, y Helen Gandy, su secretaria personal durante 54 años. Ninguno de ambos contrajo matrimonio pues, según las mentiras piadosas de la época, ambos estaban casados con el FBI.

En una época se quiso hacer pasar a Luisa Lane por esposa de Clark, pero Lane recuperó su estado virginal y volvió a ser colega en The Daily Planet.

¡QUÉ BONITA VECINDAD!
A lo largo de los años, hubo numerosos intentos por transformar a Lois Lane en el eterno amor de Clark Kent. Todos los ensayos fracasaron. En una época se la quiso hacer pasar por la esposa del periodista. Luego, Lois Lane recuperó su estado virginal y volvió a ser colega y competidora de Clark Kent en The Daily Planet.

En otras coyunturas, se pretendió hacer creer que Superman había procreado hijos. Y de repente, nadie más habló del asunto. Algunos sugirieron que esos hijos eran fruto de amores prohibidos. Pero no hay récords que rubriquen la versión. Si algo conocemos de la sociedad norteamericana, el rumor es infundado. De haber sido cierto, ya habría surgido alguna mujer denunciando al inescrupuloso galán y reclamando child support para su vástago.

En realidad, a poco de examinar a Clark Kent y a las personas que lo rodeaban, podría deducirse que el único que parecía normal en esa constelación era Lex Luthor, el terrible villano. Se le conocían numerosas amantes y estaba rodeado de seres ávidos por gozar de las buenas cosas de la vida a través de la extorsión y la crueldad. Es muy fácil identificarse con esos personajes.

El primer Superman era un villano que robaba una farmacia, manipulaba acciones en la bolsa, y ganaba todas las carreras en un hipódromo.

EL PERSONAJE MÁS TRÁGICO DE LA MODERNIDAD
Si analizamos la rutina cotidiana de Clark Kent descubriremos que vivía en constante frustración. Supongamos por un momento (nada se pierde con soñar), que Clark Kent era un saludable ejemplar masculino, dotado de similares apetitos a los de otros ejemplares de su entorno. Y que finalmente, un día, por algún milagro, Perry White, el jefe de redacción de The Daily Planet ordenaba enviar el periódico a la imprenta, deseaba al personal las buenas noches, y se iba a su casa. Y en la redacción quedaban sólo Clark Kent y Lois Lane.

Clark se decía para sus adentros: “Esta es la mía. Invitaré a Lois a beber un trago en algún trendy bar. A una copa le seguirá otra, y cuando esté bastante adobada la invitaré a que conozca mi apartamento. Un lugar modesto, excepto por algunos recuerdos de Krypton, el hogar de mis ancestros.

Allí está la tumba hecha de porfirita donde reposan algunos miembros de mi familia, las esculturas de mi tío Eudimión, que traban todos los accesos al dormitorio, y las extrañas figulinas de las diosas de la fertilidad, pues nuestros aparatos reproductivos en nada se asemejan a los ridículos equipos de los terráqueos. Y tampoco olvidemos a mi noble Krypto, el Super Perro, el terror de la raza canina, siempre dispuesto a salir volando para seducir a las damas”.

Clark Kent se alzaba de su escritorio, y le formulaba a Lois Lane la propuesta de ir al trendy bar.
–Clark ¿por qué no ahorramos tiempo y me invitas directamente a tu apartamento?, le decía Lois como contrapropuesta.

Vamos a ahorrarle al lector los numerosos detalles del juego de seducción de Clark Kent. Lo cierto es que al final de la conversación y de las copas de más, llegaba el momento de la exhibición corporal. ¿Y qué podía ostentar el periodista al quitarse la corbata, la camisa y los pantalones? Un traje muy ajustado, como el de un bailarín de ballet, y en el pecho una gigantesca “S”. Ni siquiera Lois Lane, acostumbrada a las numerosas apariciones de Superman, aceptaría la desorbitada imagen y huiría del apartamento.

Luego, al emerger de su desmayo Lois, estaría nuevamente sentada en su escritorio de The Daily Planet, y el solícito Clark Kent seguramente le ofrecería un vaso de agua.
–¿Qué ocurrió, qué ocurrió?, preguntaría Lois Lane desconcertada.
–No, nada, sufriste un desmayo– le diría Clark Kent. Y en la última escena, se darían las buenas noches y cada uno retornaría a sus respectivos apartamentos y a su terrible soledad.

Además de Superman están sus creadores, Jerry Siegel, escritor de la serie, y Joe Shuster, el primer dibujante.

EL SUEÑO AMERICANO DE DOS SIMPLES MUCHACHOS
Además de la figura de Superman están sus creadores, Jerry Siegel, escritor de la serie, y Joe Shuster, el primer dibujante. Ambos sufrieron un trato muy injusto por parte de DC Comics, la editorial encargada de publicar la historieta.

La publishing house neoyorquina Saint Martin´s publicó hace algunos años “Superboys”, una biografía de los creadores de Superman escrita por Brad Ricca. El libro brinda detalles muy interesantes sobre la creación y evolución del hombre de acero.

Siegel y Shuster, ambos hijos de inmigrantes judíos, iniciaron una colaboración en historietas durante sus estudios secundarios. Empezaron imitando aventuras como las de Tarzán y las de Buck Rogers, y luego, mientras aún estaban en el college, crearon “The Reign of Super–man”. La historieta, dice Ricca, se iniciaba con un vagabundo que ingería un suero derivado del fragmento de un meteoro. Gracias al suero, el vagabundo se convertía en un ser brillante, vigoroso, capaz de leer las mentes. Pero en lugar de luchar “por la verdad, por la justicia, y por el estilo americano de vida”, el primer Superman era un villano que robaba una farmacia, manipulaba acciones en la bolsa y ganaba todas las carreras en un hipódromo.

DC Comics decidió que era mejor retener a Superman en los Estados Unidos, para que combatiera a los saboteadores.

LA FÓRMULA GANADORA
Shuster, el dibujante de la serie, advirtió que no había mucho futuro con un antihéroe de historieta. Por lo tanto, en tándem con el escritor Siegel, decidió apelar a la tradición judía y transformar a Superman en una versión moderna de Sansón. Tal vez la más luminosa de las ideas fue la doble identidad de Superman. Según señaló Deborah Friedell en la revista The New Yorker, otros super héroes como Batman o El Hombre Araña tenían que disfrazarse para adquirir poderes especiales.

El verdadero disfraz era la persona del súper héroe. Con Superman funcionó el efecto inverso. Superman es un ser de otro planeta, y su disfraz es el periodista Clark Kent, un ser tímido, de lentes, víctima de matones, y que parece aterrado por la presencia femenina. (Sus atributos corresponden a la personalidad de los creadores de la serie).
Siegel y Shuster presentaron la propuesta de Superman a DC Comics. La empresa demoró cinco años en aceptarla. Finalmente, lo hizo en 1938. La cláusula más importante del contrato estipulaba que DC Comics se quedaba con todos los derechos de Superman. Los creadores aceptaron el leonino contrato. Todavía se hallaban en la Gran Depresión, y la oferta de pagarles diez dólares por página publicada era muy tentadora.

La historieta debutó en la revista Action Comics en junio de 1938. En ese momento Superman tenía un rostro impasible y sus ojos eran dos ranuras horizontales. Aunque era capaz de dar saltos de un kilómetro de largo, todavía no volaba. Además, era un sádico. Varios de sus enemigos eran arrojados al vacío desde rascacielos, o ahorcados en cables de teléfono. No existía la kriptonita. Y Lex Luthor, el máximo villano, era un personaje del futuro.

La serie prendió de inmediato. Luego de siete meses, la historieta fue vendida a una agencia de prensa, y distribuida en centenares de periódicos. Dos años después, comenzó el primer programa de radio dedicado a Superman.

El periódico de las SS, las tropas de asalto nazis, dijo que Superman era la creación de un “ingenioso israelita” y el personaje servía para sembrar el odio.

SUPERMAN COMBATE EL NAZISMO
Antes de que Estados Unidos alistara tropas para enfrentar al Eje constituido por Alemania, Italia y Japón, Superman capturó a Hitler, Mussolini y el emperador Hirohito, y los sometió a juicio en una corte internacional de justicia. En respuesta, el periódico de las SS, las tropas de asalto nazis, dijo que Superman era la creación de un “ingenioso israelita” y el personaje sólo servía para “sembrar el odio, la sospecha, el mal, la indolencia y la criminalidad en el corazón de los jóvenes”.

Tras el ataque japonés a Pearl Harbor, la revista Time publicó un artículo titulado “El dilema de Superman”. Time preguntó a los lectores si el héroe de historieta debía alistarse en el ejército. Finalmente, DC Comics decidió que era mejor retener a Superman en Estados Unidos, para que combatiera a los saboteadores.

Los ejecutivos de National Comics, la publicación que divulgaba las aventuras de Superman, nunca se mostraron satisfechos con el dúo que lo lanzó al estrellato. Un editor se quejó de que Clark Kent parecía un gay de closet. Además, su novia, Lois Lane, era demasiado obesa, y necesitaba “un aborto para que su silueta volviera a ser atractiva”, señaló.

Tras la guerra, National Comics se libró de Siegel y de Shuster y contrató otros escritores y dibujantes. Siegel terminó trabajando en una oficina, distribuyendo cartas, y Shuster ilustró historietas pornográficas para adultos. En 1975, cuando estaba a punto de estrenarse la primera película de Superman, Siegel, el escritor, envió una carta a más de mil periódicos de Estados Unidos, anunciando que había “lanzado una maldición” contra el filme. Era su manera de castigar a quienes habían robado los derechos de su creación.

Ante la denuncia de Siegel, Warner Communications, heredera de National Comics, decidió curarse en salud, y asignó pensiones a sus creadores para evitar una mala publicidad. De todas maneras, la recompensa fue magra. Aquellos que llenaron las arcas de las empresas con cientos de millones de dólares, murieron en la pobreza.

Entre tanto, muchos se preguntan si Superman podrá seguir siendo el héroe indiscutido de los comics tras la revolución sexual. Estamos seguros que eso no causará problema alguno. ¿A quién realmente le importa si su partner es Jimmy Olsen? Es posible que muchas personas se sentirán decepcionadas si resulta que Clark Kent es en realidad un heterosexual de closet. No, para el súper héroe la amenaza no proviene de la revolución sexual sino de la revolución en las telecomunicaciones. Tal vez los Ipads han dado un golpe mortal al personaje, pues han desaparecido las cabinas telefónicas en las cuales podía encubrir sus hábitos de travesti.

Mario Szichman, periodista y escritor argentino. Escribe desde Nueva York.
https://marioszichman.blogspot.com.es
@mszichman

 

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