EZIONGEBER CHINO ALVAREZ.- Chico, aquí. Componiendo el mundo, como decían. Viendo cómo mis pensamientos se esfuerzan en llegar a su cabeza de playa. A su Normandía particular. No me opongo, los dejo. Que pasen adelante todos los pensares, que ya monté el canarín para el café. En realidad, no hay mucho que decir. Hermano querido, el mundo se fue al carajo. O se está yendo a cada rato, que viene siendo lo mismo. Cómo será, que dos rusos equiparon un peñerito, cruzaron el Estrecho de Behring y pidieron asilo en Alaska, que es jurisdicción gringa. Estaban en Rusia, se entiende. Esto parece un ‘Chiste Incomprensible’ de esos añejos divertimentos de Miguel Angel Landa, pero no, es de verdaíta. Si algo así tan caribeño sucede con los rusos, que quedará pal resto. Con respecto a los narcosobrinos, Cobijeperro, mi Pepe Grillo pérson, desliza inopinadamente:
-Chamo, eso es lo que hay. Recoge tu gallo muerto.
Como si fuera tan fácil. Falta que le dediquen a estos dos, un joropito tuyero. Algo que los exalte y los lleve a ser leyenda tipo Amadís de Gaula. Es que somos sortarios, ponte a ver. ¿Maravillas turísticas en Venezuela? Las hay por bojote. Por eso mismo, te confieso que nunca me he sentido tan cubano como ahora, porque aguantamos la pela, pero no disfrutamos. Nos lo tienen prohibío. Antes, podías imaginar uno que otro escenario calamitoso en algún rincón del mundo y concluir que:
-Mijo querido ¿y eso no queda en África Central o por allá? Pobre gente. ¿Y por qué no se organizan y tumban al carajo? ¡Ahhhhhh! ¿Tú ves?.
Por eso compa, para confortarme, siempre me digo: «Bueno, tenemos en Venezuela oro, petróleo y un sinfin de cosas lindas como en las Quintas Leonor. Y ñiqui-ñuqui». Pero es que ahora todo el mundo lleva leña. Se monta la noticia de una tragedia más rara que la otra, más bizarra que la otra y más ida pal coño que la otra y todo el mismito día. Mano, dejen la empujadera. Es que esta cotidianidad se me pone como viscosa. Por eso, preferiría destacar la importancia de la invasión que por razones históricas adelanta Putin, el hombre que pare nuevos pueblos como Lugansk o Zaporiyia, para que le sirvan en estricto vasallaje. El delicado y límpido diseño de su estrategia, implica un cálculo político tal, que un miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU como lo es Rusia, se puede quejar amargamente de que la tienen cogida con el pobre Vladimir y en razón de ello, invadir un país vecino más pequeño es lo que corresponde. ¿Cómo le ganas a eso? Ni sé. Dicen las malas lenguas que soy rusófobo. Vaya expresión. Que es muy injusto lo que pienso -insiste Lavrov- y que por eso, mas me valdría cerrar el pico ante una realidad que no comprendo. ¿Qué se cree esta gente, que uno es cogíoalazo? me pregunto… Agarro tremenda calentera cuando viene Roger Waters, el tipo de Pink Floyd a hacerme una trepanación cultural desde su supremacía progresista. Señor Waters, no insista. Vuelve Cobija:
-Chino, ‘tas quedao. El mundo ahora es pluripolar, ético, pelético, peludo y perimpampludo.
-Será, manito. Será.
Dicen algunos, que los latinoamericanos no podemos ver más allá de la charca en que nadamos. Por ser tercermundistas, claro. Que lo que pasa es que Ucrania siempre fue parte de Rusia. Ajá. Es como si me hablaran de los tiempos de Pangea cuando todos los continentes flotaban por ahí amorochados y no existía el dichoso Principio de Autodeterminación de los Pueblos, ni mucho menos. Que avalemos esa invasión sería lo mismo que justificar que Colón retome estas tierras en nombre de la Corona Española. La fulana zambumbia de ideales maravillosos, ha tomado nuestra civilización por asalto desde fundamentos que pueda que te den risa, como el asunto de la inclusión de los géneros a partir de la letra E. Este grafema cayó en manos de los bandidos y ahora piden rescate. Más nada. Se va añejando el debate, pero es para que veas cómo con un pequeño artefacto, han logrado arrinconar a buena parte del mundo, aunque no lo parezca.
Las muy cuestionables imposiciones culturales que dimanan de esta forma de ver la vida, tienen que venir de algún lado, dirás tú. Y tienes razón. Vamos mejorando en el atraso, mijo. Nos mandan directo al tiempo de los señores feudales y de los vasallos. Y no hay lugar a reclamos. Allá en la Roma Antigua, quedaron los esclavos con oficio de albañil que podían ganar 25 denarios por día. Después, en la Edad Media, por ser vasallo no te daban ni un centavo, salvo la gracia de convertirte en pobre, que los pobres como sabes y según la iglesia católica herederían la tierra. O los cielos, ya ni sé. Volviendo, fíjate que por un lado tenemos al del Kremlin botando piedra. Y cuando Putin bota piedra, ay chamo. Agárrate, que ahí te va:
-Me pones bombas aquí, aquí y aquí. Después, veré.
Eso, por una parte. Por la otra, todo el samplegorio que hacen las fuerzas vivas de la progresía al tratar de imponernos una historia a su medida. No es grato. No cuadra. No es cierto. We don’t need no education, Mr. Waters. En resumidas cuentas, mira tú en donde estamos parados. Entoel centro de la mitad del medio, dígalo ahí. Como la viejita del barrio que se gana un tiro por defender al nieto. Ahí, de pepa asomá. Malos, qué malos somos los latinoamericanos que levantamos nuestra voz contra las dictaduras. Buenos, los que se arrastran ante el tirano y que por saberse sometidos, terminan compartiendo la misma conclusión irremediable: Lo que estamos es bien jodidos. Enyucados totales. Comamos bollito con margarina mañanatardeynoche. Agradezcamos por la electricidad y por el servicio de gas doméstico, si es que llega. Y no le reclames nada a ese menestrón de ignorancias que es el Jefe de Calle, porque su respuesta para toda vaina siempre será:
-Camarada, no hay cables en la Cantv. El camión de Hidrocapital no tiene gasolina. Es por la situación-país.
-Defíneme eso. Y no soy tu camarada.
-Coño, Álvarez, la situación-país es la situación-país. Todo el barrio lo sabe, menos tú. Es la vaina, la güevoná. El peo. ¡El bloqueo, broder!
Es lo que siempre responde este pendejo inmamable, como si la situación que sufrimos no es asunto de ellos. En cuanto a Colón, los bots de Maduro repican la cosa del genocidio cada 12 de octubre. No sé si sentir lástima o cuajarme de la risa. Baste con saber que con la llegada de Colón, se le dió fin a mil años de pobreza y de oscuridad. Mil dieciséis años exactamente, duró la Edad Media y eso es como que mucho ¿ah?. Ahora ¿se podrán hacer paralelos entre la Edad Media y lo que vivimos ahora? Dime tú. Ya te demostré cómo con una sola letra nos tienen en salsa. ¿Sabías que algunos estudiosos compilaron y digitalizaron los edictos más utilizados de entonces? Pues, si. Pregúntale al señor Michael McCormick. Para empezar, la palabra «Comerciante» desapareció del mapa. Lo mismo, términos como «Dinero», «Viaje de negocios». Que si no había comercio, menos habría caminos. ¿Las más repetidas? «Amo» o su sinónimo «Señor». 800.000 veces. «Siervo» o «Vasallo» 700.000. «Castigo», «Muerte», «Peste» o «Bubas» algunas 500.000. Bienaventurados los pobres, repetía el Papado. Si Colón fue lo que fue, tú tienes que tratar de situarte en contexto y nada más. Mil años tenebrosos, nos quitó de encima este señor con todas los errores que quieras, que los hubo. En cuanto a nosotros, la dictadura mandó a guardar la palabra «dictadura», lógicamente. Y el término «ciudadano». Ambas acepciones se detestan. Son contradictorias. Pero aquel que aún se sienta ciudadano tiene que ir contra la dictadura y dejar de evocar y desear, porque el deseo no es otra cosa que la presencia de la ausencia, de la nada. Date ahí. ¿Otros términos desaparecidos? Crédito, ahorro, libertad y muchos más. Ahora es que falta. Entendemos a la Edad Media como una etapa cundida en ignorancia, oscuridad, pobreza y hambre y yo no encuentro muchas diferencias con esta desgracia, maese.
Cuando pienso en Colón, mi mente abre un hiato musical y se va a la canción de los hermanos Pinzón. Estos, como sabes, eran unos marineros que se fueron con Colón que era un viejo bucanero. Y se fueron a Calcuta, en busca de algunas… playas. De niño veía a mis padres disfrutando de ese doble sentido tan del carajo, aunque yo no entendiera nada. Todavía me cuesta.
Eziongeber Álvarez, narrador venezolano. Reside en Caracas.