ANDREÍNA MUJICA –
Durante tres años una enfermedad lo dejó paralizado, no sabía por cuánto tiempo iba a vivir. Un año o dos. Entonces se dijo «¿voy a seguir haciendo canciones, pinturas? No, voy a crear un lugar, el lugar será la obra y la meta será transformar a la gente, ayudar a los artistas a hacer de la realidad otra cosa».
El artista multimedium Ramuntcho Matta, hijo del pintor chileno Roberto Matta, nació en París en 1960. Comenzó su carrera como músico, pero luego incursionó en temás más singulares y complejos utilizando sonido, diseño, espacio, vídeo, la palabra y cualesquiera de sus combinaciones. En 2008 fundó el Proyecto Lizières, una plataforma de reflexión e intercambio sobre los conceptos de culturas y los recursos, con el objetivo de sacar a la vanguardia de su aislamiento y ofrecer espacios de libertad para la experimentación.
Lizières está localizado en la región de Picardie, en el municipio de Épaux-Bézu, a dos horas de Paris, tiene 5 edificios destinados a la practica corporal, otro con 12 alojamientos, un tercero para talleres, el cuarto edificio está destinado a la organización y, por supuesto, un castillo que encontraron en ruinas.
Hace algunos años surgió la asociación entre el proyecto Lizières y el Festival Biarritz-América Latina, según el cual se propone a un director, con película en competencia en el festival, una residencia de un mes para que desarrolle un proyecto artístico.
El director colombiano Andrés Ramírez Pulido ganó el «Abrazo» al mejor cortometraje con «El edén» en 2016 y también fue el ganador de Lizières. Entró en residencia en septiembre de 2017 para desarrollar su proyecto La Jauría. El año pasado estuvo allí la directora mexicana, nacida en Argentina, Natalia Bruschtein, cuyo documental “Tiempo suspendido” fue presentado en el festival de 2015. En Lizières desarolló su película «En la piel del otro». El director mexicano-hondureño José Luis Valle ganó la residencia en 2015, con su proyecto cinematográfico Berlín.
P : ¿Cómo fue la creación de Lizières?
RM: Hay dos grandes experiencias interesantes en mi vida, en realidad muchas otras, pero dos importantes en cuanto a este tema. Una, la muerte de un hermano que se suicidó, y la otra que mi padre me enviara donde un siquiatra que se llamaba Felix Guattari. En su clínica aprendí el concepto de «Lizières».
(Hoy aprovecho para mencionar a otra persona que fue muy importante porque es de Caracas. Cecilia Ayala tenía la galería El Dragón de Paris, en los años 60, donde iba todo el tiempo con mi familia. Tenía buenas obras, pero lo mejor es que tenía un espacio para la discusión donde la gente interactuaba. Ella fue de gran inspiración. Lo destaco porque no es muy seguido que me entrevisten venezolanos)
P: ¿Cómo funciona un lugar como Lizières?
RM: Y fue así que cree un lugar donde la gente puede encontrarse con los artistas y estos hacer una residencia. Todo se organiza en torno a la cuestión de un picnic, donde el artista deberá preparar un menú pensando en qué vamos a comer y qué vamos a hacer, porque los domingos con cierta frecuencia son un tanto aburridos, y son los artistas los que van a proponer lo que vamos a hacer para lograr un domingo «ideal». Los buenos astistas nos van a proponer cómo cambiar los domingos, cambiar la vida, cambiar el mundo.
-La AGRI-CULTURA es la cultura, es importante lo que entra por nuestros ojos, igualmente lo que entra por nuestra boca, por nuestras orejas, le gente come no importa qué cosa, y ve sin importar lo que está viendo, y la gente vota sin saber por quién, así que si estamos conscientes de lo que comemos, lo que escuchamos, lo que vemos, tal vez podríamos ser mejores.
-La primera parte de una revolución comienza por lo que uno come, este es mi programa electoral, bromea.
P: Estamos en el Festival de Biarritz. En este marco que es el Séptimo Arte se enmarca la beca-residencia Lizières…
RM: Mucha de la gente que quiere hacer cine, solo tiene cultura de cine. Un cine que habla del cine, qué lata. ¿Dónde está la vida, dónde está el milagro, dónde esta la poesía, dónde esta la interacción?
-El castillo era una ruina que había sido bombardeada en1917, lo encontré totalmente destruida, hice todos los trabajos para reconstruirlo. Era un desastre, como lo era yo. Allí comencé de nuevo a caminar. Yo quise que el sitio fuera como una metáfora del renacimiento después de un bombardeo, después de un shock en la vida. Lo importante no es aquello que nos pasa, sino transformarlo en algo constructivo.
P: Lo escucho y me da esperanzas por aquello que está pasando en mi país, Venezuela.
RM: Lo que ocurre en Venezuela está más allá de «la merde», es una verguenza para el mundo.
P: Para terminar, ¿redes ?
RM: Todos el sistema de internet y las redes sociales han forzado la reducción del mundo, ejercen un control y crean una conciencia reducida, no ayudan a despertar la verdadera curiosidad, simplifican el mundo con estereotipos que hacen que el mundo acepte resignado. El rol del arte, del cine, es el de decir las cosas que no están bien, pero el mercado del cine, el negocio del arte, reduce el combate de las palabras, busca ser eficaz y crear el comercio, eso es muy grave. Se cree que para ganar dinero debemos ser reduccionistas, y eso no es cierto para nada. Por ello hay que crear residencias para los productores, para ayudarlos a dar coraje. Ese es el problema del cine, para que la gente invierta y arriesgue. La gente se niega a discutir con quienes no están de acuerdo, y eso es lo que necesitamos, discutir con quienes no estamos de acuerdo; esa es la idea, discutir con los que no estamos de acuerdo, ese es el problema.