ANDREÍNA MUJICA/ FOTO GARCILASO PUMAR
Buen viaje, Oswaldo, abraza a todos de mi parte. Tu palabra seguirá habitándonos desde la historia de nuestro país, porque seguro vas a seguir viajando. Verás a tu Venezuela liberada. Tu palabra late con fuerza en todo el territorio de la libertad.
Conocí a Oswaldo el día en que nací. Crecí viendo su barba cambiar, se iba tiñendo de un blanco puro, como su verbo, su integridad su capacidad de ser infinitamente humano. Oswaldo llegaba a casa, siempre con libros, con vinos, con risas y buena conversa.
Oswaldo era un hombre de amigos, no cazaba pelea que no fuese imprescindible, era sí, cazador de letras, era un buscador exhaustivo del buen verbo, del castellano correcto, se exigía como pocos a la hora de escribir sus columnas en TalCual. Sin embargo como narrador era otra cosa; quería escribir como hablaba, y ¡cómo hablaba Oswaldo! podía seducir a toda una sala contando historias. De pequeña recuerdo esconderme detrás de una poltrona amarilla en la sala de mi casa escuchando las historias entre continentes de los viajes del tío Oswaldo.
Sánchez Peláez, Miyó Vestrini, Hanni Ossot, poetas, escritores, políticos, músicos, eran parte de su agenda. Mis padres parte de su vida en distintos tiempos, a veces bailaron todos juntos, y en otras por separado. Pero siempre había ese amor incondicional que es la amistad.
Hace unos años nos reencontramos en la barra de un restaurante caraqueño, bebimos y reimos… también lloramos, está vez la muerte de mi madre a quien él llamaba Julita, me decía cosas que quiso decirle ante de morir, pero que no llegó a hacerlo por esas jugadas del destino.
Ahora estarán conversando y deseando que esta tristeza que corre por todo mi ADN se convierta en fuerza para seguir honrándolos. Ese día que nos encontramos supe secretamente que Oswaldo era por mucho, todo lo que me quedaba de mis padres en este mundo.
Buen viaje, Oswaldo, abraza a todos de mi parte. Tu Pórtico, tu Balanza de Palabra seguirán habitandonos desde la historia de nuestro país, desde la pluma comprometida, desde todos los cielos, porque seguro vas a seguir viajando.
Verás a tu Venezuela liberada, tu palabra late con fuerza en todo el territorio de la libertad. Garcilaso Pumar, Ernesto Brando y Pablo Graterol te piensan junto conmigo, entre dos continentes, todos en ciudades distintas, esperando, uno de estos días coincidir de nuevo en un mismo espacio para reir, llorar y beber… recordándote.
bello Andreina!