ELIZABETH ARAUJO –
Diferente a quienes se pasan escaldándolo por las redes sociales, yo guardo cierto respeto por el expresidente del gobierno español Rodríguez Zapatero. No tengo un juicio de su gestión de gobierno, pero veo en este exmandatario de hablar sosegado y buenos modales a un político que se esfuerza por mostrarse prudente y firme. No olvido el episodio aquel en que el rey Juan Carlos hizo célebre la frase “¿Por qué no te callas?” y Zapatero le reclamó a Chávez los insultos contra Aznar. Pero esa percepción que yo he tratado de mantener al abrigo de los extremismos de uno u otro bando, de repente rodó por los suelos cuando ayer domingo la periodista Ana Pastor le preguntó en el canal de televisión La Sexta por los recientes sucesos en Venezuela y vimos a un señor que titubeaba las respuestas (eso que llamamos guabineo), dando la impresión de que sus viajes a Caracas no le han servido para conocer la realidad del país.
Vamos a estar claros. Lo ocurrido la semana pasada cuando el TSJ y el narcogobierno de Maduro –que a decir verdad son lo mismo– consumaron un autogolpe y declararon ilegítima la inmunidad parlamentaria de los diputados, no fue un episodio de poca monta. De hecho, Ramos Allup denunció que efectivos de la GNB estuvieron a punto de detenerlo porque asumieron que su carnet de diputado había caducado.
Para cualquier dirigente, venga de un país bananero o del Primer Mundo, ese acto absurdo del TSJ arrebatándole a la Asamblea Nacional las funciones que legítimamente le corresponden, es ya un acto golpista; tan grave que doña Luisa Ortega Díaz, la fiscal general que desayuna, almuerza y cena en Miraflores, debió denunciar el edicto de esa pandilla judicial dirigida por Maikel Moreno –único magistrado con prontuario criminal– señalando que la sentencia vulneraba la Constitución.
Es en ese contexto que Zapatero, a la pregunta de la periodista, dejó colar que la sentencia del TSJ era consecuencia de un “desacato” de la Asamblea Nacional, una suerte de “ellos se lo buscaron” que resulta imperdonable en alguien que ha fungido de mediador y que cada vez que llega a Caracas se confunde en un abrazo (lo dicen las únicas fotos publicadas) con ese sujeto que ha llevado el país a la ruina. En sus respuestas Rodríguez Zapatero pasaba por alto que el TSJ ha dictado 30 sentencias contra la Asamblea Nacional y ha bloqueado 13 de sus funciones señaladas por la Constitución, sin contar las veces que un diputado de oposición es agredido por los militares y hasta detenido.
Pero la gota final de este vergonzoso asunto la ofreció Zapatero cuando la periodista Ana Pastor insistió por tres veces en saber si consideraba a Leopoldo López como un preso político, y el señor mediador se negó a responder.
¿A estas alturas del partido quién puede confiar en ti, compañero?
Muy buena tu apreciación Elizabeth. Sería bueno saber que dicen los tres candidatos del PSOE, Sánchez, Díaz y López, sobre la actuación de su compañero de partido