SEBASTIÁN DE LA NUEZ –
A estas horas, en su gira por España, el poeta larense Rafael Cadenas ha recorrido las Canarias, A Coruña, Santiago de Compostela y se encuentra rumbo a León, donde este lunes 2 de octubre ofrece un recital. Al poeta venezolano le crecen amigos y lectores en las tierras de El Quijote
¿Será Rafael Cadenas (Barquisimeto, 1930) reconocido al fin este año con el Premio Cervantes, el más importante de las letras españolas? Muchos así lo esperan, de este lado del Atlántico y del otro también. El poeta de Derrota, apasionado siempre por Rilke, San Juan de la Cruz, Machado y Ramos Sucre, recorre en los actuales momentos suelo hispano. En Las Palmas y Tenerife, sus primeras citas en esta gira auspiciada por una Fundación privada y apoyada por Editorial Pre-Textos, se ha encontrado con gente que le ha seguido sus pasos y sus poemarios durante años: ya se sabe, además, de los vínculos eternos entre canarios y venezolanos. En Tenerife había estado antes, pero jamás en Las Palmas de Gran Canaria. Ahora ha pasado por A Coruña y en León se encontrará con Antonio Gamoneda (Oviedo, 1931) para un recital a dúo.
Sigue hacia Salamanca, donde está previsto un seminario sobre su obra en la propia Universidad. Asisten poetas y críticos españoles bajo la coordinación de la profesora Carmen Ruiz Barrionuevo.
Una vez en Madrid, el 9 de octubre, habrá otro seminario en el Instituto Cervantes sobre su obra con los ensayistas y poetas Juan Malpartida, Jordi Doce, Manuel Borrás y Antonio López Ortega. Modera el asturiano Martín López-Vega, director de Cultura del Instituto. El anfitrión de esta jornada será el crítico de arte y literatura Juan Manuel Bonet, actual director del Cervantes.
Al día siguiente, rueda de prensa (los datos de hora y lugar serán suministrados oportunamente) y el 11 habrá un acto de cierre de la gira que será absolutamente atractivo para los venezolanos residentes en la capital del Reino. Participan con Cadenas los escritores y/o críticos Carmelo Chillida, Antonio López Ortega, Marina Gasparini y Laura Cracco. Será en Cesta República, la tienda de la calle Válgame Dios liderada por Guillermo Barrios. Se ha convertido en un centro cultural de los latinoamericanos que visitan o residen en España.
LA MALDICIÓN REPETIDA
Habla el colombiano Darío Jaramillo Agudelo —quien hace la introducción a su Obra entera publicada por Pre-Textos— de la constante preocupación de Cadenas por el misterio esencial del mundo. Intenta siempre traspasar el umbral de la conciencia. Pero no crean, quienes ahora se acerquen a él por primera vez, que van a hablar con un monje tibetano de voz inaprehensible. Nadie más cercano que Cadenas. Nadie mejor que él para sentarse en una tertulia a la vera de un buen vino; y si está su mujer Milena, tanto mejor, pues ella le agrega su propio condimento a la charla. No hay que rogárselo dos veces al poeta para que se siente a echar cuentos y escucharlos. Camina verbalmente a paso sosegado, eso sí; todo en torno a él es serenidad aun cuando hable del país que le duele tanto y cuya situación actual probablemente lo exaspere. Si le preguntan por Venezuela, dirá lo que piensa. Y si le preguntan por Dios, lo que siente y lo que concluye luego de haber leído —probablemente muchas veces— a San Juan de la Cruz y otros místicos.
Rafael Cadenas es parte de la historia viva del siglo XX venezolano. En Las Palmas de Gran Canaria recordó aquel tiempo aciago de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez a principios de los cincuenta, cuando él con un grupo de estudiantes tomó —o al menos lo intentó— la Universidad Central de Venezuela que entonces quedaba en el propio centro de Caracas. Pasó unos cinco meses en la cárcel y luego lo expulsaron del país. Estuvo cuatro años en Trinidad, de allí salieron Una isla y Los cuadernos del destierro, sus primeras publicaciones. Regresó en 1956 y en los sesenta emprendió Letras en la UCV. Trabajaba, al mismo tiempo, en El Nacional como corrector de pruebas. Ver a Cadenas, hablar con él, es recordar al talentoso, combativo y vertical historiador Manuel Caballero, su carnal desde la adolescencia allá en Barquisimeto. Y después de todos estos años, dice el poeta refiriéndose a Venezuela, no sin tristeza, recordando aquello en lo que tanto coincidió con Caballero, autor de Por qué no soy bolivariano y de otros libros en donde diseccionó “la peste militar”:
—A lo largo de la historia casi todos los presidentes han sido militares y… bueno, seguimos en lo mismo.
Hay un libro que le editó la Fundación para la Cultura Urbana; no ha llegado a España y él apenas trajo unos ejemplares para regalar. Se llama Contestaciones. Son frases y decires que ha recogido de personajes a lo largo de la Historia. Es un libro de apenas unas 70 páginas. Cadenas no intenta —no es su costumbre, por cierto— dar lecciones a nadie, simplemente comenta las frases que ha seleccionado a veces con ironía, sarcasmo o sonsacándoles una lectura inédita. Una es del Che Guevara: “El revolucionario es el más alto escalón de la especie humana”, reza. A lo cual el poeta contesta: “Al menos ha debido agregar: modestia aparte”.
Joaquín Marta Sosa dice que en este libro, Contestaciones, emerge el polemista de la conciencia insomne y críticamente lúcida. Tiene razón.