Andrés, el miedo a volver

OMAR PINEDA
Un adolescente venezolano se suicida en Medellín, Colombia, cuando su madre le anuncia que deben regresar a Caracas para resolver un asunto de visado. El joven sobrellevaba una condición de Asperger que lo hacía sensible ante la dura realidad que padeció en Venezuela

 

Venezolanos refugiados en Medellín lloraron la muerte del joven, y cuestionaron los desastres de Maduro

Es posible que esa noticia haya pasado de largo, confundida entre otras calamidades que difunden los medios de motorizados que disparan a manifestantes en las calles, o el descubrimiento del cadáver de un coronel, en el estacionamiento de un centro comercial, víctima de un asalto para quitarle la camioneta.

No obstante, el caso de Andrés, el adolescente venezolano de 16 años, que el pasado 25 de abril prefirió lanzarse del séptimo piso de un edificio en Medellín, antes de volver a Caracas para arreglar un tema de visado, conmueve a todos, en especial a quienes salieron de Venezuela y hoy permanecen en un limbo legal en el país donde llegaron, sin empleo e ignorados por los entes responsables de los casos inmigración, lo que les ubica en la puerta de la deportación.

Poniéndonos a un lado de esa máquina de malas noticias en que se ha convertido Venezuela, el drama de Andrés sin embargo se visibiliza porque en sí mismo constituye una denuncia pública en contra del gobierno de Nicolás Maduro y de su empeño de sumir el país en una guerra civil antes que admitir que ha fracasado.

Esta tragedia se resume en el viaje de Ninoska García con su hijo a Colombia en agosto pasado, como ya es una práctica de quien abriga la ilusión de mejorar sus condiciones de vida. Según las autoridades de La Estrella, municipio cercano a la capital antioqueña, esta profesional, que gozaba en Caracas de un estándar de vida que la economía destructiva del chavismo pulverizó, llegó a Colombia y, aún con conocimientos en el campo administrativo, solo halló empleo como ayudante en una venta de perrocalientes.

Pero todo al parecer iba dentro de la “normalidad” que cabe para quien sale de Venezuela y se conforma con sobrevivir, cuando García fue notificada por las autoridades migratorias de que su visado había caducado, razón por la cual debía retornar a Venezuela y renovarlo. Fue entonces cuando este anuncio afectó a Andrés, un chico con una condición particular de autismo, denominado Asperger que le vuelve muy sensible a la realidad que le rodea, al punto que se le dificulta crear vínculos sociales con otras personas.

En el parque de El Poblado, Medellín, los venezolanos refugiados en el valle de Aburrá se reunieron para llorar a Andrés y protestar contra Maduro

Este episodio, según su madre, disparó un cuadro de ansiedad incontrolable ante la posibilidad de volver a la Venezuela sumida en el caos que tanto le afectó. El joven eligió morir un día antes del viaje que sería por tierra, de Medellín a la frontera con Venezuela. Tras una agonía de dos días, el chico falleció. En respeto a la voluntad de Andrés de no regresar, su mamá donó los órganos; pero el drama continúa para ella: debe viajar a Caracas y renovar el visado para insistir en la búsqueda de un trabajo estable en Colombia. El sábado pasado en el parque de El Poblado, Medellín, los venezolanos refugiados en el valle de Aburrá se reunieron para llorar a Andrés en una protesta silenciosa contra Maduro y las tragedias colaterales que ha ocasionado el chavismo dentro y fuera de Venezuela. Parafraseando una canción de Bon Dylan “cuántas muertes más serán necesarias para darnos cuenta de que esto ya ha sido demasiado”.

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