JUAN RAFAEL PULIDO (CHIPILO) –

La ley contra las ONG en Venezuela es otro momento más en la deriva abusiva por mantener y aumentar el control hegemónico del poder en el manejo del Estado y de la sociedad. Un paso más para limitar la existencia de una sociedad civil libre. La cosa pública (Res-pública) está cada vez más disminuida y golpeada.

La visible intención política de la Ley propuesta por Diosdado Cabello tiene como objeto eliminar una red de asociaciones ciudadanas que incomodan el ejercicio del poder chavista. En efecto, en muchos casos, las llamadas ONG son formas de contra-poder que el régimen chavista no tolera. Las ONG actúan en espacios de la vida social en donde el Estado no llega. El gobierno ve con recelo la existencia y la proliferación de cuerpos intermediarios conectados social y directamente con la vida de la gente, que ellos intentan con un parapeto jurídico amordazar o controlar. Para Diosdado Cabello, entre el poder ejecutivo y el pueblo, solamente debe existir como única posible mediación el partido de gobierno (el PSUV).

El bloque Gobierno-Estado-PSUV quieren un cuerpo social de individuos atomizados. Esa Ley «reguladora» no pretende otra cosa que fracturar una sociedad civil que poco a poco se fue organizando con una diversidad de cuerpos intermediarios.

En Venezuela no hay ni habrá “Gulags”. No es necesario. Basta con una Ley para castigar, criminalizar y frenar la actividad de esos “electrones libres”, de esas células sociales garantes de libertad (Montesquieu) que Diosdado Cabello quiere destruir o transformar en simples apéndices de la voluntad de un Estado confiscado.

La coacción pública en estos tiempos de neototalitarismo o de marcadas tendencias autoritarias, es mucho más refinada en el control de los individuos. La promulgación de esa Ley se inscribe en un método político que refuerza la imagen de la fachada democrática de un régimen basado en el ejercicio de un poder autócrata.

Como muy bien dijo Alexis Tocqueville: en el asociacionismo (ONG) «… el individuo encuentra a la vez, en el ejercicio de su libertad, una ocasión para su elevación moral y unas defensas eficaces contra la invasión del poder central. Cualquier poder que se quiera interponer frente al poder del Estado debe venir de la asociación de ciudadanos. Igualados en la debilidad: ninguno de ellos (individualmente) tiene fuerza suficiente para poderse erigir en poder intermedio. Cada uno de ellos por separado no puede hacer nada en defensa de su libertad, no les queda más remedio que unirse entre sí, dando lugar a un poder mayor: la asociación libre de los ciudadanos”

No creo que Alexis Tocqueville le quite el sueño a Diosdado Cabello -probablemente ni siquiera lo habrá leído- pero la reflexión del conocido autor francés explica en parte la arremetida que se prepara contra las ONG en Venezuela.

El académico del Instituto de Historia y Ciencias Sociales de la Universidad Austral de Chile, Manuel Bastías Saavedra, realizó un estudio sobre el rol jugado por la sociedad civil en dictadura. Afirma el historiador que el plebiscito que perdió Augusto Pinochet “no fue un mero triunfo de los expertos comunicacionales de los partidos de oposición, sino el último momento de interacción fructífera entre los partidos y la sociedad civil surgida en dictadura”.

Apunta el investigador chileno en su estudio de los meses previos al evento electoral que dio al traste con la infame dictadura que «el proceso de registro de electores fue una tarea colosal que se hizo utilizando la infraestructura organizacional existente en el país», constituida por una formidable red de ONG que contribuyeron a la transición democrática en Chile.

En un texto que reseña el trabajo de Manuel Bastías Saavedra, el periodista Alfonso Salgado señala que “contra la narrativa habitual que enfatiza el rol de los partidos políticos en la lucha contra la dictadura, el joven historiador Bastías documenta en este libro la paradójica existencia de una sociedad civil exuberante y crítica en el inhóspito contexto dictatorial”.

Es probable, casi seguro, que el rol jugado por los cuerpos intermedios (ONG) para derrotar a Pinochet y expulsarlo del vértice del poder, sea un espejo donde se mira con preocupación Diosdado Cabello. El chavismo, con su ley anti-ONG, quiere llegar al 2024 con el menor número posible de organizaciones ciudadanas en el país. Ellos saben que Pinochet salió del poder con los votos de una verdadera y potente estrategia unitaria. Estrategia que combinó con inteligencia política, movilización social pacífica y participación de numerosas asociaciones ciudadanas en el plebiscito chileno, que finalmente derrotó con sufragios al dictador y devolvió la democracia a los chilenos.

Juan Rafael Pulido (Chipilo), sociólogo venezolano. Reside en París, Francia.

 

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