CARLOS MORENO –
En Bruselas una madrileña suelta latigazos contra el Gobierno venezolano, no solo el de Nicolás Maduro por haber consolidado el fin del Estado de Derecho, sino también el de Chávez, como configurador del desastre nacional y vendedor internacional de un populismo que ancla en dictadura.
Beatriz Becerra (Madrid, 1966) toma el micrófono y con una rudeza elegante hace crujir a toda la extrema izquierda que en el Parlamento Europeo cree apostar por las libertades y la democracia aún cuando apoyan a Maduro y al gobierno chavista.
“La autodenominada izquierda europea no quiere que le recordemos su vinculación de convivencia con el chavismo. Vayan y denuncien la narcocorrupción del régimen venezolano, exijan el fin de la brutal represión política, reconozcan la grave crisis humanitaria, o no se atrevan a volver a darnos una sola lección de democracia”.
Becerra toma el argumento para fustigar a los parlamentarios de Podemos e Izquierda Unida, pero enfila las denuncias para el amplio espectro de Europa e insta al bloque a apoyar a la Organización de Estados Americanos en sus exigencias urgentes para restituir el orden democrático, hoy aún fracturado, y también pujar rápidamente por elecciones con todas las garantías.
La diputada del Grupo de la Alianza de los Demócratas y Liberales por Europa (ALDE), antes de la UPyD, una psicóloga industrial de la Universidad Complutense de Madrid, experta en marketing y comunicación que no pensó hasta 2008 entrar en arenas políticas de tal calibre, ha tomado el tema venezolano como una de las tareas principales en su agenda de debates y propuestas, y también de acompañamiento. Cuando coinciden manifestaciones o protestas de venezolanos con su estancia en Madrid (sus actividades diarias transcurren más en Bruselas por su labor como eurodiputada), no es extraño verla apoyando a la comunidad.
Y desde su despacho, donde también asume responsabilidades como vicepresidenta de la Subcomisión de Derechos Humanos de la Unión Europea, Becerra escribe sobre Venezuela y otras regiones donde también saltan las alarmas.
Es una de esas políticas que reconoce el poder de las redes y las usa con dosificación para soltar material. En su timeline de Twitter no es raro encontrar menciones al caos venezolano, la exigencia de la liberación de los presos políticos o incluso un mensaje irónico por los hechos de San Félix (Venezuela), donde una multitud lanzó objetos, entre ellos huevos, a Maduro, durante una celebración militar.
“¿Si los huevos, tomates y pelotas que le lanzaron ayer era ‘mensajes de puro amor’ de #Venezuela… por qué los arrestos, presidente Maduro?”.
Esta mujer sabe vender imagen y mensaje, en su carrera profesional de mercadeo y comunicación por más de 20 años lideró equipos en multinacionales como la CBS, Paramount, Universal, Sony y The History Channel, y ahora diseña sus estrategias para parlamentar con discursos combativos y nutridos con buenos datos. Se mantiene informada. Usa términos para referirse al país que cualquier chavista odiaría, pero que consiguen amplios apoyos al terminar sus discursos: “Almas cándidas caen ante la vieja trampa del diálogo”, “Venezuela es una cárcel en lo político y una catástrofe en lo social”, “masacran las libertades y los derechos básicos de los ciudadanos” y también: “la democracia venezolana ha saltado, definitivamente, por los aires”.
Esta madrileña es una espina en la costilla del chavismo en Europa, una que va entrando, filosa, contra Miraflores.