OMAR PINEDA

A la misma hora que Fernando Albán se topaba con la muerte en un evento tan bizarro que ni la autopsia oficial, ejecutada en 5 minutos ha logrado convencer a los venezolanos, el fiscal Tarek William Saab podía haber estado acicalándose las uñas o recibiendo órdenes de Miraflores. Tan sorpresivo resultó para el otrora defensor de DDHH el hecho de que un preso en el Sebin se suicidara así nomás, que se vio obligado a vender el relato de que el concejal se lanzó desde la ventana del baño en el piso donde opera la dirección de la policía política de Maduro.

El fiscal insiste: Albán fue subido al piso 10 para ser interrogado y en mitad de la sesión pidió ir al baño y, sin vigilancia alguna, se lanzó al vacío. Como esta mentira se cae por absurda, Tarek amenaza ahora con encarcelar a quien sostenga lo contrario. Incluso con igual suerte que Albán. De modo que una vez detenida la persona que contraríe la tesis del suicidio le entren ganas de ir al baño y pida permiso para arrojarse por la ventana.

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