SEBASTIÁN DE LA NUEZ –
Se han proyectado, con buena asistencia de público (evidentemente, 80% de él venezolano de origen español o retornado), los tres mediometrajes del cineasta e historiador Carlos Oteyza genéricamente titulados El Reventón. Son documentales que arrancan en 1914 y terminan con la ascensión de Hugo Chávez al empíreo, cuando anunciaba en campaña electoral que a Pdvsa había que someterla al Estado y no permitir que siguiera realenga por ahí. No lo dijo con esas palabras, pero ahí está recogido el episodio en el tercer documental de Oteyza.
Vaya si lo hizo.
Este lunes 30 el ciclo terminó con una mesa redonda moderada por Juan Carlos Martínez Lázaro (profesor de economía español), con la participación del propio Oteyza y de Pedro Palma, director de Ecoanalítica y una de las figuras que durante años cimentó el prestigio del Iesa (Instituto de Estudios Superiores de Administración).
Entre los asistentes, gente muy abrigada y conspicua. Verbigracia Miguel Henrique Otero (principal figura de El Nacional en el exilio), Carlos Tablante (también en el exilio español, pero en Barcelona. Visita a menudo a Madrid para promover el libro de denuncia de la corrupción que escribió junto a Marcos Tarre), Leopoldo López Gil (padre del encarcelado exalcalde) y el ingeniero Ítalo Pizzolante, quien continúa su labor como estratega comunicacional ─según su tarjeta, ahora también desde Panamá y Santo Domingo. Mucho público alerta, atento al recuento histórico de Oteyza, inclinado al análisis de la relación entre oro negro y pueblo, entre el Estado dueño del subsuelo y las políticas públicas: en muchas ocasiones no se continuó haciendo lo bueno, en otras se perseveró en lo malo. Oteyza ha estudiado el tema con pasión, y además cuenta con un banco audiovisual inestimable. Al cabo de todo este tiempo transcurrido desde aquel reventón de Zumaque en tiempos de Gómez, queda cierta nostalgia por el país que pudo haber sido y no fue. Anota el desasimiento frente a la industria petrolera por parte de la población, lo ajena que le resulta al venezolano de a pie; así como ese ritornelo de los diferentes sectores pidiendo cada uno su cuota de la renta.
Pedro Palma, mostrando cifras en láminas proyectadas, explicó la brecha entre precios altos y sana inversión. Poco criterio para “sembrar el petróleo”. A final de cuentas no hay gran variación entre la actitud de los gobiernos democráticos y el chavismo: jamás mostraron ánimo por el ahorro y modestia ante las subidas del precio del barril. Por supuesto, todo eso se agravó con el chavismo, que hizo de Pdvsa una gran caja chica para financiar el gasto social (no inversión). Citó la soberbia y estupidez de Hugo Chávez cuando en alguna cadena dijo que el petróleo bajaría de precio en el año 3000.
En fin. Debe ser difícil, si había españoles de toda la vida en la sala de Casa de América (es decir, que no conozcan de cerca Venezuela), entender las cifras astronómicas que citaba Palma, y cómo ha sido posible que, en los niveles de precios más altos de su historia, el país monoproductor se haya arruinado en la práctica.
Al final la gente aplaudió. Una señora preguntó sobre la alternativa del turismo como industria. Oteyza y Palma le contestaron algo sobre lo cara que antes era Caracas para cualquier extranjero (por la alta apreciación del bolívar) y sobre el riesgo físico actual que corren los turistas. Un caballero preguntó sobre la agricultura. Los expositores hablaron, entonces, de su poca competitividad.
Quizás esa constante del petróleo como renta con su correlato de la enfermedad holandesa siga siendo clave en la cultura venezolana aun cuando el cambio que venga sea para mejor, políticamente hablando. ¿Está en los genes del venezolano esa enfermedad, al cabo de más de un siglo? (Se llama enfermedad holandesa al fenómeno de expansión del ingreso de divisas debido al auge en la exportación de recursos naturales ─como petróleo y minerales─ que, sin políticas adecuadas en paralelo, genera apreciación de la moneda local más contracción y pérdida de empleos en otros sectores productivos; en general, efectos negativos en la economía del país víctima de tal sobredosis de riqueza).
Desde Madrid las cosas pintan dramáticas en Venezuela.
Las cosas en España también pintas dramáticas, desde luego, con los catalanes decididos a romper amarras; sin embargo, hoy los periódicos españoles anuncian que la economía creció 3,2% en 2016 “y se acerca a los niveles anteriores a la crisis”. ¿Cuánto cayó en Venezuela durante el mismo periodo? Pedro Palma dijo que había quien calculaba 14 puntos de caída.