TOÑA BETHENCOURT –
Que te encierres tres días en un pueblo alejado de la capital de Sevilla y Hugo Chávez se despliegue en una pantalla como evidencia de la presunta decadencia de uno de los periódicos más importantes de habla hispana, es demasiado para cualquier periodista venezolano. La portada del diario El País del 24 de enero de 2013, en la que se publicaba una foto falsa del entonces moribundo presidente venezolano intubado en su lecho de enfermo, es exhibida por algunos reconocidos periodistas del mundo digital español como una prueba fehaciente de que en los medios convencionales ya no se puede creer.
La escena tuvo lugar durante un curso sobre Periodismo y Redes Sociales con el que inició su temporada este verano la sevillana universidad Pablo de Olavide en su núcleo de Carmona, con resultados que no ayudan a apagar las alarmas que repican impertinentemente estos días sobre el futuro del periodismo fuera de las redes sociales. Porque lo que para los periodistas venezolanos es una realidad forzada por una censura oficial depredadora sobre los medios convencionales de comunicación que los ha llevado a refugiarse en Internet, para el resto del mundo la tendencia a enterarse de lo que pasa a través de las redes sociales y su alter ego, la prensa digital, crece exponencialmente.
“Casi 40 por ciento de las noticias del HuffPost las distribuimos hoy por Facebook”, confesaba Montserrat Domínguez en el curso. Y la directora de la versión española del periódico digital de la diva mediática Arianna Huffington, no intentaba convencer a nadie de que las redes sociales son el vehículo de la información por excelencia en nuestros días. De eso, un auditorio de periodistas jóvenes parecía estar convencido. Quiso tan solo contrastar, cifras por delante, la tesis sostenida por no pocos de los conferencistas que la antecedieron en el foro: “Twitter no es el gran transmisor de noticias en estos momentos; es Facebook”.
Gústele o no a usted como periodista, si algo está claro ya es que no se es ciudadano en el mundo de la información si se está fuera de Facebook, de Twitter, Instagram, Snapchat, WhatsApp, o si no se sigue al socio de todas, YouTube. Usted como periodista al final no tendrá más remedio que admitir que la prensa convencional no es la respuesta al mundo de la información que se ha ido construyendo en torno al acceso a la tecnología. Es lo que avizoraba el analista David de Ugarte en su libro El poder de las redes sociales: “Con Internet conectando millones de pequeños ordenadores jerárquicamente iguales nace la era de las redes distribuidas, que abre la posibilidad de pasar de un mundo de poder descentralizado a otro de poder distribuido. El mundo que estamos construyendo”.
PERIODISMO DISTRIBUIDO
Bendecido por el sexto lugar que su periódico www.eldiario.es alcanzó en el palmarés de la prensa digital española correspondiente al último informe anual del Instituto Reuters de la universidad de Oxford, Ignacio Escolar (@iescolar) sostiene que las redes sociales “nos han quitado y nos han dado”. Y se explica: “Nos han quitado la agenda pública, que aquí en España, hasta hace 10 años, la marcaban los directores de los periódicos; ahora las redes sociales funcionan como una segunda portada; han roto también el monopolio en la emisión de información, que viejas leyes como la de imprenta en España consagraban a los periódicos; han acabado, además, con el monopolio de la intermediación del periodista; y han acabado con el debate único”.
Escolar, que recurrió a las redes cuando comenzó a olerse un futuro como periodista solo en formato 2.0, no deja de ver en su experiencia profesional gran parte del portafolio de ventajas que las redes brindan hoy a los periodistas: “Nos dan la oportunidad de crear nuestras marcas personales, nuestra marca que es nuestra firma –él lo hizo concienzudamente, con Twitter y un Blog un par de años antes de fundar su periódico digital- y el futuro está en el display en las redes; las redes sociales también nos dan otra forma de llegar a los lectores y nos brindan, además, una vía directa para llevártelos a donde vayas”. No en vano, cuando lanzó El diario en 2012 logró reunir 400.000 euros entre muchos de aquellos y que, a juzgar por los 3.680.172 euros de ingresos declarados en el ejercicio del año pasado, no han caído en saco roto.
AL RITMO DELALGORITMO
Pero las ventajas de las redes que todos los medios tratan de aprovechar confrontan una amenaza común, de naturaleza tecnológica, reconocida por algo más de 30 expositores que se dieron cita en el curso de Olavide: la intervención de los algoritmos que las plataformas de Internet han generado para personalizar la distribución mediante operaciones de cálculo matemático, sin intermediaciones. “Con su algoritmo, Facebook decide si penaliza o premia determinada información”, se queja la directora del HuffPost España, quien entrelíneas admite coqueteos editoriales con notas, tipo Facebook, en aras de la circulación de marca dentro de esa red social: “Hay que saber qué funciona ahí y nosotros hemos detectado que en Facebook funciona lo emocional: contenidos que te indignan, o te dan risa, o te enternecen”. No se extrañe usted, pues, si los contenidos sobre gatitos o viajes inundan su muro un buen día: usted los ha visto y el algoritmo trabaja para servírselos en bandeja.
Aunque el monopolio de las tecnológicas sobre la distribución de la información no parece preocupar mucho a los periodistas por ahora, sí lo hace el tema de la “posverdad”, un vocablo de moda en el mundo de la información y que alude a lo que otros llaman “hechos alternativos”, aquellos que sin importar su certeza resultan creíbles en un universo donde la gente tiende cada vez más a aceptar solo lo que coincide con sus opiniones y a cuestionar lo que se sale de ese molde. “Yo me alejé del Twitter”, dijo en Olavide el conocido periodista y presentador de noticias de Antena 3, Vicente Vallés: “Ahora solo lo uso para cosas muy puntuales”. Vallés se desencantó de esa red cuando vivió en carne propia ataques desmesurados de quienes intuían intereses encontrados en informaciones y datos que publicaba: “Twitter se ha convertido en un campo de batalla y los políticos ya tienen una herramienta para ‘evitarnos’”. Ergo, Trump.
LA «CAUSA» DIGITAL
A la manera de los grandes diarios convencionales, para la prensa originalmente digital en España, el independentismo de la información sigue siendo la causa. Y por ende, la obtención de fuentes de financiamiento, su gran dilema. Jesús Maraña, director y fundador de www.infolibre.es dice tener claro que “a la prensa digital no la pueden financiar las actuales tarifas de publicidad, que no pagan los sueldos de una redacción” y antepone a esa vía la de las suscripciones porque “el camino”, dice “es depender de los lectores”. En esa ruta se mueve también Escolar en www.eldiario.es con una política de “socios” por solo 5 euros mensuales y una serie de beneficios que incluyen, paradójicamente, el envío a casa de una revista en papel, así como la “promesa” de un periodismo independiente.
No es sin embargo, el periódico de Ignacio Escolar el mejor ejemplo de que ese independentismo pueda cumplirse en todos los casos. La cofundadora de su periódico y ex corresponsal internacional, Olga Rodríguez, se quejaba durante su charla en Olavide de la reducción de presupuestos para la cobertura internacional en las redacciones de los grandes medios convencionales. “Ahora”, se lamentaba, “la información que recibimos es la que distribuyen las agencias internacionales de noticias y no tenemos información de primera mano”. Algo que hubo de admitir que ocurre en El diario con el caso Venezuela. Al ser consultada sobre el por qué de la nula cobertura en Caracas sobre lo que acontece –solo notas de la agencia EFE o de las fuentes gubernamentales-, Rodríguez admitió que “lamentablemente, no tenemos recursos para destacar corresponsales. Pero coincido con usted: deberíamos hacerlo”.