VÍCTOR SUÁREZ –

La cosa no es como antes, pero se está poniendo mejor. Lo que usualmente aparecería en la Gaceta Hípica de Benigno Martín Pinedo, podría ser perfectamente desplegado en la Crónica Policial de Álvaro Peñalver, un sin sentido para estas antiguas publicaciones especializadas. Los roles de los medios en Venezuela se han trastocado. Mientras algunos han dejado de servir al lector, otros, más briosos, han tomado su lugar.

Quizá nadie advirtió que la cobertura periodística más intensa, consistente y comprensible de la hazaña de los 500 jonrones del pelotero venezolano Miguel Cabrera, el pasado domingo 22 de agosto en Toronto, Canadá, podría ser asumida con solvencia por un portal llamado Prodavinci, que se autodefine como un espacio para las ideas, las conversaciones y los debates.

Prodavinci no ha sido arena para la refriega de opiniones sobre deportes, aunque de vez en cuando incluya crónicas livianas sobre el particular. La radio y la televisión (por aire, cable o satélite) tenían reservadas las transmisiones en tiempo real de los espectáculos deportivos, mientras los medios impresos se aferraban a la memoria y cuenta reposadas. Reporteros, cronistas y comentaristas especializados en beisbol encontraban allí nichos muy bien aparcelados. La debacle inducida de la industria editorial en Venezuela, aunada a la persistente represión y censura gubernamentales en los últimos 22 años, han sido elementos determinantes en el cambio de faz. Pero también el desarrollo tecnológico de la industria de la información ha impulsado el cambio en todo el mundo. Ante tal universo neonato, algunos medios, nuevos o viejos, se han adelantado tras los senderos vislumbrados, mientras que otros se han encunetado.

Elipsis de un jonrón de CabreraLa crónica deportiva es muy diversa, tanto como sus especialidades. En ella, la crónica de beisbol es cuestión más seria de lo que podría pensarse. He formado parte de dos de las redacciones deportivas más poderosas de la prensa venezolana, en su época de mayor esplendor. En Meridiano y en El Nacional. En ambas pude observar que además del cumplimiento cabal de las obligaciones profesionales, reporteros y cronistas cada día debían enfrentar, en la cancha, en los estadios, en el quiosco de la esquina, en los bares, en las cartas al director y hasta en el seno familiar, el veredicto del fanático gruñón. Quien sigue el beisbol sigue a una divisa, sigue a sus jugadores, estudia los numeritos, evalúa las estrategias en juego, y su juicio efervescente es ruidoso y retador. Eso explica que haya tantos “managers de tribuna” en el país. Es implacable. Una vez, en 1984, cuando el extraordinario jardinero del equipo Caracas Antonio Armas estaba en el tope de su carrera en grandes ligas, escribí un par de crónicas sobre su niñez, adolescencia y ambiente familiar en su nativo Puerto Píritu (Anzoátegui), y en el concejo municipal propusieron que se me declarara persona non grata y el mismo Antonio me amenazó por teléfono con aplastarme la cabeza con el bate que utilizaba para castigar a los pitchers contrarios. ¿Por qué? Por que mencioné un detalle que en ese pueblo estaba vedado comentar: que a su padre José Rafael Armas le apodaban “El Patón”. ¿Y? Tal mote estaba asociado a las dimensiones de los adornos viriles del progenitor de aquella estrella del beisbol.

En realidad, el periodismo deportivo no ha sido diezmado como el de las fuentes política o económica, por ejemplo, pero los soportes y las plataformas editoriales han cambiado totalmente. Aquellos afamados planteles sucumbieron o ya no tienen techo ni cobijo. Los despliegues de la época brillante en boxeo, basket y beisbol, tampoco encuentran asideros. Entonces llegaba el triplecoronado Cañonero a Maiquetía y allí estaban todos, excepto Robert Redford, el hombre que susurraba a los caballos. Iban a inaugurar el Poliedro de Caracas y no se sabía a quién entrevistar primero, entre Cassius Clay, George Foreman, Ken Norton y Aldemaro Romero. Todo ello cambió. Los Leones del Caracas cambian de dueño y usted lo vio por Venevisión.

Mientras Miguel Cabrera se acercaba a su racimo de metas (500 jonrones, 3.000 hits, 600 dobles, 1.500 carreras anotadas, etc.), se suponía que los periodistas deportivos, desde cualquier plataforma o ubicación geográfica, se prepararían para alfombrarle la ruta. Lo que primero llegó fue el hito de los 500. En esa etapa preparatoria comenzaron a sobresalir el trabajo de una periodista y la apuesta de un medio nativo digital. Mari Montes y Prodavinci.com.

EL PODER DE LA FIRMA PERSONAL

Elipsis de un jonrón de Cabrera
Portadilla del trabajo de Mari Montes en Prodavinci.com.

Nos encontramos con un caso de encomiable superación personal. Asidua desde niña a los campos de pelota, anunciadora interna en el estadio universitario de Caracas, estudiosa y cronista del pasatiempo desde hace 26 años.

Así como los prospectos obtienen en los campamentos instruccionales lo que llaman “las herramientas” para su mejor desempeño en el terreno de juego, Mari Montes encontró un tutor de categoría superior en el manejo del idioma.

“Con la lengua” se llamaba la columna del profesor Alexis Márquez Rodríguez en el diario El Nacional. Luego la trasladó a la radio (Onda, La Súper Estación, programa “Con la lengua en Onda”).

En ese programa, Montes hacía el papel de persona con dudas al hablar, esas que nunca están seguras de usar o no tal palabra o frase. Y que en la mayoría de los casos se queda callada (en clases, en alguna conversación con amigos, etc.), para no meter la pata.

Esa experiencia radial, creo, le sirvió muchísimo a Mari Montes, y el fruto del maestro lo podemos apreciar hoy. Podría aventurarse que con Alexis Márquez Rodríguez aprendió a conjugar, a hablar a ritmo sostenido, a pensar un poco antes de decir, a pronunciar correctamente, a investigar antes de emitir juicios sobre personajes, a no gritar ni a ser demasiado querendona al aire (¡Kiquito, mi amor!, le decía cada dos minutos al periodista Francisco Bautista, su contraparte en otro programa en esa misma emisora).

Y también a escribir de beisbol sobre bases documentales y percepciones personales bastante bien cimentadas.

Se radicó en Miami, Florida. Desde 2018 colabora con un emprendimiento digital llamado Elextrabase.com, propiedad de su hijo Daniel. En enero de este año, junto a su hijo Daniel Álvarez Montes fueron admitidos en el Capítulo de Miami de la Sociedad Americana de Escritores de Beisbol (BBWAA, siglas en inglés), que es una especie de pasaporte que garantiza acceso a los parques, a las acreditaciones de prensa, y también derecho a voto para decidir quién entra o no en el Salón de la Fama y a los acreedores de los premios mayores de las grandes ligas (Más Valioso, Novato del Año, Manager del Año, Premio Cy Young al mejor lanzador…).

Observación: Esta agrupación BBWAA abriga “a periodistas de beisbol que escriben para periódicos, diarios, revistas y sitios webs especializados”, lo cual no les convierte en “escritores”. Muchos presumen erróneamente, incluyendo a Mari Montes, de tal condición, por ejemplo al decir: “Con frecuencia los escritores atribuyen al carácter pendenciero de Ty Cobb a…”

En un memorial ante la muerte de su maestro Márquez Rodríguez (1935-2015), escribió: “Me gustaba decirle que era mi amigo más poderoso desde que me contó, como si fuera cualquier cosa, que lo consultaban para que algunas palabras entraran en el diccionario. Eso era, de verdad, poder”.

Que a sus 54 años de edad le consulten sobre quién debe ser premiado o no en las grandes ligas, eso es, de verdad, poder. Una influencer, además, con 470 mil seguidores en Twitter que también escribe en el portal La Gran Aldea.

Y en Prodavinci, que tampoco han sido cogidos a lazo, los directores Ángel Alayón y Oscar Marcano le animaron en su iniciativa: seguir a Miguel Cabrera paso a paso, swing a swing, golpe a golpe, verso a verso.

La Atmósfera Cabrera estaba tomando helio y se elevaba cada día en las expectativas del público. Sin embargo, el telescopio de Mari Montes había comenzado a funcionar desde el mismo comienzo de la temporada 2021, en abril, cuando Cabrera conectó el jonrón 488 en medio de una nevada persistente.

A partir de allí fueron publicadas una decena de piezas.

La culminante fue la del domingo 22. Al terminar el juego en Toronto, Montes dijo en Twitter: Chao, voy a escribir. Y creció la ansiedad. “No voy a leer nada sobre el juego hasta que @porlagoma escriba”, dijeron algunos.

Y produjo “Cabrera en el club de los 500”, un hermoso texto acompañado de un buen montaje multimedia. La mejor de todas las coberturas en español, por acumulación.

Elipsis de un jonrón de CabreraCABRERA EN LA BOLSA DE VALORES

La carrera de Cabrera no ha pasado desapercibida (imposible) por los grandes medios norteamericanos. Es su industria y en ella se le considera pieza de artillería pesada. No solo por el monto de los contratos sino por los números y por su significado para el beisbol organizado.

The New York Times posó su mirada sobre Cabrera en octubre de 2003 durante la Serie Mundial contra los Yankees. “Los Marlins hicieron una captura afortunada en Venezuela”, escribió el periodista Rafael Hermoso en el primero de los perfiles que le hicieron, a los 20 años de edad. “Responde las preguntas con el aplomo de un veterano”.

Diez y ocho años después, Benjamin Hoffman, editor senior de la sección de deportes de NYT desde 2004, justo cuando Cabrera reiteraba su poderío con el madero, le dedicó un denso análisis a la Hazaña de los 500 la misma noche del domingo 22. “Ya no lo hacen como Miguel Cabrera”, inició su trabajo de 1.200 palabras. Su enfoque se centró en los escasos jugadores activos que pudieran emularlo en los próximos cinco años.

Esta es una de las grandes diferencias entre el seguimiento por redes sociales (chispazos informativos, más lo que dice el público) y la cobertura desde el análisis y la interpretación de los hechos.

Con la pandemia en enero del año pasado, NYT ha destacado por sus coberturas en vivo de grandes eventos. Para ello fue creado un equipo especial, llamado Live. Hasta la fecha se cuentan unas 800 historias y 900 millones de páginas vistas.

“La producción de las sesiones informativas diarias en vivo requiere de la colaboración entre docenas de editores, reporteros e investigadores de todo el mundo. La sesión informativa sobre el coronavirus, por ejemplo, es un relevo de 24 horas que involucra múltiples zonas horarias y tres centros: en Seúl, Londres y Nueva York”, explican en Times Insider. Lo mismo está pasando con la situación en Afganistán. O pasó con los Olímpicos de Tokio… o con Miguel Cabrera.

La agencia AP, por su parte, le dedicó dos piezas al domingo de Cabrera, una de ellas titulada “La leyenda viviente”, exaltación suficiente que ha sido reproducida hasta en medios de países que no aman al beisbol. La agencia tiene un boletín matinal llamado Morning Wire que compendia las noticias del día anterior, pero no incluyó este lunes la mención a los 500 de Cabrera. Su fuelle actual continua honrando el presuntuoso lema que le legó el escritor Mark Twain: “Sólo hay dos fuerzas que pueden llevar la luz a todos los rincones del mundo … el sol en los cielos y la AP aquí abajo.” Y el periodista Joshua Goodman, desde Florida, bastante contribuye a ello, aunque en ámbitos distintos al deportivo.

La agencia española EFE también reportó el domingo desde Houston, Texas. La corresponsal Sonia Salazar lanzó el siguiente lead: “Durante 15 días los seguidores de los Tigres de Detroit estuvieron pendientes en su campo del Comerica Park de asistir al momento histórico en el que el toletero estelar Miguel Cabrera pegará su cuadrangular número 500 como profesional y se convirtiese en el primer venezolano que lo lograse.” (Literal)

Como habrían podido advertir y actuar en sus tiempos Heberto Castro Pimentel, Álvaro Miranda o Raúl Hernández en las jefaturas de Deportes de El Nacional, El Universal y Últimas Noticias, respectivamente, esta entrada NO PASA ninguna prueba periodística.

Elipsis de un jonrón de CabreraUN MEDIO SUMAMENTE AUTORIZADO

La MLB (Liga Mayor de Beisbol) es el instrumento de socorro más importante para los medios que cubren las grandes ligas. Es la autoridad máxima, es el centro de acopio de las estadísticas oficiales, tiene todos los datos sobre la historia, reglas, temporadas, calendarios, récords, contratos de difusión en radio y TV. La Oficina del Comisionado es la Capilla Sixtina del beisbol. Con la expansión global de Internet (y mucho más con el streaming), el beisbol en línea ha alcanzado otros públicos y ha logrado mantener el interés en el desarrollo de los juegos, no solo en los resultados. El sitio oficial mlb.com (y su espejo lasmayores.com) es también un medio, además de punto de consulta o de referencia.

En ocasión de los 500 de Cabrera, MLB en español, dirigido por David Venn, produjo seis piezas de información y análisis. Además de la prolijidad en datos y curiosidades, se preocupó por buscar los testimonios de algunos colegas venezolanos de Cabrera: Maglio Ordóñez, Bob Abreu y Carlos Guillén.

En una de esas piezas, escrita por el periodista venezolano Carlos Gillén Altuve, de la organización de los Tigres de Detroit, se puede leer la descripción más ajustada (quizá la única en el batiburrillo de versiones) del crucial turno al bate de Cabrera:

“Matz había dominado a Miguel en los dos turnos previos, y en la tercera vuelta le abrió con una sinker adentro, le repitió el lanzamiento pero alto y afuera. Al intentar cambiarle la receta y venirle con un cambio de velocidad afuera de la zona de strike, el bateador designado de los Tigres hizo el ajuste, le hizo swing terminándolo con las dos manos para ver la pelota volar hacia el center-right, empezar a correr hacia la primera base y reproducir en la mente de muchos de sus compatriotas el tema “Fanático” de la orquesta Adolescentes: “Batéale un jonrón, botaste la bola y goza una ola”, dice parte del coro de ese tema que se popularizó en los estadios de beisbol profesional en la Venezuela de Miguel”.

EL NACIONAL PERDIÓ LA BOLA

La página web de El Nacional le puso atención un día sí y un día no a la senda final de los 500, siempre a trompicones y a punta de remiendos. La pauta estaba advertida hasta para el más bisoño, y, para este medio, desde el 9 de julio de 1999, hace la pelusa de 22 años contados. Pero a la hora de la verdad, la hazaña del domingo 22 de agosto no la escribió algún reportero de la sección de Deportes, ni la explicó un analista avezado, sino alguien que venía de la fuente política con cargo ahora de jefe de Redacción. (Desde el año pasado el jefe de Deportes está “suspendido”, a pan y sueldo básico).

“Eso es un despelote, todos hacen de todo y la mayoría de lo que se publica son cables. Me imagino que por eso la hizo él (la nota de los 500 jonrones), para no dejársela al de guardia, que a lo mejor no sabía ni quién carajo era Cabrera”, me dice un náufrago de esa redacción descuartizada.

Elipsis de un jonrón de CabreraLos despachos de la agencia EFE en materia de beisbol siempre han sido un desastre. Si no estás pendiente, o no conoces la materia, se cuelan barbaridades. Como pasó el domingo 15 en Comerica Park. Por los Indios de Cleveland, Triston McKenzie estaba lanzando juego perfecto hasta el octavo inning. El venezolano Harold Castro rompió el hechizo con hit al jardín derecho. EFE identificó al campocorto caraqueño (shorstop, en inglés) como “parador en corto”, y así lo reprodujo El Nacional.

-¡Qué te puedo decir, mi hermano; eso es lo que da, PENA!

No siempre fue así. Su extinta gloria tiene pedigré de tronío. Algunos ya estaban allí, otros comenzaron a llegar a finales de los ´60, y en los ´70 y ´80 se afianzó el staff. El roster deportivo de El Nacional se completó y se desarrolló de tal forma que esa sección llegó a ser la más leída y con las tarifas publicitarias más elevadas.

El afán era devoción. El grande Rodolfo José Mauriello utilizaba un pesado y antiquísimo receptor de radio “transoceánico” para sintonizar las transmisiones en inglés de los juegos de grandes ligas dirigidas a las tropas estadounidenses estacionadas en el círculo polar ártico, o en cualquier otra latitud.

En cobertura, diseño gráfico, análisis y opinión deportivos este periódico se triplecoronaba cada año, los premios eran habituales y cada reportero o fotógrafo tenía una cajita plena de medallas, botones y pergaminos que habían atesorado por su tenacidad y profesionalismo. En 1985 trece trabajadores de El Nacional obtuvieron Premios Nacionales de Periodismo. Hoy en Twitter dice una bio: “Me gano unos cobres como jefe de redacción en @elnacionalweb”.

Elipsis de un jonrón de CabreraEn el caso de Cabrera el trastorno ha sido superlativo. El arco va desde el hallazgo hasta la omisión desvergonzada. La portada del cuerpo de Deportes del viernes 22-7-99 le fue dedicada a un crío que acababa de ser firmado por la organización de los Marlins de Florida. El bono alcanzó 1.8 millones de dólares. La reportera Hilmar Rojas y el fotógrafo Jacobo Lezama mostraron a plenitud al prospecto a quien se le abrían los horizontes más allá del barrio La Pedrera, en Maracay.

“Cuántas cosas revolotearán en su mente de 16 años al llegar al colegio y saberse de golpe y porrazo el célebre magnate del salón”, concluía su crónica Hilmar, periodista por la UCAB.

Este domingo 22 la reportera estaba muy animada, siguiendo las piruetas y travesías del medallista olímpico Daniel Dhers, escoltado por una multitud en bicicleta entre Chacao y Chacaíto. De repente, a diez para las tres peeme, salta y picotea el teclado de su iPhone preferido, retuitea a Carlos Guillén Altuve, periodista venezolano que se desempeña como coordinador de relaciones con los medios para la organización de los Tigres de Detroit: “¡Miguel Cabrera sacó el 500!”. Sin melindres, directo y fulminante. De allí en adelante Hilmar Rojas no dejó de celebrar: “Ya les había dicho que es de los míos, pero además es de Maracay”.

E inmediatamente rebuscó en su cajita de preciosos recuerdos la página B1 de El Nacional del 22 de julio de hace 22 años, la que auguraba la promisión.

Es suyo (y de los antiguos cronistas deportivos) ese jirón de gloria. ¿Qué le ha pasado al otrora heraldo de buenaventuras? “Falta pingor”, precisaba el son de Arsenio Rodríguez, el ciego maravilloso, cuando por cualquier motivo falta la conga, falta el bongó…

DECURSO DE UN PAR DE NOVATOS

Cuando me fui de El Nacional en junio de 1989, entre otros inolvidables amigos quedaron en sus escritorios de la sección deportiva Humberto Acosta Gutiérrez (Novato del Año de la redacción en 1974) e Ignacio Serrano, quien se iniciaba como pasante.

Aun siguen al bate. Humberto con su casi cincuentenaria TriplePlay, columna que ahora se publica en el diario Líder, de la exCadena Capriles. Nacho, con su proyecto independiente Elemergente.com, que también aparece en El Tiempo Latino, de Washington, y en El Planeta, en Boston. Ambos colaboran con los circuitos radiales del beisbol profesional venezolano.

A comienzos de los ´70, HAG estudiaba Periodismo y trabajaba en el Banco Unión, y ya consideraba al beisbol entre sus prioridades existenciales. En El Nacional se puso en manos del cronista de grandes ligas Rodolfo J. Mauriello, quien fue su tutor de fuete en alto (“lea y titule todos los cables”; “aprenda a anotar los juegos”; “busque su estilo, usted vale”, le zarandeaba y al mismo tiempo le animaba el tovareño Mauriello Ricci).

Cuando estaba diseñando el prototipo de la sección a cuerpo completo de los lunes, que primero se llamó Pizarra y luego Pantalla, quise hacer monogramas con los nombres y fotos de los autores (redactores y columnistas invitados), y tropecé con que el suyo era demasiado largo para lo que me proponía. ¿Te molestarías si omito tu segundo apellido?, y me respondió: ¡yo también tengo madre!

En la redacción muchos decían que el origen español de Ignacio Serrano sería una barrera para la compresión cabal del beisbol, y enarbolaban el caso del bilbaíno Pepe Polo, magnífico cronista de futbol que se empastelaba cuando le correspondía, estando de guardia, recibir los “despachos orales” de los reporteros que cubrían algún evento, tanto en el país como en el exterior. Serrano saltó por encima de todos esos obstáculos y asentó su estampa entre los mejores.

En la rueda de prensa con periodistas venezolanos (entre otros de habla hispana) de Cabrera el martes 24, poco antes de un encuentro contra Cardenales de San Luis, Nacho Serrano hizo tres preguntas certeras, esas que incomodan pero que al cabo extraen facetas sobre las que los entrevistados prefieren no hablar mucho.

Cinco piezas publicó El Emergente el domingo 22 sobre Miguel Cabrera. TriplePlay apareció el día antes y el día después, al lado de varias del diario Líder.

Elipsis de un jonrón de Cabrera
Diario Líder, versión impresa.

Este medio impreso (http://liderendeportes.com) es dirigido por Hugo Chávez, un espigado periodista que se hizo cuasi famoso por mera onomástica. La última vez que nos vimos estaba al frente de la sección deportiva de El Globo el 4 de febrero de 1992, el primer diario que circuló en Caracas con noticia del intento de golpe del felón eterno.

***

De El Universal hay poco de qué hablar. El domingo 22 se limitó a refritar el trabajo de mlb.com, sin aporte alguno.

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Muchos medios digitales cubrieron las andadas dominicales de Cabrera. Ante la magnitud de la hazaña, nadie permaneció indiferente.

Víctor Suárez, periodista venezolano, residente en Madrid, España.

El texto ha sido editado el 27-8-2021. Gracias a Mari Montes por las observaciones.


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