EZIONGEBER ÁLVAREZ-
«Llevo toda la vida al borde de ser un ángel sin llegar a conseguirlo».
Mark Twain
A la orilla de una de las tantas playas interestelares, Dios se encontraba pensando. Cavilando, pues, y repasando sus cosas. Digamos que pensar ha sido siempre su divertimento favorito, pero dada la inmensidad inabarcable de su mente, no podríamos siquiera tratar de entender de qué va todo, allá en lo más alto del pináculo del cielo de los cielos desde donde Dios todo lo contempla. A lo sumo podemos soñarlo de lejos, aquí en medio de nuestra muy importante circunstancia terrenal, de modo que soñarlo un poco sería como olisquear en medio de la bruma de un bosque lluvioso… algo así. Ahora que lo pienso, pudiera ser que lo que estoy soñando no sea más que una semilla que Él alguna vez plantó en el devenir de un pestañeo. Digamos en un plin.
Supongo que implantarme un sueño, para Él es tan simple como planificar una galaxia o abrir un par hoyos negros de esos bien tragones, pero qué voy a saber yo. Sabiéndose Alfa y Omega, un día de esos que se inventó para sentarse a pensar, Dios concluyó que algo habría de hacerse con tanta vastedad y tanto silencio sideral. La inmensidad estelar en esos tiempos antiguos, aún no tenía el nombre de universo y sobre estas cosas originarias, Él reflexionaba. En medio de su inmensurable infinitud, francamente no las tenía fácil. No es que tuviese problemas, sino que de su profundo y divino ensimismamiento -que duró al menos tres siglos celestiales, o sea, cien millones de años de los nuestros-, surgieron decisiones que afectarían los confines del nunca jamás de las galaxias más lejanas y aún no domesticadas por La Presencia, como también lo llamaban en los corrillos del barrio angelical.
«He pensado», dijo al fin, parándose de la arena de todos los tiempos y de todas las playas negriazules del espacio. Y sacudiéndose los pantalones, también exclamó: «A trabajar».
Estas cuatro Palabras Esenciales: «He pensado. A trabajar», involucraban, como te digo, una importante decisión. Una realmente grande. Monumental. Insólita, digamos.
«Sea», sentenció desde su aliento de volcanes.
Y extendiendo su dedo hacia el frío y oscuro firmamento original, de pronto nació una estrella. Luego dos. Luego diez. Estas pequeñas metras, que se alejaban llenas del fulgor divino, parecían necesitar cierto orden y entonces, levantando una ceja, creó las órbitas y la gravedad
Volvió a estirar su brazo fundacional y fue así como surgieron miríadas de soles y planetas. «Esto, para empezar», concluyó satisfecho.
Labor extenuante esta de crear mundos nuevos, pero la ocasión era propicia para la celebración. El poderoso oboe de convocar pequeñas deidades sonó y por eso Lucifer se presentó:
-Divina Presencia, héme aquí.
-Téngase la bondad. Necesito una mesa larga. Y música y pasapalos. Que me traigan vino. Como candelabros, aquellos luceros. Me voy a mi trono, que allá los espero. Eso sí, nada de ángeles rubios con voces hermosas. Del polvo cósmico de mis entrañas nació un pequeño globo que por lo visto, ha pasado inadvertido frente a ustedes. Se llama Tierra. De allí tráigame a King Crimson, por favor. Luego a Coltrane con «My favorite things». Le pasaré mi playlist, de manera que no haya pele. ¡Mirad de qué van allá abajo!
-Ellos aún no han nacido, oh, Presencia Tutelar. De hecho, apenas nadan como pueden las amebas y otros bicharanguitos. Por cierto, según ha dispuesto, en cuestión de microsegundos nacerán voraces animales como el tigre. ¿No es demasiado otorgarle también dientes de sable? ¿No es injusto que se coman a los más pequeños? Los pobres conejos… asesinatos por doquier en todo el orbe sin posibilidad de escapatoria. No ha respirado nadie todavía y ya usted ha decretado la muerte de todos.
– ¿En serio? Ocasión, tiempo y oportunidad habrá para toda criatura. Sólo eso responderé. Por este ultraje te condenaré a vagar por los rincones más lóbregos del espacio. Ahí te estarás dos eternidades y media.
– No importa. Los ofidios se comerán a los sapos y estos desarrollarán una lengua larga para atrapar insectos. Las aves a su vez comerán pequeños moscos y gusanos, y así. Más adelante vendrá el sexo libidinoso. Y lo que es peor, de su mente ha salido el orgasmo… ¡Qué cosa! Una idea novísima, eso sí. Debería irse a descansar. Deje que me encargue.
-Cuarenta eternidades poelpecho. ¡Fuera! Arcángel Gabriel, traiga la pantalla home theater de todos los tiempos y me la guinda en la constelación de Orión. Quisiera ver el futuro de la humanidad ahora mismo. Constatar, pues, que harán con la autonomía que les otorgo, y cómo enfrentarán su propio tiempo sobre la Tierra. Ahí na’ ma: Oh, ya saben enterrar sus muertos y cuidar a sus familias ¡Qué bien! Hmmm… lo malo es que aprendieron a matar para tomar el control de los demás… dale FF al VHS. Adelanta. Más. Ahíii.
-Divino, ese perol no existe. Bueno, en su momento será suplantado por otras tecnologías más veloces.
-Calla. A ver: etruscos, misterios del año de Pi, Edad Media, Savonarola, brujas de Salem, reyes de Europa, revoluciones… se siguen matando. Qué vaina. Y en mi nombre.
-¿Me permite una observación?
-A ver…
-Dele el señorío a los animales. Ellos matan por hambre y nada más. Pero estos tipos están locos, mire Usted…
-Tendré que morir con las botas puestas. Es un decir…
-¡La Presencia! Es decir, Your Jáigness, Su Presencia, mi Dios! ¡La guerra de los 100 días! ¡La guerra de secesión! ¡LAS GUERRAS MUNDIALES! ¡Y falta la Tercera! Estos solo piensan en dominarse unos a otros a cualquier costo. Pero nada se compara al populismo, ¡Oh!
-…lo he estropeado todo. Parece que la cagué. Es un decir. Tengo que pensar. Otra vez. Me sentaré al amparo de aquella luna, será. Gabriel en el futuro, por las noches, ¿quiénes me sueñan? Debería saberlo pero es que la cosa apenas está empezando y ya me tienen harto.
-Millones. El que esto escribe, por ejemplo. El mundo se empeña en que nada de esto existe pero el Chino es tenaz. Tiene la idea absurda de que todo cambiará. De que usted intervendrá. Lo malo es que piensa mucho en sexo. Culos y tetas y todo eso.
-Todos piensan en lo mismo, pero este lo dice. Mi pobre loquito… ahora le dio por escribir. Bueno, tiene tiempo en eso. Una de estas noches me lo traes en un sueño…por cierto… ¿Qué está soñando este men?
-Con sus hijos, con libertad y con Simonetta, la de las pinturas, que es su sueño favorito.
-No sabe nada el muchacho. La humanidad completa querrá comer ahí. Es un decir. Por lo visto no podremos celebrar todavía. Buscaré una salida.
-Presencia, apúrese que el cuento va por las gotas mágicas…
-Ajá.