ERIKA REGINATO –
Fotos/Gabriela Pulido Simne

Recuerdo esta entrevista que le hice al poeta venezolano Armando Rojas Guardia (1949-2020), en su visita a la ciudad de Génova como invitado en la XXIV edición del Festival Internacional de la Poesía “Palabras abiertas”, 2018.

Escribe el poeta Rojas Guardia:

Lugar común
hoy resplandece lo humilde
de tan obvio:
sólo en el silencio
descubro
que suenas

Estos son los versos que he seguido en mi recorrido. La realidad del viaje y el encuentro con los poemas que han marcado mi búsqueda poética: paisajes del alma y donde las curvas del Monte Grappa me llevan al lugar secreto de la poesía. En esta experiencia, se comienza a entender aquello que nos une al universo: la revelación toca los sentidos, toca todos los instantes de la vida.

En Caracas, nos encontrábamos en plaza Altamira para ir a la Casa de la Poesía “Pérez Bonalde”, que dirigía el poeta Santos López. En aquel tiempo entre un taller poético y las varias ediciones de la Semana Internacional de la Poesía, pude conocer importantes poetas venezolanos como Armando Rojas Guardia y poetas italianos como Milo De Angelis, Roberto Mussapi, Davide Rondoni, Giuseppe Conte e Alessandro Ceni.

Era el tiempo en el cual estudiaba Letras en la Universidad Central de Venezuela. Luego de conocer los grandes maestros de la poesía venezolana e internacional, seguí el estudio con atención de la poesía escrita en dos idiomas a través de la traducción. Ahora, en el exterior, la poesía venezolana es una salvación, una prioridad, y pienso que sea la causa de la búsqueda cultural que nos une: somos poetas en exilio, ahora más que nunca. Y como dijo el poeta Rojas Guardia en una entrevista: “Esa es la apuesta moral y estética. Vivir poéticamente es vivir en resistencia, oponerse al horror y a la barbarie, temple psíquico y capacidad de respuesta espiritual…”, repetía.

El poeta Armando Rojas Guardia fue invitado al XXIV edición del Festival Internacional de Poesía. Palabras abiertas de Génova (2018), organizado por el poeta Claudio Pozzani, a esta ciudad encantada por el mar de la península italiana. En el Palacio Ducal, tuvimos el honor de escucharlo recitar a memoria su poema “Patria”, junto al poeta José Pulido y la poetisa Hebe Muñoz.

Erika Reginato: Dice Maria Cvetaeva: cuando escribo poesía es como si algo o alguien dentro de mí quisiera ser… Aquel Ser desea preguntar ¿Cómo nace el uso de la palabra en el poeta Armando Rojas Guardia? ¿Quiénes fueron sus maestros?

Armando Rojas Guardia: Mi padre era un poeta. Su ejemplo fue crucial en mi vocación literaria. Una tía mía, mi tía Albertina, solía contar que a teniendo yo 4 años un día me preguntó: Armando, cuando seas grande, ¿vas a ser poeta? Y yo le respondí: No es que lo voy a ser, ya lo soy.

Esta anécdota es inexplicable sin la sombra bienestar del ejemplo paterno.

ER: Pienso que la poesía nace como una explosión. Es la suma de silencios y sonidos. ¿Qué es la poesía para Armando Rojas Guardia?

ARG: La poesía es pensamiento analógico y símbolo estructurado rítmicamente. Al ser pensamiento, un tipo-otro de pensamiento no es un mero impulso irracional: es una percepción específica de la realidad. De ella da cuenta el poema.

ER: Las lecturas de poesía que recorremos desde el principio de nuestra inquietud, siempre nos dejan trazos en nuestro trabajo creativo. ¿Quiénes son sus maestros?

ARG: Maestros tengo varios: Dante, Eliot, Ezra Pound y en Venezuela Rafael Cadenas. Me atraen imperiosamente la dicción y el fraseo de la poesía de Eugenio Montejo.

ER: Un estudiante busca entre los libros algún sentimiento en común con el escritor, un sentimiento en ese inquietante momento desconocido en el cual descubre su vocación o la tantea. ¿Qué le puede sugerir un poeta mayor a un joven poeta?

ARG: A un joven poeta le diría que insista en la tarea empecinada de escribir, a pesar de las vacilaciones y las dudas: tenacidad y empeño, que se traducen en inagotable y paciente capacidad de reelaborar y corregir.

ER: Esta es una ciudad de mar, un puerto de anclaje en la península itálica, escribe el poeta Ungaretti. De visita en el marco del Festival Internacional de Poesía de Génova. Palabras abiertas. ¿Cómo se siente un poeta venezolano en las calles de esta ciudad?

ARG: Creo que ya estoy enamorándome de Génova. Es una ciudad para vivir en ella: majestuosa, pulcra, repleta de rincones hermosísimos y entrañables. No todas las ciudades que uno conoce merecen esas palabras que ahora repito a conciencia: Génova es una ciudad para vivir en ella.

ER: ¿El nombre del compositor de música clásica que le gusta? ¿Y, de la música del siglo XX?

ARG: Músico muerto: Juan Sebastián Bach, y músico vivo Joan Manuel Serrat.

ER: ¿Qué pintor italiano del renacimiento le gusta? y ¿qué pintor contemporáneo prefiere?

ARG: Pintor italiano del renacimiento: Caravaggio, y pintor contemporáneo: Joan Miró.

ER: Y para terminar, ¿me puede decir su canción preferida?

ARG: Una canción cuyo título se me olvida ahora pero que me conmueve hasta las lágrimas cuando la escucho en la voz de Nina Simone: su leit-motiv, su estribillo consiste en la repetición, obviamente en inglés, de estas palabras: «No tengo…»

Ain’t go no / I got life
Ain’t got no home, ain’t got no schoes, / Ain’t got no money, ain’t got no class,
Ain’t got no friends, ain’t got no schoolin’, / Ain’t got no wear, ain’t got no job,
Ain’t got no man… / I got my hair, i got my head …
I got my brais, I got my ears, / I got my eyes, I got my nose, /
I got my mouth, I got my smile…

Nina Simone termina su canción con la misma humildad que nos revela el poeta, cantando en silencio lo que no posee y aquello de lo cual se adueña en su totalidad… sus sentidos y su intimidad con la palabra que sabe descifrar.

Rojas Guardia – Génova, una ciudad para vivir

POEMA DE LA LLEGADA

Cuando tú vienes
tú el vacío el nada el ya.
el que yo no sé su nombre
ni interesa
cuando tu vienes
me siento perder voz
me seco de palabras
sueno
simplemente
como tú
sin queja sin golpe
sin crujidos
sueno como tú
Cuando tú vienes
tengo prisa
por decir
por llamarte de algún modo
por nombrarme
a mi también
para al fín reconocerme
en tu presencia
me abalanzo precipito
sacudo la quietud
mancho lo limpio
todo es tan vacío tan gota
inaprehensible
tan exactamente nada
tan silencio
 
Cuando tú vienes
abro ensancho acojo
me dilato
no sé decir
sino que abro
inútiles clausuras
Tú en el canto
tú el silbo el suave el que no pesas
vuelves hilos levísimos
mis nudos
me desatas
 
Cuando tú vienes
nada dices
y me dices
Nada pides
Qué vas a ser tú el implacable
el exterminador, el Enemigo
Nada pides
eres
Sólo oigo como eres
sólo oigo como soy
y quiero
ser
así eso que escucho
me abandono
 
Cuando tú vienes
hay una exacta coincidencia
te miro
en lo profundo
de aquello que deseo
qué mentira
qué imposible
qué estúpido
querer lo que no quieres
querer lo que no quiero
y entonces
ya no es sino la paz
la precisa ubicación
el ser escueto
 
Cuando tú vienes
no has venido
estás ya desde siempre

PATRIA

Alguna vez amamos, o dijimos amar,
la terquedad sombría de tu fuerza.
La voz del padre enronquecía
al evocar calabozos, muchedumbres,
hombres desnudos vadeando el pantano,
llanto de mujer, un hijo
y más arriba (¿dónde arriba?)
el trapo contumaz de una bandera.

Supimos, lenta y vagamente,
que lo imposible te buscaba
extraviándote los pies
-aquellos pies de Hilda obsesionaron
a mis ojos de niño: su corteza
terrosa, vegetal, desconcertada
sobre la pulitura del granito.
 
Tal vez una tarde, entre los campos,
la música te deletreó de pronto
al lado de algún bosque, una colina,
un lago triste que se te parece:
la misma terquedad al revelarte
ávida no precisamente de nosotros
(los efímeros, los quizá, los transeúntes)
sino de tu pátina absurda de grandeza
-esos sueños opulentos de la historia
que son más bien su horror, su pesadilla.
 
Ahora que te conoces vil, prostibularia,
porque tanta voluntad ecuestre
se apeó bajo el sol a regatear
y el héroe mercadeó con su bronce
y el oro solemne del sarcófago
adornó dentaduras, fijó réditos,
y no hay toga ni charretera ni sotana
que te oculten cuadrúpeda, obsequiosa
por treinta monedas ancestrales,
yo me atrevo a cubrir tu desnudez.
No es verdad que te vendiste. Tú anhelabas
dilapidarte brusca, totalmente:
un lujoso imposible.
Lo sabías,
siempre lo has sabido y como siempre
aras en el mar. Te concibieron
con voluntad precisa de fracaso.
 
Cómo afirmar, pasito, que hoy te quedas
en la dificultad de sonreírte
levantando los hombros, desganado,
y diciéndote con sorna, con ternura,
mañana sí tal vez. Quizá mañana…

Nota: Armando Rojas Guardia, (1949-9/7/2020). Era filosofo, poeta, ensayista. Su trabajo reconocido internacionalmente fue traducido a diversos idiomas. Fue uno de los fundadores del grupo Tráfico (1981). Entre sus libros publicado en Venezuela: Del mismo amor ardiendo (1979), Poemas de quebrada de la virgen (1985), Yo que supe de la vieja herida (1985), Hacia la noche viva (1989), La nada vigilante (1994), El esplendor y la espera (2000), Patria (2008), Mapa del desalojo (2014). Entre sus ensayos: El Dios de la intemperie (1985), El calidoscopio de Hermes, (1989), Diario merideño (1992), Crónica de la memoria (1999), La otra locura (2017), El deseo y el infinito (diarios 2015-2017) y Proserpina (2015). Premio del Consejo Nacional de Cultura de Venezuela (1986-1996). Premio de ensayos de la Bienal Mariano Picón Salas (1997). Miembro de la Academia del idioma español, (2016-2020).

Erika Reginato, poeta ítalo-venezolana. Reside en Italia.


 

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