ROBERTO GIUSTI –
“El millonario chavista es un personaje muy triste. Por eso se mete tanto perico”

Jonathan Jakubowicz se metió bien adentro de la revolución, allí donde otros dicen “no gracias” y escribió un libro, “Las Aventuras de Juan Planchard”, de esos que no puedes dejarlos hasta que lo terminas de leer. Publicado hace año y medio pero hoy más vigente que nunca el libro, que bien puede decirse ha sido un best seller, ilumina con potente crudeza la vida y peripecias de la nueva clase dominante venezolana, protagonista del más colosal saqueo que pueda haberse perpetrado contra un país y su pueblo. El modus operandi de los guisos multimillonarios, el sexo, las drogas, las rumbas orgiásticas que tienen como escenarios el territorio del imperio que tanto critican, caben en un relato que muy pocos se han atrevido a contar. Pero Jakubowicz y la mirada crítica de su ojo inquisidor también se pasea por la clase media de un país que a su juicio “es el más racista del mundo”.

Periodista egresado de la UCV, Jakubowicz llegó a la literatura por la vía del cine. Director, escritor y productor de dos películas (Secuestro Express y Manos de Piedra), ambas con éxito de taquilla y de crítica, el libro va mucho más allá de una trama interesante y se convierte, con su prosa ágil y cinematográfica, en un documento indispensable para saber cómo están asesinando a un país.

-¿Eres de quienes piensan que la respuesta de los escritores venezolanos al fenómeno político que está viviendo el país, desde hace ya casi veinte años, ha sido escasa, tímida y casi ausente en lo que se refiere a la novela?

– Desde los comienzos del chavismo, siempre hubo un mayor porcentaje de artistas, cineastas y escritores venezolanos que colaboró con la revolución. Fuimos pocos quienes denunciábamos los abusos que desde el principio eran evidentes. Fue algo sumamente decepcionante presenciarlo y eso me distanció de muchos colegas. Como buena parte de la población, veían el corto plazo sin importar el futuro. Para cualquiera que esperara más de los intelectuales y artistas, era un claro indicativo de que nuestra crisis moral nos llevaría a la destrucción total de la sociedad, ese lugar tan duro en el que estamos ahora. Pero también creo que sufrimos de cobardía editorial. Sin duda los libros más críticos de Venezuela no se han publicado porque las editoriales tienen miedo de que las cierren.

-Podrías explicar las causas de este vacío sin respuesta ante las dimensiones de un trastorno que afecta la existencia de un país y que, sin embargo, pareciera dejar fríos a los escritores.

– Durante la era Chávez fue por interés. Es difícil ganarse la vida escribiendo en Venezuela y los comunistas siempre se las arreglan para esclavizar a los intelectuales a cambio de privilegios. En la era Maduro hay algunos para los cuales ya es muy tarde, pues les quedaría ridículo criticar a la revolución que defendieron. Y hay otros que no logran publicar por el miedo de las editoriales, o incluso por miedo propio. Cuando yo voy a Venezuela lo hago en operación comando, con otro pasaporte y con bajo perfil. Si viviera en Venezuela y publicara Las Aventuras de Juan Planchard, probablemente estaría preso. Y a nadie se le puede pedir que vaya preso.

– Se escriben reportajes, se presentan documentales, series de televisión, se publica libros bajo la forma de biografías, ensayos poemas y crónicas, pero muy pocos se atreven con la novela. ¿Por qué crees que están pelando ese boche?

-Eso habría que preguntárselo a ellos, los sospechosos habituales. Pero estoy seguro de que hay varias novelas buenas por ahí que nadie quiere publicar.

https://actualy.es/los-bolichicos/-¿No es muy poco lo que podemos exhibir si lo comparamos con casos similares como el de Cuba o el de la Unión Soviética, donde decenas de escritores dieron a conocer sus terribles realidades gracias a la novela?

– Venezuela nunca ha sido un país de novelistas. Se nos obliga a leer a Rómulo Gallegos y a Miguel Otero Silva pero todos sabemos que son insoportables. Y eso hace que a la población no le guste leer, porque cree que leer es calarse esa ladilla. Yo tuve la suerte de que fui expuesto a escritores muy superiores y de ahí nació mi pasión por la lectura, que es la única madre de toda pasión por la escritura.

-Lo curioso es que tampoco, en el bando chavista, hay talentos que presten su pluma para escribir, con Maduro, la novela que Pérez Jiménez le encargó, por ejemplo, a Camilo José Cela en los años cincuenta.

– En Venezuela la élite cultural no lee y el chavismo desprecia la cultura. Si fuésemos un pueblo más educado nada de esto hubiese pasado. Había que ser un completo ignorante de la historia para dejarse engañar por Chávez, y la mayoría se dejó por eso, por idiota.

Incluso, si retrocedemos más en la historia de Venezuela, hasta el mandato de Juan Vicente Gómez, uno se encuentra con testimonios indispensables como las Memorias de un Venezolano de la Decadencia, de José Rafael Pocaterra.

– Venezuela fue de la barbarie al iPhone sin pasar por la Ilustración. El chavismo es la celebración de la mediocridad como identidad nacional. Todo lo que suene a cultura es puesto bajo sospecha. Los dictadores de antes se querían lucir con las élites y por eso pagaban por obras literarias. Los chavistas se lucen con sus aviones y sus putas. Es otra mentalidad.

– ¿Cómo se instala, en este vacío, tu libro Las Aventuras de Juan Planchard?

– Pienso que abre puertas. Mi lector preferido es el que me escribe que no se había leído un libro en diez años y se leyó el mío en cuatro horas. Inmediatamente me pide recomendaciones para seguir leyendo. Me enorgullece mucho ayudar a crear un nuevo lector. Y creo que por eso resonó tan masivamente

– Tu prosa me sonó a Miller y a Bukowski.

– Muchas gracias. Ojalá algún día llegue a los talones de esos maestros.

– Te metiste tanto en el personaje que a veces uno se olvida de él y piensa que eres tú. ¿Investigaste o viviste la experiencia?

– Estuve en casi todos los lugares y conocí muchos de estos personajes, pero Juan no se parece a mí en nada. De hecho pensamos de manera completamente opuesta. Pero sin duda el objetivo era que el lector sintiera sinceridad completa de parte de quien narra la obra. Y el nivel de autenticidad es tan exacto que nadie discute su veracidad, a pesar de ser ficción. La literatura psicológica en primera persona es mi preferida. Se convierte en un diálogo directo entre el personaje y el lector y eso es lo más sabroso que existe.

-En un párrafo Juan rompe un lugar común reinante entre los venezolanos, sobre todo en la clase media: “Venezuela es el país más racista del mundo”.

– Es la verdad, en eso sí estoy de acuerdo con Juan. El venezolano es tan racista que no es capaz de identificar su racismo como tal. Y eso se extiende al complejo postcolonial que Chávez manejó tan efectivamente. Fue una revolución nativista y xenófoba, que le terminó regalando el país a potencias extranjeras.

Te burlas de la decoración del yate que compró la ministra de prisiones y sacas a relucir la chabacanería de los nuevos ricos chavistas.

– La estética opulenta chaborra de los revolucionarios es para matarse de la risa. Pero ni siquiera es culpa de ellos. Fueron educados por las pésimas telenovelas que se hacían en el país y con sus millones de dólares siguen tratando de lograr ser como la representación de las élites que admiraban y envidiaban en esas telenovelas. En el fondo el millonario chavista es un personaje muy triste. Por eso se meten tanto perico, para substituir su depresión por euforia inducida.

– En el libro si bien los chicos de Chávez son unas fieras cuando olfatean un maletín repleto de dólares, resultan lastimosamente cándidos y pierden casi toda su fortuna en manos de una hermosa ramera de alto nivel. ¿Puedes explicar la contradicción?

– Hay una elite chavista que ha logrado ser parte de una red criminal internacional, que va desde Rusia hasta Teherán, pasando por La Habana y China, que es sumamente hábil y siempre ha sido un error subestimarla. De hecho, salvo a los narcosobrinos, que se fueron de gafos, a ningún chavista de peso lo han podido capturar hasta la fecha. Y eso es una muestra de todo lo que se cuidan y lo bien que cuadran sus guisos. Pero existe por debajo una clase privilegiada chavista, a la que pertenece Juan Planchard, que se aprovecha de la corrupción que permite la revolución pero no son criminales profesionales. Esos se la pasan cometiendo errores y a cada rato agarran a otro grupo y los meten presos o los ponen a cantar. Juan es víctima de su complejo racial, asume que porque Scarlet es blanca tiene que ser de buena familia. En el fondo es el venezolano promedio, profundamente vivo, profundamente estúpido.

Roberto Giusti, periodista venezolano. Escribe desde Oklahoma, Estados Unidos.

 

1 COMENTARIO

  1. Así está la cosa…a «los nuevos eruditos de los 80´s» les parece aburrido la lectura de nuestros escritores. La decadencia y el irrespeto llegando hasta estos niveles. Jonathan Jakubowicz, un nuevo cineasta, que dice ser escritor cuestionando de los que ha aprendido…como decía Omar Lares: …»se cansa uno»

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