CARLETH MORALES SENGES –
No hay nada que me repatee más que, sin haber pisado Venezuela, se refieran a ella como «esos países», como si de un saco de patatas se tratara y dentro entrasen las monalisa, Ruanda, las spunta, Letonia, las kennebec, El Salvador o las buffet, así, sin más, sin saber si son para freír o para llorar, para visitar o para asar. ¿A qué se refieren con «esos países»? ¿A lo feo, a lo sabrosos, a lo arrugados, a lo interesantes, a lo pochos, a lo curiosos que son? Perdón, es que no los entiendo.
A las personas que se refieren a Venezuela como «esos países», lo primero que quiero aclararles es que está situada al norte de América del Sur, en respuesta a uno que -para colmo- me preguntó dónde quedaba porque le sonaba de algo pero no la ubicaba en el mapa. Le puntualizo al amigo que Venezuela cuenta con una excepcional posición geográfica en el mundo, porque se encuentra en el hemisferio norte, totalmente integrada en el territorio continental americano, con espacios marítimos estratégicos en el mar Caribe y el Océano Atlántico, y una línea de costa pues, superior a los 4.000 kilómetros, más de la mitad de playas, que estando en el trópico no me voy a extender hablando de su belleza sin parangón, pero lo invito a ver los reportajes de National Geographic sobre las mejores playas del mundo, donde siempre parece alguna venezolana.
Y dicho esto, sólo para situar a quienes meten a Venezuela en la bolsa de «esos países» que qué se yo qué querrán decir, porque la interpretación es tan infinita como perversa para que el interlocutor piense lo que Dios le dé a entender, les digo que es el país con más reservas, las de petróleo, probadas como para unos 230 años más que Arabia Saudita (país que no se si meten en el mismo saco), y las naturales, tan o más vitales, con las formaciones geológicas más antiguas del planeta, que se cuentan entre los principales pulmones de La Tierra. Probablemente un microgramo del aire que respiran cada día venga de “esos países” o de éste, para ser exacta.
He de decir también a quienes hablan desde el desconocimiento sobre Venezuela y le dicen «esos países», como quien dice «esos melones» o «esos bichos», que si no se han dado cuenta, en sus 916.445 kilómetros cuadrados, casi el doble que España y el triple que Italia, hay tanta producción de oro, bauxita, hierro, carbón y una decena de tipos de minerales, que ella solita podría abastecer la demanda mundial durante unos cuantos años.
Por supuesto, es probable que la abundancia –también- de titulares que su gobierno ha estado exportando en los últimos años, o meses, esté dibujado un mapa distorsionado de Venezuela en las mentes de quienes la meten en este batiburrillo junto a otros incorpóreos países, que probablemente tampoco merezcan tan imprecisa calificación. Pero no los culpo. Llamémosle ligereza de apreciación. En este mundo globalizado, hoy por hoy es muy difícil estar al día de todo lo que sucede en todo momento en todas partes.
Por ello le pido a quienes llaman a Venezuela “esos países”, que si hablan con un venezolano, pero ¡sobre todo! si hablan con uno que no lo es, piensen en el flaco favor que le hacen a este país en particular, que tiene nombre, apellido y dolientes, porque por muchos años fue modelo de desarrollo en América Latina, tierra de acogimiento y proveedor de abundantes riquezas para dar y tomar. ¿Qué fue, que de sus horas bajas está permitido hacer leña? Piensen que, simplemente, lo que afronta en este momento de su historia es un gobierno negligente, de esos que se enquistan, que aparecen cíclicamente en “esos países” por infinidad de circunstancias y que -por cierto- son factibles en “todos los países”, sobre todo cuando su sociedad coquetea con el absurdo. Pregúntense, ya que estamos, si hace algunos –pocos- años, cuando era el destino ideal para visitar o emigrar, ¿lo metían dentro del saco de “esos países”? Digo yo, ¿No sería mejor decir “esos gobiernos”?
Y cuidémonos los venezolanos de asentir con la cabeza cuando alguien se refiera a Venezuela como «esos países», porque si hay algo que no tiene el nuestro, es gente inanimada incapaz de defender lo suyo, en vez, lo que tiene Venezuela, en verdadera abundancia, son 32 millones de personas que llevan su gentilicio y que -estén donde estén- luchan a diario con arrojo para salir de este desgobierno, que sí es el único que parece una patata frita, monalisa, spunta, kennebec, buffet y de todas las especies.