RAFAEL GUÍA
En un ejercicio histórico de imaginación, podríamos concluir que todas las luchas contra una dictadura pasaron por etapas, y muy difíciles, a veces con barreras que parecían insalvables. Los tiempos de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, en proporción y dificultades de alguna manera debe haberse parecido a lo que se vive hoy en Venezuela. Con el agregado de quienes se rindieron, se quebraron en la tortura, traicionaron, los que jugaron a la doble cara y también como hoy los que supieron resistir con hidalguía y valentía, con todo el dolor que es capaz de causar la dictadura más criminal de todos los tiempos. Son los héroes y heroínas que lo dieron todo y nunca se rindieron, o se acobardaron o desfallecieron. Los de aquel tiempo y los valientes de hoy garantizan que el triunfo llegará. Tuvimos el inmenso honor de haber compartido horas y horas de charlas, conversaciones, anécdotas, chistes, sinsabores de dirigentes fundamentales de aquel heroico PCV, que dio lo mejor de sus esfuerzos contra aquella dictadura.
En boca de Pompeyo Márquez, el legendario Santos Yorme, de entonces, de Eloy Torres, Argelia Laya, Rafael Elino Martínez, Rafael Guerra Ramos, Pedro Ovalles, una que otra vez con Teodoro Petkoff, pudimos conocer de primera mano experiencias tan duras de aquella vida clandestina de esos tiempos, vivir 4 o 5 dirigentes en una casa en Los Flores de Catia, circunstancia marcada por la escasez de recursos económicos. O a veces estar en una pieza de una casa en pésimas condiciones de habitabilidad, o recibir el portazo de gente que se acobardó y no los quería ver ni en fotos, la angustia de saltar por una ventana en una madrugada cualquiera, cuando la Seguridad Nacional allanaba la casa de al lado, o el tener que separarse de la familia, que, marchaba al exilio por cuanto no había ni recursos ni solidaridad.
Y hacemos acá una digresión para destacar la extraordinaria solidaridad de Miguel Otero Silva, quien en todo momento fue aliado principal de los dirigentes del PCV, en especial de Pompeyo Márquez. Seguimos, eran los tiempos de arroz con mantequilla, como alguna vez lo definió Eloy Torres, para hablar de la época de hambre en aquella clandestinidad de tiempos duros. Y por eso el 23 de enero de 1958 sigue siendo fecha de relevancia, de referencia porque, sin duda, fue una lucha muy desigual, en la cual se puso de manifiesto el coraje, la valentía, audacia e inteligencia de hombres y mujeres, pero sobre todo la de una aguerrida Juventud Comunista que fue motor, corazón y pasión de aquellas luchas. También hay que destacar la participación de Acción Democrática para mantener por encima de las dificultades de entonces a los sectores adversos a la dictadura, variados y de todo signo, dispersos y en una agotadora y frustrante desunión.
La huelga estudiantil y que sacudió los cimientos de la UCV, aquel 21 de noviembre de 1957 y que reventó la “paz de los sepulcros”, donde no se movía ni una hoja, que dominaba todo, sirvió de campanada en especial a la dirigencia política de PCV, AD, URD y hasta de Copei, para entender que sólo la unidad de acción podía garantizar el triunfo.
Se produce la gestión de aquel joven Pompeyo Márquez, quien logra que los principales dirigentes políticos limen sus asperezas y conformen la unidad de propósitos. Surgen entonces la Junta Patriótica y el comité obrero de la JP que empezó a coordinar los esfuerzos de aquella lucha y multiplicó y dio calidad a las movilizaciones, pronunciamientos y acciones de partidos, Iglesia, gremios, sindicatos, empresarios. Lo demás es historia conocida, se aúnan los esfuerzos, se conforman organismos unitarios en todo nivel, se trazan objetivos comunes y empieza una nueva etapa.
El 1 de enero de enero de 1958 se alza Martín Parada, lo cual da un aviso de una grieta en las Fuerzas Armadas, se convoca una huelga general el 21 de enero y después de dos días de fieros combates, sobre todo en Caracas, el movimiento popular estaba agotado y destrozado, muertos, heridos, presos y el régimen parecía inconmovible, el PCV en horas de la tarde, reunido su secretariado político en un apartamento de Los Chaguaramos llegó a considerar llamar al fin de la huelga general. Cuando estaban en plena reunión se presenta el entonces dirigente de la JC, Héctor Rodríguez Bauza para pedirles que no llamaran al cese del movimiento huelgario, pues a las 6 de la tarde se alzaba la Armada. Así fue y hacia la medianoche la dictadura había sido derrocada.
¿Cuál es el mensaje del 23 de enero de 1958, a 63 años de aquella gesta? Como decía Simón Bolívar hace más de 200 años ¡Unidad, unidad, unidad! Y nos atrevemos a decir nosotros, con honestidad, sin zancadillas, sin trampas, ni pescueceos, que no se olvide que hay un pueblo a la vera del camino que sufre y espera.
Nota de Redacción. Justo cuando nos aprestamos a publicar este artículo llega la noticia del fallecimiento repentino de su autor, Rafael Guía, en Buenos Aires. El Negro Rafael Guía fue un profesional de la corrección de estilo en diversos diarios, particularmente en El Nacional donde fue muy bien apreciado por su disciplina y solidaridad. Además, Guía era un luchador social, con dilatada trayectoria en la defensa de los derechos humanos, dando muestras de su activismo en favor de los sectores más vulnerables de Venezuela. Este, desde luego, es su último artículo, pero su contenido encierra un llamado a la unidad de todos los sectores de la oposición contra la dictadura de Nicolás Maduro
Foto tomada del Archivo Fotografía Urbana de ProDavinci