JOSÉ PULIDO –

A Génova la han llamado La Superba desde hace varios siglos. La ciudad soberbia, la urbe magnífica. La que Nietzsche mencionó de esta manera:

“He estado contemplando durante un buen rato esta ciudad con sus villas y sus jardines de recreo, su amplio círculo de colinas y sus laderas habitadas; al final se me ocurre decir que veo los rostros de generaciones pasadas. Esta región está sembrada de imágenes de una humanidad audaz y soberana”.

Una novela con ese título, La Superba, se ha convertido en la mayor parte de Europa y en Estados Unidos en uno de los libros más leídos y premiados de los últimos cinco años. Dicen que es la obra maestra del escritor holandés Ilja Leonard Pfeijffer, quien vive en Génova desde el 2008, aunque él señala que en cada novela trata de superar a la anterior.

Esto es lo que especifican las informaciones de agencias y de diversas páginas literarias:

Después de la novela polifónica La vida real (2006), Ilja Leonard Pfeijffer alcanzó el gran éxito internacional con La Superba (2013), una novela centrada en el tema de la migración. Con esta novela ganó el premio Libris, el reconocimiento literario más prestigioso de los Países Bajos, y el premio de la Real Academia de Bélgica para la novela más importante flamenca y holandesa de los últimos cinco años. Fue galardonado con el premio Tzum por segunda vez, el único escritor en Holanda que lo ha conseguido. La Superba subió en las listas y se convirtió en un éxito de ventas traducido a varios países, incluidos Estados Unidos, Alemania e Italia.

“El mejor escritor del mundo vive aquí y es holandés” - José PulidoEn esta novela la ciudad es un personaje. Con su laberinto. Con su historia. Pero se ha convertido en una lectura cada vez más comentada porque Ilja tomó personajes verdaderos del casco histórico y los puso a vivir en su escritura como si fueran ficticios. Hay emigrantes que hablan de su acontecer y el propio Ilja Leonard Pfeijffer es un personaje, con su nombre y su profesión “pero es otra persona: no soy yo”, indica el escritor.

Él ha comentado que Génova “no es una ciudad hermosa de una manera normal: tiene sus lados crudos”. La diversidad de personajes en La Superba “fue un modo de arrojar luz sobre el tema de la migración. Propongo el contraste entre el personaje principal y el pueblo africano. El alcohólico inglés, a quien llamo Don, es exitoso porque no se ajusta en absoluto a Génova, se convierte en una caricatura de sí mismo”.

Hay gente del laberinto urbano que señala con orgullo “yo estoy en esa novela”. En la trama muere un personaje muy conocido del centro histórico, un hombre muy apreciado por la gente que conforma el lugar. Este personaje le agradeció a Ilja que el funeral fuera una expresión tan llena de cariño y de amistad hacia él. Un tiempo después falleció de verdad y su sepelio fue una manifestación de pesar y de amistad como la descrita en la novela.

En realidad, Ilja Leonard Pfeijffer recorre Génova y escribe. La gente sabe que él anda en eso. Es como si el Dante Alighieri hiciera su recorrido entre infierno, purgatorio y paraíso en el dédalo antiguo, para describir lo que ocurre. Esa característica en el oficio de escribir, esa búsqueda en lo real y lo ficticio, ha hecho que La Superba sea un éxito literario. Sin dejar de lado el talento innegable de un narrador y poeta holandés intensamente culto.

Ilja Leonard Pfeijffer ha ganado los premios Libris y VSB los más altos reconocimientos de poesía y narrativa de los Países Bajos. Ha publicado novelas, poemarios, ensayos, textos para teatro, textos de historia y varias traducciones. Desde hace tiempo Pfeijffer escribe sus crónicas para el diario holandés NCR.

Con su primer poemario Hombre Square, publicado en 1998, ganó el premio C. Budding y con su primera novela Rupert, una confesión, publicada en 2002, ganó el premio Anton Wachter. Es el único escritor de Holanda que ha ganado ambos premios.

Después apareció la novela Grand Hotel Europa, donde Europa es una protagonista que agoniza en el entretenimiento. Es una trama que “aborda la ambigüedad y el futuro de Europa bajo la ola imparable de la globalización y el turismo”.

Nació en 1968, en Rijswijk, cerca de La Haya. Estudió literatura clásica en la Universidad de Leiden y se doctoró en 1996 con una tesis sobre el poeta griego Píndaro. Estuvo dedicado a la docencia universitaria en Grecia hasta el 2004. En el año 2008 llegó a Génova en bicicleta y se quedó.

LA SORPRESA

“El mejor escritor del mundo vive aquí y es holandés” - José Pulido
Ilya con su novia Stella, la más hermosa de Génova.

Todas las historias de los poetas y narradores que se sintieron atraídos por Génova tienen alguna relación. Unos leyeron lo que otros describían de la Superba y dijeron “vamos a conocer el laberinto”. Mis amigos genoveses me han llenado de ideas al respecto. Sé que a veces exageran pero nunca dejo de encontrar alguna pista verdadera en sus fantasías.

Un día me reí y a continuación caí en el limbo perdonable de no saber cómo reaccionar cuando me dijeron, sin anestesia: “El mejor escritor del mundo vive aquí”. Fue un comentario que saltó como algo verídicamente normal, mientras bebía cerveza con varios de esos amigos genoveses, en un café con umbrelas acosadas por el enfurecido sol.

En el arte de escribir hay altibajos pero nadie es el mejor. A cada quién le toca un pedacito de gloria y una buena porción de lectores y seguidores, pero nada más. No existe el mejor escritor. Y menos en una época como esta atiborrada de magníficos narradores y poetas, ensayistas y cronistas. Aunque varios de los inmortales escritores y poetas que ha tenido la humanidad han pasado por esta Liguria en los dos últimos siglos.

“El mejor escritor del mundo vive aquí”, eso repitió como una sentencia apacible uno de mis irreductibles amigos genoveses.

Cuando pregunté, por seguirle la corriente ¿y cómo se llama? Me respondió con naturalidad pasmosa: “Ilja Leonard Pfeijffer”. Y no tuve tiempo para bromear porque Internet posee una endiablada velocidad y ahí estaban las novelas, los poemarios, las obras de teatro, las crónicas, los ensayos y todos los premios importantes que dicho caballero ha puesto en ebullición.

Por todos esos logros, lógicamente, los genoveses que lo conocen y lo leen, cultivan la opinión de que el mencionado caballero de nacionalidad holandesa, es el muchacho de la película. Y esa opinión comenzó a parecerme respetable cuando apenas había encontrado una pequeña parte de los méritos que el escritor holandés ha acumulado. A continuación, una sintetizada versión de sus logros, según datos obtenidos en las páginas culturales de Holanda y de Italia.

HAY QUE LEERLO

Enseguida comencé a leer lo que pude conseguir de Ilja y sin ninguna duda es un escritor y un poeta que te lanza en cada línea en busca del pasado pero con ojos del presente. Su cultura, su sabiduría y su profundidad son apenas las puntas del iceberg de una poderosa irreverencia, de una magistral ironía. Su punto de vista atraviesa muros y lo capta todo.

-¿Cómo hago para conocer a este escritor?. le pregunté a Mayela Barragán, una amiga periodista y traductora venezolana que lo conocía y lo había entrevistado unos años atrás. Ella lo ubicó y nos puso en contacto. Ha sido una de las experiencias más interesantes que he tenido con un escritor. Y he entrevistado a muchos. A varios de los más célebres. Es algo insólito que no haya sido traducido al español. No pude entrevistarlo de manera justa porque lo he estado leyendo lentamente en inglés y en italiano. Es un caso extraño. Ilja Leonard Pfeijffer traducido al español sería un imán para los lectores. Tan atractivo como Murakami, Auster, Pamuk o Houellebecq.

La primera vez que lo vi estaba esperándonos en un café ubicado en una calleja de Génova, quizá el mismo lugar que tantas veces visitó Stendhal cuando se envició con un licor de cerezas.

(Stendhal se la pasaba en los callejones y quería beber el mejor café de Génova. Lo llevaron a uno que describió después como un lugar oscuro, instalado en dos habitaciones sucias. No le gustó el café, pero regresaba todos los días a comprar «una bebida muy especial llamada agua roja, con cinco o seis cerezas en el fondo del vaso y un delicioso aroma…”)

Veo al hombre, enorme y blanco, con cabellera larga y amarillenta de rockero duro; su rostro recuerda a cualquiera de los tres mosqueteros; más bien a como uno se los imagina bajo la influencia del cine.

También tiene algo de oso, la fortaleza, la paciencia. Es como un guerrero emergido del hielo.

Anda siempre de traje, con camisa y corbata. Como si no existiera la estresante humedad del calor veraniego. En la corbata destaca un sujetador de oro. Eso que llaman pisacorbata. Su elegancia es como un derechazo a la mandíbula enviado por Muhammad Alí. Su sonrisa es leve como de Gioconda; sus ojos de Corsario Negro que abordan barcos. Su gentileza es única. Es la amabilidad de alguien que comprende la existencia hasta en su más mínima expresión.

Este hombre de largas manos adornadas de anillos en son de gitanería, escribe novelas y poemas con el poder de quien crea vientos y rayos, tempestades y terremotos.

Y más que eso: escribe como si pudiera viajar en una máquina del tiempo y de esa manera encontrar las raíces de todo conocimiento y la palabra necesarias para conmover sin falsedades, para estremecer de verdad las esencias del ser humano. Hasta el más lerdo de los ignorantes podría darse cuenta de que Ilja Leonard Pfeijffer posee silenciosamente, humildemente, el arte de la escritura.

Cuando fue estudiante desarrolló una tesis fue sobre Píndaro; y ha estudiado en profundidad a Simónides. Los presocráticos y demás filósofos griegos han sido un trayecto que siempre recorre. Después de eso, ha leído a todos los grandes autores como si hubiese descubierto que dentro de su persona se aloja un ser hambriento de intensidad, de lenguaje.

Es un hombre que lee y escribe mucho. Vive con el arrojo de los anónimos obreros que construyen enormes edificios. Jamás hace alardes de nada. Más bien da la impresión de que desea mezclarse y perderse en la multitud.

En La Superba describe a Génova desde los personajes de la calle. Hay gente del dédalo que de repente dice, con evidente orgullo: “yo estoy en esa novela”.

Ilja inicia La Superba hablando de la mujer más bella y con ese comienzo manifiesta el espíritu de la ciudad y de esta época. Hay claves y gestos de hermosura en todas las chicas que atienden las barras, las mesas.

El asunto es que después de escribirla encontró de verdad a la mujer más bella y ahora es su novia. Asegura que ella lo ha salvado porque tiene un año sin probar una gota de licor. Confesó en un libro sus problemas con el alcohol. Ese libro también fue un tiro al piso. Nada nuevo para muchos creadores y artistas. Ilja tiene mirada de pensador. A veces parece estar pensando en algo cruel. Se abstrae porque todo el tiempo anda escribiendo.

-Aquí estuvo Gustave Flaubert y vio en este café restaurante a una mujer tan impresionante que escribió: «Es la mujer más hermosa que he visto en mi vida: estaba ebrio de contemplarla, mientras bebía un delicioso vino a grandes sorbos». Pero Flaubert sentía un perverso temor: podía ser asaltado por la epilepsia en cualquier instante y por eso no se acercó a la dama para manifestarle su admiración- eso le comento a Ilja, como si él no lo supiera.

Y le señalo a continuación:

-Al menos pudo disfrutar de un segundo deslumbramiento: en el Palazzo Balbi Senarega vio el cuadro Las tentaciones de San Antonio, de Pieter Breughel el Joven. Y se emocionó tanto que después escribió una de sus obras más emblemáticas usando ese mismo título: Las tentaciones de San Antonio.

Ilja conoció también a la mujer más bella de Génova pero logró transformarla en novela, en poesía, y finalmente consiguió que ella dejara de ser un personaje y se convirtiera en la mujer amada, la inspiradora.

ALGUNOS DATOS CONOCIDOS

“El mejor escritor del mundo vive aquí y es holandés” - José PulidoLa chica más bella de Génova trabaja en el Café de los espejos. El propio Ilja se convierte en un personaje extranjero que quiere reabrir un teatro en el Porto Antico, pero la ciudad es arisca, burocrática.

En la novela, el personaje dice: “He adquirido un nuevo guardarropa para poder movilizarme como una nueva persona por este mundo tan elegante. Compré un par de trajes italianos, unas camisas hechas a medida, un sofisticado par de zapatos, tan suaves como la mantequilla y tan afilados como un cuchillo, y un original sombrero panamá. Todo esto me ha costado una fortuna, pero era una inversión necesaria para acelerar mi asimilación”.

(Este fragmento de La Superba fue traducido del holandés al español por Geraldine Carreño Torres)

Ilja cuenta que en el verano del año 2008, tan caliente como este del 2018, viajó de Holanda a Roma en bicicleta. Condujo a través de los Alpes, devoró los kilómetros pasando por Bélgica, Francia, Niza, Marsella y con la fuerza de ese envión llegó a Génova. De ahí siguió hasta Roma porque se lo había prometido a sus amigos. Con esa aventura en bicicleta intentó demostrar que no tenía miedo. Eso ha comentado después. Pero estando en Roma no resistió la tentación de retornar a Génova.

No había necesidad de preguntarle si esa decisión de quedarse tuvo que ver con la mujer más bella de Génova. Porque esa es una de sus realidades importantes. Dice que se levantan temprano, acuden a una cafetería, desayunan juntos, ella se va a su trabajo en una galería de arte y él se dedica a escribir sus cosas en plena calle, al aire libre.

Acordamos una segunda reunión, esta vez para cenar. Nada de entrevistas comunes y corrientes. Solo estábamos conociéndonos. Lo entrevistan mucho y las preguntas casi siempre son las mismas.

-Ilja camina por el laberinto como Dante por el infierno. Nada se le escapa, todo lo escribe. Su poesía es altamente adictiva- dice uno de mis viejos amigos genoveses.

LOS DÍAS DE ILJA

Desde arriba, desde todas las montañas que conforman Génova se desprende una escalera arquitectónica; es una cascada de casas, edificios, palacios, templos, castillos, y su luz inunda la ventana y deja caer la blancura del día encima de la blancura de las sábanas. Ilja se despierta en el lado de la cama donde se juntan todos los latidos cardíacos que intentan elevar el amor por encima de los democráticos lugares comunes.

Su alma y su mente describen la ciudad de la misma manera precisa con que dibujan su amor. La ciudad se impone; sus piedras, mármoles y geometría contienen la historia de la humanidad.

Desde el histórico muelle del puerto antiguo, la ciudad se abre hacia las montañas como un abanico de edificaciones impresionantes. La mirada caracolea en el laberinto de callejuelas; el alma se asombra en la Strada Nuova con sus palacios y las suntuosas avenidas cargadas de detalles arquitectónicos que son una emanación del Renacimiento.

Luego edificios y casas van haciendo nidos en las colinas del horizonte. Todo se asemeja a una escalinata interminable, que en las verdísimas serranías de la Liguria diseña y disemina pequeños poblados y hace lo mismo cuando desciende hacia las playas del Mediterráneo, marcadas por la lluvia de piedras que envió Zeus para proteger a Heracles de una emboscada.

Por ese puerto antiguo de la ciudad que fue imperio y república, entraron con afán conquistador, cartagineses, romanos, bizantinos, lombardos, normandos, íberos, sarracenos y Napoleón Bonaparte.

Todos: franceses, alemanes, árabes, españoles, griegos, turcos, vikingos, han querido conquistar y dominar ese maravilloso y terrible mecanismo que lo mismo promovió hacia el resto del mundo los poderes de la banca naciente, los poderes de las añejas religiones, los poderes de los corazones aventureros y guerreros de la mar y los poderes de la cultura.

Definitivamente la ciudad es un personaje en La Superba. Y la poesía es como un ritmo en su narrativa, se filtra en sus escritos, juega un papel en cada una de sus novelas. Ilja piensa que los límites de la fantasía y la realidad ya no son tan claros. Ha sostenido ese criterio en varias oportunidades. “Siempre dejas que el lector se pregunte ¿era esto real o solo estaba fantaseando?”

LA SEGUNDA OCASIÓN

“El mejor escritor del mundo vive aquí y es holandés” - José Pulido
Pfeijffer, Pulido y Mayela Barragán, periodista y traductora venezolana.

Nos hemos sentado en una mesa que han preparado para Ilja y sus invitados. El restaurante despliega sus mesas en la propia calleja, casi interrumpiendo el paso de la gente. Ese es uno de los encantos del laberinto. Ilja ha llegado con Sandra, la madre de su novia Stella. Sandra es una dama preciosa, elegante y fuerte como una espada.

Y Stella debe ser la mujer más bella de Génova. Tendría que ser ella, finalmente, la mujer más bella de Génova. Pero deja de serlo en el mismo instante en que su señora madre revela que Stella tiene una hermana gemela. Gemelas idénticas. Santos cielos. La novia de Ilja estudió arte y trabaja en una galería. La otra hermana es médico y labora en el Hospital San Martino.

Aunque nadie hace escándalo ni pide autógrafos, los habitantes de la ciudad parecen saber quién es Ilja. Pasan, observan, algunos lo saludan con un gesto. Vienen y van turistas, paseantes, personas que deambulan toda la noche aprovechando el verano.

-Ilja tiene un hermano gemelo idéntico: está en su novela, La Superba, pero en realidad no se parece a él, dice otro de mis amigos de la bella ciudad.

Para entrar en confianza le cuento a Ilja que siendo adolescente me enamoré de una trapecista, pero al verla de cerca al día siguiente, sin su traje mágico y lavando ropa, me desenamoré porque era una señora canosa y tenía más o menos la edad de mi madre.

-En mis años juveniles usaba lentes para ver de lejos, pero me los quitaba cuando venían mujeres. Sin lentes las veía bonitas a todas, comenta Ilja.

Antes de comenzar a cenar le hablé de un poema suyo titulado “El Humo”, que comienza más o menos así, según la traducción que encontré:

“Comí en el baño del árbol del zakkum
como metal fundido la sed quemó mi vientre”

Sé que su poema es superior a lo que muestra lo traducido, pero esos dos versos no están nada mal. Su poesía y su literatura se la juegan de ese modo: no tiene fronteras ni limitaciones. La alusión al árbol de zakkum o zaqum deriva hacia Jahanam, el infierno musulmán. Por su parte, el Gehinnom (Gehenna en yiddish) es un lugar donde son castigadas las almas de los pecadores, según los judíos.

Ah. La Divina Comedia no está sola. La ciudad tampoco.

Nos quedamos ahí hasta la madrugada. Acordamos vernos otra vez. Ya como cuestión de amigos, para entendernos. Para hablar de planes, de escritura, de poesía. Ilja habla varios idiomas pero es silencioso. Yo, en lenguas extranjeras, soy una piedra, pero parloteo más que una estación de radio. Stella, una de las dos mujeres más bellas y cultas de Génova, lo mira con inteligencia amorosa. Ella entiende bastante el español. Por eso me tomo la libertad de decirle, en voz discreta:

-Creo que tu novio es un acontecimiento.

José Pulido, poeta y periodista venezolano. Escribe desde Génova, ciudad de Italia.

 

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